Vistas de página en total

24 ago 2009

Santiago 3:2

Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.


La versión internacional lo traduce así: todos fallamos mucho. Si alguien nunca falla en lo que dice, es una persona perfecta capaz de controlar todo su cuerpo. Si hay algo difícil de hacer es poder controlar a la perfección todo lo que dices. ¿Cuántas veces has dicho algo y después te arrepientes o cuestionas el por qué de haberlo dicho? Sé que también hay personas que ofenden y no muestran muchos rasgos de arrepentimiento, pero hoy me estoy refiriendo a aquellos que quieren hacer las cosas diferentes y caminar por donde Dios pone el camino.
Todos ofendemos, todos fallamos. No poco, sino mucho. Así lo describe Dios. Piensa en esto por un momento. ¿Puedes recordar las ocasiones en que has ofendido a tu prójimo? Tal vez no lo pensaste o no era tu intención, pero aún así ocurrió. ¿Qué hiciste después? ¿Pediste perdón? ¿Lo ignoraste?
Como puedes ver, la Biblia nos dice que aquél que no ofende, que no falla en lo que dice, es un varón perfecto, capaz de controlar todo su cuerpo. Esto me lleva a una conclusión: es necesario aprender a dominar lo que decimos para poder controlar nuestro cuerpo en su totalidad. Es común pensar que hay que ocuparse primero de muchas otras cosas antes que lo que se dice. Hoy puedes darte cuenta que no es así sino todo lo contrario.
Imagino que tienes deseos y metas en tu vida.
Hoy quiero animarte a agregar una más en tu lista: no ofender en palabra, no fallar en lo que dices. No será fácil. Definitivamente no es sencillo, pero es el camino correcto a seguir. Es la dirección que Dios está mostrando para la perfección que Él desea que tengas.
Por otro lado, debes encontrarte dentro de dos categorías: los que reconocen que deben hacer algo al respecto con lo que dicen o con aquellos que no. Si eres de los segundos, puedo decirte que ya sea hoy o en varios años, Dios se encargará de mostrarte lo importante que es el no ofender con tus palabras y lo único que pasará es que con el tiempo se volverá cada vez más difícil eliminarlo de tu vida, pero debes saber que siempre desagrada a Dios esta actitud. Por el contrario, si te encuentras dentro de los primeros, quiero recordarte que Dios solamente busca nuestro bien y que en su amor infinito quiere mostrarnos sus caminos que son superiores a los nuestros. Espero que puedas hacer hoy un compromiso con el Señor. Solamente tú y Él. Nadie más. Tú sabes si has ofendido y fallado en lo que dices. Tú. Dios. Solos. Comprométete a cambiar de rumbo y buscar esa perfección del Señor.

Oración
Padre: perdona mis pecados. Entiendo que he ofendido a otras personas y es probable que en ocasiones ni me diera cuenta o tuviera remordimiento de haberlo hecho. Hoy quiero comprometerme contigo para poder encaminarme a la perfección que Tú tienes para mí. Controla lo que digo Señor, permite que sea sensible al alcance de mis palabras. No permitas que olvide esta enseñanza y te lo pido en el nombre de Jesús
Amén

21 ago 2009

Santiago 3:1

Hermanos míos, no pretendan muchos de ustedes ser maestros, pues, como saben, seremos juzgados con mayor severidad.


Si mi memoria no me falla, Aristóteles o Platón proponían que los puestos de gobierno debían ser tan demandantes en cuanto a principios, exigencia intelectual y física que solamente los más aptos y entregados serían los dispuestos a tomar estos roles. Como siempre, la palabra de Dios propone una forma diferente. Aquellos que seguimos a Cristo, debemos entender que, el trabajo que se realiza para Dios, ej. Evangelización, discipulado, oración, etc., comienzan con el principio de la gracia y misericordia. No por ser el más apto, el más valiente o el más inteligente, Dios te pondrá en frente de su iglesia. Dios utiliza a los de corazón sencillo y dispuesto a entregarse, a aquellos que permiten que Él sea quien comience el trabajo, lo dirija y lo termine.
Es probable que, en la época de Santiago, las iglesias comenzaran a ver en sus integrantes, un deseo por tener algún “puesto”. Si bien, el deseo de trabajar para el Señor es excelente, buscar una posición por la posición en sí, no está bien.
Como en cualquier trabajo, todo lleva una responsabilidad y Santiago quería dejar claro que en la iglesia del Señor también. La instrucción o “advertencia” es corta y precisa: “ser maestro tiene mucha responsabilidad y Dios es el supervisor y a quien se le rinde cuentas”.
¿Por qué serán juzgados con mayor severidad? Porque un maestro puede ser causa de tropiezo para muchos. Porque su responsabilidad es mayor.
Quiero hacer énfasis en que, entregar tu vida al servicio de Dios, es una gran bendición. Lo que Santiago trata de aclarar es que no debemos buscar el puesto de maestros o servidores por el reconocimiento o cualquier propósito personal sino para el servicio al Señor. Además, es de gran importancia que tengamos presente como iglesia, que, aunque no veamos a nuestro “jefe” directamente, Él es quien se encarga de ir acomodando las piezas de su “empresa” y de exigir a cada uno de nosotros sobre lo que se nos ha dado.
En mi parecer, cualquier persona que dice creer y seguir a Dios, tiene ya una gran responsabilidad de actuar conforme a su creencia sabiendo que también será llamado a cuentas.
Quiero animarte a trabajar para Dios, a entregar tu vida al servicio de la obra del creador. Que no te desanime la exigencia. Créeme, la bendición es mucho mayor. Maestros y personas con responsabilidades en la iglesia del Señor: entiendan su responsabilidad. Congregantes: no busquen ser maestros sólo por el puesto en sí, búsquenlo por su amor al Señor y deseo de entregar su vida a Él.

Oración
Padre Santo: te pido perdones mis pecados. Te quiero dar gracias por permitirme tener comunión contigo. Ayúdame a entender que es una responsabilidad muy grande el trabajar para Ti y guíame para hacerlo de manera correcta. Perdona si he buscado servirte por beneficio o deseo personal. Te pido escuches mi oración, en el nombre de Jesús,
Amén.

19 ago 2009

Santiago 2:23-26

Y se cumplió la escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe. Asimismo, también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.


Cuando te encuentres en una disyuntiva y no sepas qué hacer, te recomiendo hacer lo que Santiago: acudir a la Biblia y encontrar ejemplos de situaciones similares a la tuya. Muchas personas querrán darte consejos bien intencionados y tratarán incluso de ponerse “en tus zapatos” pero créeme, el mejor consejo proviene de Dios. Santiago no buscó exponer la importancia de las obras simplemente porque lo consideraba importante sino porque así viene en la Palabra de Dios con los ejemplos que dejaron varios personajes en el antiguo testamento. De la misma manera, debes conducirte por lo que dice Dios y no lo que tú creas o pienses. Se vuelve tan subjetivo e inestable todo cuando queremos tomar nosotros las riendas y las decisiones…
Ahora, es importante que aclaremos lo que dice Santiago con respecto a las obras y la justificación a través de ellas. Si hacemos caso a las enseñanzas de Jesús, entendemos que no hay forma de ser justificados si no es a través de Él. ¿Se está contradiciendo? No. Las obras que realizaron Abraham y Rahab no fueron varias sino una sola: creer. Primero creyeron en Dios, luego actuaron. Primero entregaron su voluntad al Señor, luego obedecieron. Primero reconocieron quién es el soberano y creador de todo lo que ven, luego se humillaron y admitieron que no podían solos. Abraham tuvo que poner la vida de su hijo a los pies del Señor, Rahab la suya propia. Esto es tener obras como consecuencia de esa fe.
Es una línea muy fina la que separa las obras de la fe, por esta razón, muchas personas confunden las obras y comienzan a enfocarse más en ellas que en la misma fe. Me explico mejor. ¿Por qué hay personas que realizan sacrificios de distintos tipos? Porque quieren ser justificados. El problema radica en buscar la justificación a través de las obras sin tener la fe en Cristo. Santiago habla de la justificación por las obras de personas que han entregado primero su vida a Dios poniendo la suya de por medio como el caso de Rahab. No se está refiriendo el autor a que todas aquellas personas que busquen justificarse lo deban hacer a través de las obras. Recuerda, Santiago se está dirigiendo a las iglesias esparcidas, a gente que ya ha recibido a Jesús.
Finalmente quiero recordarte que las obras son consecuencia de tu fe. Si realmente crees la palabra de Dios, te conducirás por sus principios y la seguirás celosamente. A veces tendrás que tomar decisiones difíciles como Abraham y Rahab, pero sabrás que el Señor está al pendiente de ti y no dudarás en obedecer.

Oración
Señor: es difícil seguir tu Palabra. Cuando las cosas se vuelven en mi contra quiero tomar yo las decisiones y salir de los problemas a mi manera. Ya no quiero que así sea. Quiero aprender a actuar conforme a mi fe en ti y en tus enseñanzas. Te pido que pueda recordar siempre este ejemplo de Santiago en mi corazón y hacer las cosas de manera diferente. Perdona Señor mis pecados y permite que mi vida, mis obras, puedan ser una demostración de mi fe y amor en ti. Te lo pido en el nombre de Cristo Jesús
Amén

18 ago 2009

Santiago 2:20-22

¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras?


Las obras son la demostración física de tu fe. Son la consecuencia de tu forma de pensar y de los principios que te rigen.
Para entender mejor lo que está diciendo Santiago quiero que pienses en una persona que su principal objetivo es crecer profesionalmente. Llegarán momentos en los que tendrá que decidir entre su carrera profesional o comenzar a atender sus relaciones personales, podrá escoger entre esconder algunas verdades, ser un tanto mentiroso para otras y acomodar todo “hipócritamente” para seguir subiendo de nivel. En esa misma dirección tendrá que asistir a eventos en los que no existe ningún principio moral y podrá incluso comenzar a utilizar drogas u otras cosas para seguir su camino a “la cima”. En su camino tuvo también cosas buenas, probablemente consiguió alguna esposa que le aguante su paso y egoísmo. Es probable que tenga hijos (los que más pagan por su ausencia). ¿A dónde quiero llegar con este ejemplo? Todas tus decisiones están basadas en tu fe, tus principios e ideales. Lo que Santiago está diciendo es que: si realmente crees en Dios y tienes fe en Él, todas tus obras deberán ser el perfeccionamiento de esa fe. Por el contrario, si tu vida es como aquél de el ejemplo, ¿a dónde crees que vas a llegar? ¿Cuántas familias destrozadas hay por el adulterio, por el alcoholismo o drogadicción, por violencia, por falta de atención o dedicación? Tal vez tú eres una persona que ya ha sufrido los efectos de una familia así. ¿En dónde está tu fe? ¿Hacia dónde apuntan tus obras?
Ahora veamos el ejemplo opuesto. El de Abraham. Sus principios eran obedecer la voluntad de Dios. Tuvo sus errores como cualquier otro ser humano pero siguió corrigiendo sus pasos y al final dejó un ejemplo mayúsculo en cuanto a la demostración de la fe por las obras: puso en sacrificio a su unigénito. No era cualquier hijo. Lo tuvo a los 100 años cuando ya no es normal que un hombre tenga hijos. Dios cumplió su promesa de darle un hijo y posteriormente le pide que lo ofrezca en sacrificio. ¿Tiene sentido? ¡Por supuesto que no! Yo le hubiera dicho a Dios: ¿pero no me lo acabas de dar y ya quieres quitármelo; no podría ser el sacrificio en un año o un mes aunque sea? Así somos todos. Nos dan y nos gusta, nos quitan y reclamamos.
Quiero animarte a que reflexiones en tu fe, en tus principios y en tus prioridades pero sobre todo en tus obras. ¿Qué dicen tus obras de ti? La fe en Dios es lo que te llevará a buscar mejores caminos para tu vida y la de aquellos que te rodean, pero las obras serán la determinación de realmente corregirlos.

Oración
Padre: perdona mis pecados y mis faltas hacia ti. Quiero pedirte que corrijas mis pasos y que mis obras concuerden con mis principios y mi fe en ti. Dame entendimiento de que mi fe sin obras es muerta y pon en mí las ganas para querer cambiar y ser transformado para que mis obras hablen de mi fe en ti. Te pido todo esto en el nombre de Jesús
Amén

14 ago 2009

Santiago 2:18-19

Pero alguno dirá: tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen y tiemblan.


Con este versículo siento que estoy leyendo los diálogos de Platón donde, a través de posibles preguntas futuras, el mismo autor contesta y confirma lo que acaba de exponer. Tú tienes fe y yo tengo obras. ¡Qué son las obras sino la consecuencia de tu fe! ¿Sabes qué es lo que está exponiendo Santiago con esto? A todos aquellos que les gusta que su exterior hable por ellos mientras en su interior no hay absolutamente nada que ofrecer. Este versículo va en contra de las personas que les encanta andar anunciando a diestra y siniestra lo que han hecho, hacen y están por hacer. “yo ayudé a muchos enfermos, estuve a lado de mi familiar en todo momento aunque no podía ni dormir; apoyé siempre a mi esposo aunque no teníamos qué comer; siempre invito a todos a mi casa sin importar que tenga que servirles y después limpiar todo; no me gusta criticar pero tengo que decirles algo; nunca me enojo pero ese día no había de otra”. ¿Por qué pongo estas frases y qué tienen de malo, no están siendo “buenas personas”? Bien. En primer lugar no están siendo “buenas” sino están buscando el reconocimiento y justificación de sus obras. Segundo, si pones atención, siempre que hablan de la increíble labor que están haciendo, un pequeño, sutil y a veces imperceptible quejido sale en todas las oportunidades que tienen. Puse ejemplos probablemente muy pueriles o torpes, pero me gustaría que pensaras en tu manera de expresar lo que haces y analizaras a los que te rodean para notar si caen en esta categoría y orar por ellos. Cuando se utilizan palabras como “a pesar de, con todo y, tengo que, tuve que, aunque, etc.” son las señales de que las personas quieren vivir haciendo sus propios “sacrificios” u obras. Si te identificas en esto, pon atención: Dios no trabaja así.
La fe se demuestra con obras que salen naturalmente, con amor, con gozo y con agradecimiento a Dios al haber entendido lo que ha hecho por ti y por mí.
Por otro lado, concluye diciendo, “tú crees que Dios es uno”. No es una frase separada del versículo anterior. Recuerda, está utilizando preguntas para seguir exponiendo su tema. “bien haces, los demonios también creen”. A veces pensamos que por el simple hecho de decir “creo en Dios” ya tenemos comunión con Él. Falso. Tienes que saber que el hecho de creer en Dios no te lleva a ningún lugar cerca de Él. Solamente puedes acercarte a través de Jesús (Juan 14:6), puede sonar duro, exagerado, difícil de aceptar en general, pero mi deber no es exponer lo que tú y yo pensamos sino lo que Dios dice. “Los demonios también creen y tiemblan”. ¿Lo puedes entender? Es muy dura esta verdad. Entonces, no se trata de que simplemente digas tengo fe, no se trata de que expongas tus obras como si reflejaran tu fe, no se trata de que digas que crees en Dios, nada de esto te sirve en tu comunión con Dios. El deseo del Señor es que humilles tu corazón, dejes el trono de tu vida y te pongas a sus pies para servirlo a Él. Posteriormente tus obras demostrarán las transformaciones que estará haciendo en ti. ¡No basta con creer! ¡No basta con escuchar! ¡Debes Actuar!

Oración
Padre Santo: grande, santo y perfecto eres. Perdona mis pecados y límpiame. Gracias por enseñarme cómo tener comunión contigo y por mostrarme mis errores al querer acercarme a Ti. Ahora entiendo que no solamente por decir que he hecho cosas o que creo en Ti podemos tener comunión, sino a través de Jesús. Hoy te entrego mi vida, te entrego mi corazón y mis deseos para que Tú dirijas y yo te siga. Gracias nuevamente y te pido escuches mi oración en el nombre de Cristo Jesús.
Amén

13 ago 2009

Santiago 2:15-17

Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.


Me parece que el ejemplo es muy claro: la fe, se debe demostrar a través de lo que hago. Pero ¿qué significa tener fe y cuáles actitudes lo demuestran?
He visto con tristeza a muchas personas que confunden la fe y las obras con sacrificios personales. Tratan de “comprometerse” con Dios dejando de hacer o de comer algo, realizan actividades que piensan pueden ser “buenas” y sobre todo piensan que el asistir el domingo (u otro día) a un rito religioso, con eso, su fe y su relación con Dios estarán en el camino correcto. ¡Error! Este tipo de actitudes son sumamente comunes pero falsas y te voy a explicar por qué: es la manera en que el hombre quiere acercarse a Dios. Resulta que no te puedes acercar a Dios como tú piensas que deba ser sino por el contrario, se realiza con las instrucciones del mismo Señor. Entonces, las obras de la fe no están relacionadas con los sacrificios que hace la gente.
Como he escrito anteriormente, la definición de fe está en Hebreos 11:1, es pues la fe la certeza de lo que se espera la convicción de lo que no se ve. Esto es la fe. Dicho en otras palabras, tus actos u obras como lo plantea Santiago, comienzan a demostrar que tienes fe cuando dejas que Dios trabaje al cien por ciento y tú te haces a un lado para observar cómo se desenvuelve su plan perfecto. Ejemplo. Utilizando el mismo que está en el versículo, cuando una persona te pide ayuda tanto en alimentos como abrigo o en lo económico, tú puedes pensar que sería irresponsable darle si a penas tienes tú lo suficiente para mantenerte. Tener fe en este caso significa confiar en que Dios es quien te provee y no va a dejar de hacerlo pues es su promesa. Por lo tanto, comes un poco menos ese día y ayudas a tu prójimo. Otro ejemplo de fe junto con las obras se da comúnmente en las enfermedades. Las reacciones comunes sin fe son: primero rechazas el que sean graves, luego que lo has aceptado, comienzas a platicar con el doctor los posibles escenarios. La fe funcionaría de esta manera: primero haces una oración a Dios reconociendo que Él es quien da y quita la salud, segundo le expones tu dolor y tu falta de paz, tercero le pides por que pueda consolarte y que ponga sabiduría en los doctores para que si en Su voluntad está el poder sanar que así sea. Finalmente tú duermes tranquilo pues te has entregado en las manos de Dios. ¿Puedes darte cuenta de lo distintas que son las obras de la fe con los sacrificios del hombre? Recuerda que Jesús trabaja de nuestro interior al exterior no a la inversa. Si tienes duda sobre tus obras, piensa en esto: ¿con esta actitud permito que Dios trabaje mi interior?

Oración
Señor: quiero llevar una vida llena de obras por mi fe. Gracias por mostrarme que mi fe no se demuestra con sacrificios sino con entregarte mi vida y ponerte delante de mis propios deseos. Transfórmame Señor y guíame en Cristo Jesús
Amén

12 ago 2009

Santiago 2:14

Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?


Primero quiero aclarar a quién se está dirigiendo Santiago: a los hermanos. Esto significa que esta instrucción es exclusivamente para aquellos que ya han aceptado a Cristo en sus vidas. Segundo, el versículo no está haciendo principal referencia a la salvación sino a las obras que uno debe hacer.
Me gusta cómo nos dice, hermanos míos. Me parece que tiene cierto cariño y preocupación al expresar estas palabras. Intento decir enojado o regañando las mismas palabras y simplemente no concuerdan la actitud con las palabras.
Ahora, con ese cariño y esa preocupación, Santiago quiere decirle algo importante a los hermanos en la fe de su época, pero ahora Dios es quien quiere hablarte a través de esta carta, por esto, pon atención: ¿de qué te sirve decir que tienes fe si todo lo haces igual que siempre? ¿De qué te sirve decir que tienes fe si nada cambia en ti?
Pienso que se estaba presentando una situación particular entre los hermanos, los cuales aludían a su gran fe y probablemente la poca fe de otros congregantes. Definitivamente esto no es un concurso de fe ni de actos. Cada uno de nosotros tenemos un camino personal con Dios por recorrer y nadie debe compararse con su prójimo para sentirse “mejor”. Si vas a voltear a ver a tu prójimo, que sea para tomar como ejemplo aquello que tú no estés haciendo para darle gloria a Dios.
Dice un dicho muy conocido lo siguiente: del dicho al hecho, hay un largo trecho. ¿Te acuerdas de él? Sabes perfectamente lo que significa: es muy fácil hablar pero muy difícil actuar. Esto es básicamente lo que nos está diciendo Santiago con referencia a la fe. No se trata de pensar que tienes mucha fe. Varias veces me he topado con gente que dice: sí, Dios nos va ayudar, yo tengo mucha fe en que así será. O también aquellos que piensan que tienen mucha fe. La fe no es un acto de positivismo. La fe no es el optimismo que te vende el mundo allá afuera y tampoco algo que no exista. La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. (Hebreos 11:1). Cuando tienes fe, la fe en Dios, tu actitud cambia. No se pone feliz nada más porque sí, tiene paz y gozo porque aunque no ves por dónde puedan resolverse las cosas, sí sabes que puedes esperar sin miedo y confiado de que el Señor se encargará (y se está encargando) de todo minuciosamente.
No digas que tienes fe sin entender lo que estás diciendo y menos como una muletilla. Entiende que la fe va ligada a lo que haces, así que, analiza cómo reaccionas ante momentos difíciles, cómo haces las cosas en tu día a día, cuáles son tus principios, y así podrás darte cuenta verdaderamente qué clase de fe tienes.

Oración
Señor: perdona mis pecados. Gracias por enseñarme que debo actuar sobre la fe que tú me das. Tú sabes Señor que muchas veces es mayor el miedo la preocupación, lo imposible que parece que las cosas cambien y ahí termina mi fe. Hoy quiero hacer las cosas diferente y comenzar una vida en la que mi fe tenga obras que la sustente. Ayúdame a vivir una fe con obras Padre. Te lo pido en el nombre de Jesús.
Amén

11 ago 2009

Santiago 2:12-13



Hablen y pórtense como quienes han de ser juzgados por la ley que nos da libertad, porque habrá juicio sin compasión para el que actúe sin compasión. ¡La compasión triunfa en el juicio!

Otra palabra que se utiliza para compasión es misericordia. Por pura compasión o misericordia, Jesús murió para poder reconciliarte con Dios Padre. Fue su amor tan grande lo que llevó al hijo unigénito a morir crucificado y cargar con la pena de todos los pecadores.
¿Entiendes bien lo que ha hecho Dios por ti? ¡Tuvo y tiene compasión! Si algo he aprendido en mi crecimiento espiritual es que yo no he hecho absolutamente nada para que Dios se fijara en mí. No hay nada que pueda ofrecerle que no tenga y no hay nada en mí que pueda compararse con su santidad y perfección. Al comprender esto, me motiva a cambiar mi vida y comenzar a obedecer incluso en las áreas que no quiero, “hablen y pórtense como quienes han de ser juzgados por la ley de libertad”. No importa ya lo que yo quiero o deseo, ahora importa lo que Dios quiere de mí. Parece un tanto exagerado hacer a un lado mis deseos y poner los de Cristo primero, pero si a alguien he de confiar todo mi ser, es en Jehová.
Estoy convencido que Dios Padre me ha perdonado pues he aceptado a Cristo como mi redentor. Pero también sé que otras personas no lo han hecho aún y por esta razón se encuentran sujetos a lo que el versículo describe como un juicio sin compasión. A veces nos concentramos tanto en nuestra propia vida, que se nos olvidan aquellas personas que todavía no conocen al Señor y que por consecuencia, no llevan una vida de libertad y peor aún, serán llevadas al juicio sin compasión. Es tu responsabilidad compartir a Jesús. Comunica a las demás personas lo que Dios está haciendo en tu vida y dales la oportunidad de que experimenten lo mismo en las suyas.
Hablen y pórtense como los que son llevados al juicio de misericordia. Hay dos formas de hablar y de comportarse: la tuya y la de Dios. No se parecen en nada y definitivamente no se pueden mezclar. ¿Qué sale de tu boca? ¿Qué dicen tus actos? ¿Te estás comportando como alguien que entiende lo que es la misericordia?
Dios te ama, te perdona y te busca en todo momento. ¡Entiende lo que es misericordia! ¡Nadie merece que el Señor lo esté buscando y perdonando! Es pura compasión y amor de Dios hacia nosotros. ¡Compórtate como si lo entendieras! Habla como si lo entendieras. Actúa como si lo entendieras. Es momento de dejar a un lado “tu manera”.

Oración
Dios: perdona que no he hablado ni me he comportado como es digno de alguien que te conoce. Ayúdame a entender tu misericordia hacia mí y permite que la pueda vivir y transmitir a los demás. Quiero hacer a un lado mi voluntad y mi manera para vivir la tuya. Quiero hablar y comportarme como aquellos que han entendido que somos llevados al juicio de libertad. En el nombre de Jesús lo pido.
Amén

10 ago 2009

Santiago 2:10-11



Porque el que cumple con toda la ley pero falla en un solo punto ya es culpable de haberla quebrantado toda. Pues el que dijo: “No cometas adulterio”, también dijo: “No mates.” Si no cometes adulterio, pero matas, ya has violado la ley.

Tal vez estoy equivocado pero pienso que dentro de la cultura latina tenemos una tendencia a crear nuestras propias excepciones. Sabemos que debemos hacer del uno al diez. Comenzamos a analizar nuestra tarea y después de un tiempo nos damos cuenta que el 3 el 7 y el 8 realmente no tiene mucho sentido que lo hagamos. Solamente nos quitará tiempo y no es tan relevante como los demás números. ¿Entiendes lo que estoy diciendo? Se llama el fenómeno de un poquito no es tan grave. El problema radica en ¿quién decide lo que es poquito o mucho? Tal vez tirar solamente un papel o un chicle a la calle no está tan mal, pero tirar un pañal ya sería demasiado. ¿Se puede vivir así? No. Imagina a un ejército en un campo de batalla y que cada soldado pudiera decidir sobre lo que considere mejor para él. ¡Qué desastre!
¿Qué tiene que ver todo esto con Dios y el versículo de hoy?
Con Jehová no hay medias tintas. Si te pide algo, espera que lo cumplas en su totalidad, no da lugar a que tú decidas si es mucho, poco, exagerado, sin sentido o muy difícil, simplemente te pide que obedezcas.
Ahora, esta obediencia no será recompensada por la gente a tu alrededor. Probablemente te vean como un exagerado que se está “perdiendo de muchas cosas”. ¡El que falla en un solo punto ya es culpable! Nosotros tenemos grises y tibios. Con Cristo solamente hay blancos y negros, fríos o calientes, porque gracias a su sacrificio, todos nuestros “negros” se vuelven blancos. No por lo que tú hagas sino por lo que Él ya hizo.
Hoy te quiero animar a que analices tu vida.
¿Estás decidiendo en lo que debes obedecer y en lo que no? ¿Te gusta hacer solamente aquello que consideras muy importante?
Dios te está enseñando que las cosas no funcionan así. Es necesario cambiar la mentalidad y el enfoque. Debes transformar tu manera de ver las cosas y alinearlos con la manera en que Dios las ve.
“Si fallas en una sola, has quebrantado la ley en su totalidad.” Este es Dios quien demanda todo de ti. Quiere tu vida entera y no solo pedacitos. No se conforma solamente con que le entregues tus momentos difíciles o los fáciles, quiere ser el Señor de tu vida entera. Te animo a que lo seas.

Oración
Dios: perdona mis pecados. Hoy entiendo que he llevado tus mandamientos como yo considero que se deben llevar y no como Tú lo pides. Quiero comenzar a hacer las cosas diferentes y alinear mi forma de ver las cosas con Tu forma de verlas. Ayúdame a tener fe y que no me dé pena ni miedo hacer al cien por ciento tu voluntad. Te lo pido en el nombre de Jesús
Amén

7 ago 2009

Santiago 2:8-9

Hacen muy bien si de veras cumplen la ley suprema de la Escritura: Ama a tu prójimo como a ti mismo; pero si muestran algún favoritismo, pecan y son culpables, pues la misma ley los acusa de ser transgresores.



¿Qué no lo había dicho antes? ¿Por qué nos repite y repite que debemos amar a nuestro prójimo y no estar discriminando?
Porque eres humano.
¿Has intentado dejar algún vicio? ¿Has intentado hacer una dieta? ¿Te has propuesto hacer ejercicio? Si tu respuesta es afirmativa, entonces podrás entender mejor el por qué es necesario que nos repitan constantemente las cosas y encaminarnos día por día y no año con año por donde debemos ir.
Qué fácil es llenarse de emoción y decir: se acabó, de hoy en adelante las cosas van a ser diferentes. Ahora sí voy a hacer esto y dejar de hacer aquello. Ya me cansé de tantos intentos fallidos.
¿Te suena familiar?
En tu vida espiritual pasa algo similar. Escuchas de la palabra de Dios y aprendes que no debes discriminar ni dar tratos preferenciales o favoritismos. Reflexionas y te das cuenta que puedes estar fallando a este mandamiento. Oras a Dios y pides porque no siga sucediendo. Después de unos días, te das cuenta que volviste a caer en el mismo error. La vida en Cristo es de lucha constante al igual que la que todos vivimos en este mundo, la única diferencia es que la vida espiritual “recarga energías” a través de la oración y el trabajo del Espíritu Santo en nosotros.
Claramente es una falta el hacer favoritismos o discriminar, “la misma ley los acusa de ser transgresores”. No puedes pensar que no está tan mal el hacer pequeñas diferencias entre una persona y otra. Recuerda: tú eres quien decide con quién estás y cómo eres con las personas que te rodean. Lo que sí te puedo decir, es que si decides relacionarte con aquellos que no aman a Jesús y sobre todo que busquen obedecerlo, tu probabilidad de caer en este tipo de pecados se incrementará exponencialmente. ¡Se realista! ¿Cómo es el mundo? ¿No son los programas de mayor éxito en la televisión aquellos que se ponen a criticar a los artistas? ¿Esto es lo que ves y escuchas? Obviamente si te alimentas de este tipo de cosas, cómo esperas que ames a tu prójimo como a ti mismo si lo que te están enseñando es que por vestirte de una manera u otra y tratar de comportarte de otra, puedes ser “diferente” a los demás.
Discriminar, tener favoritismos, hacer acepción de personas, es pecado. ¡No le agrada a Dios! Piénsalo…

Oración
Padre: perdona mis pecados y abre mis ojos para que no discrimine a mi prójimo. Permite que pueda aprender a amar a mi prójimo como a mí mismo y que no me desanime en el camino. Te doy gracias por corregir mis pasos en el nombre de Jesús.
Amén

6 ago 2009

Santiago 2:6-7

Pero vosotros habéis afrentado al pobre. ¿No os oprimen los ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales? ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros?


¿Qué está mal en el versículo? ¿El ser rico? No. La decisión que tomaron de preferir a los ricos que a los pobres asignándoles buenos lugares en la congregación y discriminando a los demás. Si solamente leyéramos estos versos, nos dejaría la impresión de que Dios está en contra directa de los acaudalados, pero haciendo un poco de memoria, sabemos que en la historia, no ha importado que las personas sean ricas o pobres para ser utilizados por Dios sino la humildad de su corazón y disposición a entregar su vida.
El problema que está exponiendo Santiago va más allá de ricos y pobres. Se está dirigiendo directamente a las personas con las que te rodeas. A quiénes aceptas y a quiénes rechazas. “Pero vosotros habéis afrentado y menospreciado al pobre” ellos escogieron entre unos y otros, nadie los obligó. Lo único que pasó es que, como humanos, se fueron por lo que se ve, lo exterior, por encima de lo interior y lo espiritual. Santiago les está tratando de abrir los ojos y demostrarles el error tan grave que estaban haciendo, buscaba que se dieran cuenta que las personas que se necesitan en la iglesia de Jesús no tienen que ser ricas ni de buen parecer ni tener algo en especial en lo exterior. ¡No! La iglesia de Jesús se compone de pecadores que quieren corregir su camino, de aquellos que han reconocido su necesidad de reconciliarse con Dios y empezar una vida distinta.
¿Te das cuenta de este error?
Lo mismo pasa con nosotros ahora. ¿Con quién te relacionas? ¿Quiénes son tus amigos más cercanos? ¿Haces diferencias entre “ricos” y “pobres”? ¿Buscas que las personas con las cuales te relacionas, amen a Dios? O simplemente ¿prefieres que tus amigos sean con los que “la pasas bien” y la gente que ama a Dios es para otros momentos? ¡Abre los ojos y no caigas en el mismo error que describe Santiago! “¿No son los que los oprimen y los que blasfeman el nombre de Dios?” ¡Date cuenta de lo que hacen y piensan las personas que están a tu lado! Si realmente amas a Dios, debes preocuparte que aquellos con quienes pasas tiempo tengan el mismo sentir. Santiago prácticamente les estaba diciendo: ¿qué no se dan cuenta que aquellos con los que pasan tanto tiempo y les hacen tanta reverencia no les importan? Ellos mismos se burlan de ustedes y de su amor por Dios tratando de minimizar el nombre del Señor.
¿Lo puedes entender ahora? Te animo a que tengas cuidado y no caigas en el mismo error.

Oración
Padre: gracias por preocuparte por mí y enseñarme los errores en los que puedo estar cayendo. Te pido perdón si he dado prioridad a personas que no te aman por encima de los hermanos que te han entregado su vida. Te pido que pueda entender que esta advertencia es por mi propio bien. Nuevamente te doy las gracias y te pido esto en el nombre de Jesús
Amén

5 ago 2009

Santiago 2:5

Hermanos míos amados, oíd: ¿NO ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?


¿Por qué escogió a los pobres y no a los ricos? ¿No sería más fácil llevar un plan con aquellos que tienen más recursos y mucha influencia? Recuerdo cuando era pequeño y se realizaba alguna actividad en equipo, como jugar fútbol, era común el que se escogieran dos capitanes y todos los demás quedaban separados. Estos capitanes tenían la responsabilidad de escoger lo mejor posible a aquellos que integrarían su equipo (¡la finalidad es ganar!). Después de esto, empezaba la selección. Tú, y luego tú, y el de allá atrás, mi mejor amigo, este que vi que jugaba bien, mmm, ya no quedan muchos buenos, ¡uff! me acuerdo que este que queda ni siquiera sabía pegarle a la pelota, ¡qué mal! Solo queda este que ni correr puede… está bien, tú (si puedes quédate en una esquina y trata de no estorbarnos).
Obviamente siempre quieres ser de los primeros que escogen, ser de los últimos significa un fracaso… A nivel profesional se sigue haciendo algo similar donde los mejores jugadores son los primeros en ser escogidos. En el ámbito laboral, existen personas llamadas headhunters o cazadores de talento, que se dedican a buscar a los más calificados para algún puesto en especial. En el mundo en que vives, la selección para cualquier actividad siempre está basada en lo que puedas desarrollar como persona. Por tus características, tu físico y tu mente. Pero ¿qué escogió Dios? ¿Cómo realizó su selección? ¿Qué tan diferente la hizo de lo que nosotros lo hacemos? ¿Debemos aprender de su forma de escoger?
Definitivamente Dios hace sus selecciones muy diferentes a nosotros y hay mucho que aprender. Él se encargó de escoger con mucha sutileza y detenimiento. No mandó headhunters sino que a cada uno de nosotros nos pasó por su lupa que puede ver el corazón y lo que hay en nuestros pensamientos. No importó el físico ni la posición económica, tampoco las recomendaciones o las actividades que hayas realizado. Simplemente te amó, tuvo misericordia de verte perdido y te buscó para reconciliarte con Él.
En términos coloquiales, para Dios somos los que nadie quería escoger. Somos aquellos que no sabían pegarle a la pelota o que no corrían bien o simplemente los que no son muy aceptados (1ª Corintios 1:27-28). No tienes nada de especial más que el amor de Dios en ti. Piénsalo por un momento: ¿qué puede necesitar Dios de ti? ¿Acaso no le has fallado en muchas ocasiones? Toda esta selección de Dios tiene un propósito: que Él reciba la gloria de todo lo que hace. Cuando humillas tu corazón y entiendes que realmente no tienes nada que ofrecerle a Dios y puedes comprender que realmente eres de los últimos que debió de haber sido escogido en el equipo del Señor, entonces Dios puede comenzar a trabajar contigo y utilizarte para que hagas su obra. Los pobres y no los ricos son los escogidos. No son los que llaman la atención para si mismos sino los que dejan que sea Dios quien brille en sus vidas.

Oración
Padre: gracias. Gracias por amarme sin merecerlo y por reconciliarme contigo a través de Jesús. Te pido que pueda entender tu mensaje de hoy y que mi orgullo no estorbe para que trabajes en mi corazón. No es fácil entender que no tengo nada especial y que soy pobre, pero que ese es tu plan para que seas Tú quien reciba la gloria y no yo. Te pido que mi vida sea de testimonio para las demás personas y puedan voltear a Ti y reconocerte. Oro a Ti en el nombre de Jesús
Amén

4 ago 2009

Santiago 2:2-4

Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: siéntate tú aquí en buen lugar; y decís al pobre: estate tú allí en pie o siéntate aquí bajo mi estrado; ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos?


Es muy fácil leer estas palabras y pensar: tiene toda la razón, no debemos estar haciendo diferencias, pero la realidad es otra. Cuando estás sentado muy cómodamente, listo para aprender acerca de la palabra de Dios y de repente llega una persona que probablemente no ha tomado un baño desde hace ya varias semanas, su ropa apesta pero no tanto como él, sus dientes (los restantes) están sucios y su cara está hinchada probablemente del alcohol o las drogas que utilizó el día anterior. ¿Qué hacer? A estas personas ¿ya no las recibes? ¿Solamente aplica el versículo para aquellos que son pobres pero limpios?
Aplica para todos.
Cuando te pones a hacer distinciones, dice el versículo que te conviertes en un juez, pero no termina ahí, dice además que con malos pensamientos. Si reflexionas por un momento, tiene sentido en que sea con malos pensamientos. ¿Quién decidió cómo deben ser las cosas? ¿Quién creó al mundo? ¿Quién le manda al sol, las estrellas, los vientos y a los mares? ¿Quién creó al hombre? Dios. Entonces, quién te dijo que tú puedes poner tu propia escala para definir qué personas son aceptables y cuáles no. Nuestra escala definitivamente no tiene nada de buena ni de correcta. Sabes, si Dios hiciera lo mismo, ninguno de nosotros tendría posibilidad de tener comunión con Él. Imagina por un momento a Jesús rechazando el tener comunión con los leprosos, con los paralíticos, con la mujer que tenía varios divorcios, con la mujer prostituta, con Judas que lo traicionaría y solamente hablando con los respetados fariseos, tal vez con el centurión, y probablemente Nicodemo. Nos hubiera dejado un evangelio a medias. ¿Sabes que para Dios, antes de ser limpiado y perdonado por la sangre de Jesús eres como aquél que describí anteriormente? Sucio, sin nada digno, sin nada agradable, apestoso, eso eres si no reconoces a Jesús. ¿No te sientes así? Quiere decir que estás utilizando la escala humana y no la divina. Dios no está fijándose en tu exterior sino en tu interior. ¿La causa para que te vea así? Tu pecado. ¿Acaso Jesús no tenía bien desarrollados sus sentidos de la vista y el olfato o por qué no le importaba andar con gente así? Por amor y misericordia.
Hoy te animo a que primero entiendas que no tienes nada de especial ni mejor que tu prójimo. Eres creación de Dios igual que aquél que piensas que es detestable. Dios tiene misericordia y principalmente amor hacia nosotros y por ello quiere tener comunión a través de su Hijo Jesús. Deja ya de hacer distinciones y reconoce que tú también necesitas una buena “limpieza”.

Oración
Padre: perdona mis actitudes. Perdona mis pecados. Quiero aprender que es gracias a tu misericordia y amor que tengo algo especial. No permitas que confunda lo especial del mundo con lo especial para ti. Guíame para no tener malos pensamientos y sentirme juez con mi propia balanza. Permite que pueda transmitir tu amor y misericordia a mi prójimo, en el nombre de Jesús
Amén.

3 ago 2009

Santiago 2:1

Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas.


En otras traducciones en lugar de acepción utilizan discriminar o tener favoritismos. Cuando se discrimina, se está excluyendo a alguien de algo, se le da un trato de inferioridad.
¿No se supone que si seguimos a Jesús, no deberíamos estar teniendo estos problemas? Si seguimos a Cristo, ¿no deberíamos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos? La respuesta es sí. La realidad es otra. De hecho, creo que estas preguntas son la principal causa por la que las personas no quieren acercarse a Dios. Pensamos que si acudimos a un estudio de la Biblia o acudimos a un servicio dominical, la gente buscará cambiarnos y obligarnos a ser a su manera. Grave error. Nosotros como congregación no debemos imponer ni obligar sino amar, enseñar, exhortar, corregir, consolar y tener misericordia en el amor de Cristo.
El seguir a Jesús no nos hace ni más ni menos que las demás personas. Aquellos que conocen la Biblia de memoria y en varios idiomas, no son más que los que están empezando su viaje con el Señor. Tampoco son más, los que llegan con ropas finas sobre los que tienen unas cuantas mudas.
Reflexionando en este versículo, me doy cuenta de cómo es difícil entender la voluntad de Dios y llevarla a cabo. Dentro de una congregación, entre hermanos, se estaban dando mejores tratos a unos que a otros. ¿Qué no dijo Jesús: ya no hay rico ni pobre, judío o gentil? Pero al parecer esas palabras no se quedaron suficiente tiempo pues como personas nos gusta comenzar a hacer distinciones: los guapos y los feos, los altos y los bajos, los listos y los burros, los ricos y los pobres, los que se visten bien y los que no, y así cuántas cosas más… ¿Sabes qué es todo esto? Crítica. Juicio.
¿Quién eres tú para dividir en grupos a los hijos de Dios?
Vivimos en una sociedad que le gusta poner organizaciones piramidales. Jesús puso el ejemplo contrario. Él como Señor y Rey, lavó los pies de sus discípulos, lo que era considerado como lo más bajo que podía existir. ¿Por qué lo hizo, porque estableció el principio de servicio y amor al prójimo por encima de la comodidad personal y el estatus social. ¿Qué hacemos tú y yo? Nos ponemos a hacer distinciones entre los congregantes… esto no puede ser así.
Hoy quiero animarte a reflexionar en tu manera de ver a los demás y en tus actitudes hacia ellos. ¿Tratas a todos por igual? No permitas que en tu vida haya favoritismos o acepciones. Permite que el ejemplo de Jesús se guarde en tu memoria para poder corregir tus pasos cuando comiences a criticar a alguien.

Oración
Padre mío: perdóname pues soy pecador. Guíame por tu camino y permite que entienda que no soy nadie para hacer acepción de personas. No quiero criticar ni juzgar a mis hermanos ni a mi prójimo, ayúdame a hacerlo. Te pido que en mi congregación no caigamos en este problema sino que nos amemos sin distinciones como Tú lo pides. Gracias por escuchar mi oración, en el nombre de Jesús
Amén