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23 dic 2011

Hechos 17:1-4



Pasando por Anfípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos.  Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de reposo discutió con ellos declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo.  Y algunos de ellos creyeron, y se juntaron con Pablo y con Silas; y de los griegos piadosos gran número, y mujeres nobles no pocas.


Si leemos rápido el pasaje pareciera que los resultados de compartir el evangelio fueron extremadamente rápidos.  Tres días.  Pero en realidad son tres semanas puesto que son días de reposo.  O sea, tres sábados pasaron antes de que los discípulos comenzaran a ver que el evangelio era recibido entre las personas.  Imagino a Pablo y a Silas llegando a Tesalónica y entrando en las sinagogas para hablar de Cristo.  No hablaban antes para sacar una cita ni mandaban un correo electrónico para que fueran recibidos.  Simplemente llegaban y comenzaban a hablar de Jesús.  Nosotros por el contrario queremos que las cosas funcionen distinto (o tal vez solo soy yo).  Buscamos el momento preciso para no incomodar a las personas al hablar de Cristo.  No lo hacemos con desconocidos.  No lo hacemos todo el tiempo pues pareceríamos fanáticos.  Nos gustaría que las personas que nos escuchan ya estén preparadas para lo que les vamos a compartir y simplemente digan: acepto.  La realidad, como tú y yo sabemos, no es así.  Entonces, ¿por qué no compartir el evangelio como lo hacían los discípulos?  Me parece que después de Jesús, ellos han sido el mejor ejemplo llevando las buenas nuevas por todo el mundo y de cómo vivir en servicio total al Señor.  ¿Qué te detiene?  ¿Te preocupa lo que la gente diga o piense?  Honestamente, resulta difícil ser y actuar sin pensar en aquello que pudieran decir o pensar de nosotros y en especial con temas espirituales.  Pienso en aquellos que defienden a capa y espada a su equipo favorito.  Hablan de él como si fueran uno mismo y dicen ganamos o perdimos en lugar de ganaron o perdieron.  Se apasionan.  Se iluminan sus ojos y comparten con todos a qué equipo le van y se sienten orgullosos de ello.  ¿ Por qué no tener esa misma pasión al decirle al mundo que nuestro padre está en los cielos y se llama Jehová?  Actuar y hablar como aquél que nos salvó y dar testimonio que nuestras acciones las basamos en el Hijo que fue sacrificado por nosotros.  La gente le grita a sus artistas favoritos y se nos hace normal, pero levantar los brazos y alabar a Dios lo vemos distinto... 
El pasaje nos dice que Pablo declaraba y exponía las escrituras.  Pero lo que no nos dice de manera explícita es del testimonio que daba una vez terminada su exposición.  Piénsalo.  Hablaba en la sinagoga el sábado.  Exponía a Jesús y las escrituras que revelaban su venida.  Luego se iba y vivía con una congruencia espectacular pues lo que hablaba estaba en línea con lo que hacía.  Dicen que los actos hablan más que mil palabras.  Es totalmente cierto.  Así hizo por tres semanas seguidas.  Después un gran número de personas creyeron.
No podemos ser tímidos.  No podemos estar escondiendo nuestra creencia.  No podemos llevar una doble vida.  ¿Acaso nos avergonzamos de nuestro Señor?  ¿No ha hecho maravillas inimaginables en tu vida?  ¡Salgamos al mundo a compartirlo!
Oración
Padre: te pido perdón pues sin pensarlo he vivido como si me avergonzara de Ti.  No quiero vivir más así por lo que te pido me llenes de paz, confianza y sabiduría para vivir dando testimonio de un siervo tuyo a quien por tu amor le llamas hijo.  Transforma mi vida.  Renueva mi corazón.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén.

21 dic 2011

Hechos 16:35-40


Al amanecer, los magistrados mandaron a unos guardias al carcelero con esta orden: Suelta a esos hombres.  Pero Pablo respondió a los guardias: ¿Cómo? A nosotros, que somos ciudadanos romanos, que nos han azotado públicamente y sin proceso alguno, y nos han echado en la cárcel, ¿ahora quieren expulsarnos a escondidas?  ¡Nada de eso!  Que vengan ellos personalmente a escoltarnos hasta la salida.  Los guardias comunicaron la respuesta a los magistrados.  Éstos tuvieron miedo cuando oyeron que Pablo y Silas eran ciudadanos romanos, así que fueron a presentarles sus disculpas.  Los escoltaron desde la cárcel, pidiéndoles que se fueran de la ciudad.  Al salir de la cárcel, Pablo y Silas se dirigieron a la casa de Lidia donde se vieron con los hermanos  los animaron.  Después se fueron.



Todo tiene un ciclo.  Si bien, el día de ayer vemos que Pablo y Silas tenían un respiro de lo que estaban viviendo en la cárcel, ellos seguían presos.  Seguían sin saber qué sucedería con ellos.  El guardia los había sanado y les había ayudado a pasar un mejor rato, pero vemos que al día siguiente, ellos siguen en la cárcel.  Nos gusta pensar que Dios se encargará de evitar cualquier problema en nuestra vida.  En la cultura occidental, tenemos impuesta la idea de cómo debe ser la vida perfecta.  Implica mucho dinero, una linda casa, una familia y un padre exitoso.  Ve por un momento los reality shows, películas y demás programas de tv y te podrás dar cuenta que esto es lo que se promueve.  Nosotros como seguidores de Jesús, en lugar de renovar nuestra mente y nuestro entendimiento como lo dice la palabra, queremos trasladar esas ideas y esa cultura e implantarla en las promesas de la biblia.  ¡Por eso hace corto circuito y no entendemos lo que nos pasa!  Queremos entender lo espiritual y divino utilizando herramientas carnales y del mundo.  ¿No te parece ilógico?  ¡Por supuesto que lo es!  Por eso el evangelio hace tanto énfasis en que permanezcamos en Él.  Que escudriñemos su palabra.  Que oremos sin cesar.  Que permanezcamos fieles.  Porque sabe que todo lo que está a nuestro alrededor estorba nuestra comunión con Él.
Dios está buscando “pulir” tu corazón.  Está transformando y renovando tu entendimiento.  Quiere moldear tu mente para que pienses y actúes como Jesús.  Para ello, es necesario “extirpar” todas tus mañas y costumbres que le estorban.  En ocasiones, esto implica atravesar momentos que no parecen gratos y son llenos de incertidumbre y dolor.  En nuestro proceso debemos atravesar por cárceles y lidiar con magistrados corruptos y carceleros que sanen nuestras heridas.  Es parte del plan de Dios y es lo que necesitamos para ser transformados.  Pero hoy, en los versículos que escribí podemos ver que todo tiene un ciclo.  Al día siguiente, los magistrados fueron, se disculparon y los escoltaron a la salida de la cárcel.  Así, un día, las cosas cambian.  Lo que debes preguntarte es ¿qué estoy haciendo mientras tanto?  ¿Estás dejando que Dios renueve tu corazón?  ¿Qué diría hoy Dios de tu actitud?  ¿Qué diría el Señor de tu entrega?  Si algo debe preocuparnos es el quitarle a Dios el trono de nuestra vida.

Oración
Señor: toma el trono de mi vida.  Reina en mi vida y que sea tu voluntad en mí.  Hoy entiendo que debo renovar mi mente y mi corazón y te los entrego para que los transformes a tu manera.  Perdona mis pecados.  Perdona que te de la espalda.  Hoy vengo a ti humillado pidiendo reconciliarme contigo.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén 

20 dic 2011

Hechos 16:33-34


Y él (el carcelero), tomándolos en aquella misma hora de la noche; les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos.  Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios.



Si los planes de Dios parecen sin sentido, sus resultados son igual de sorprendentes.  Un carcelero lavando las heridas de los presos, llevándolos a su casa y gozándose de tener comunión con ellos pidiendo además que fuera bautizado ¡definitivamente no tiene sentido!  Solamente dentro de los planes de Dios puede pasar algo así.  ¿Quién de nosotros hubiera pensado en un plan dentro del cual, pasando por la cárcel, podríamos compartir de Cristo y tendríamos a presos y al carcelero de rodillas pidiendo reconciliarse con Dios?  La verdad es que ninguno de nosotros lo hubiera pensado con tal perfección.  Es difícil atravesar situaciones difíciles cuando no confiamos en Dios.  Es fácil perder la perspectiva y pensar que nada tiene sentido o que las cosas estarían mejor de otra manera.  La realidad es que Dios es perfecto.  ¿Lo puedes entender?  Te lo repito.  Dios es perfecto.  Nos da, nos quita y nos lleva conforme a su perfecta voluntad.  Está en nosotros el confiar y vivir conforme a su palabra o por el contrario, dudar y tratar de resolver todo por nuestra cuenta…
Por otro lado, ¡me encanta la reacción del carcelero!  Expresa total agradecimiento con los discípulos por haber permanecido en la cárcel a pesar de que las puertas se habían abierto.  Por unos momentos, él pensó en quitarse la vida y al escuchar las palabras de Pablo “no te hagas mal pues todos estamos aquí”, revivió.  Él sabía que los presos podían huir y que no merecía que se quedaran ahí para salvarle la vida.  ¿Qué preso no saldría corriendo al instante?  El carcelero entendió que había ocurrido un milagro en su vida y que Dios lo estaba llamando, por esta razón lo vemos a los pies de los discípulos pidiendo instrucciones para ser reconciliado con el Señor.  Sus primeros actos después de recibir a Cristo es continuar expresando su gratitud al abrir las puertas de su casa y servir a Silas y Pablo.
En resumen, debemos tener presentes dos principios: mantener la perspectiva divina y vivir agradecidos pues no merecemos la misericordia, gracia y amor de Dios.  Piénsalo.  Si atraviesas momentos difíciles, en lugar de preocuparte por lo que ha de venir, puedes cambiar tu perspectiva y confiar en que Dios te ama y solamente quiere ver por tu bien.  Es entonces cuando puedes comenzar a vivir el segundo principio.  Una vida de agradecimiento.  No hay nada más triste que ver cristianos amargados o con resentimientos y corajes.  Si algo nos transmite la palabra de Dios es el gozo de poder tener comunión con Él y de poder renacer y comenzar una vida a sus pies.  ¿Por qué seguir arrastrando el pasado?  ¡Mantén la perspectiva divina y vive agradecido!

Oración
Señor: reconozco que es fácil perderme en el mundo y olvidar Tú perspectiva y perfección.  Reconozco que no he sido agradecido y que debo cambiar.  Te pido me perdones y renueves mi corazón.  Quiero vivir confiado y agradecido.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén