Vistas de página en total

12 dic 2012

Filipenses 1:15-17


Es cierto que algunos predican a Cristo por envidia y rivalidad, pero otros lo hacen con buenas intenciones.  Estos últimos lo hacen por amor, pues saben que he sido puesto para la defensa del evangelio.  Aquéllos predican a Cristo por ambición personal y no por motivos puros, creyendo que así van a aumentar las angustias que sufro en mi prisión.



Hace unos días fui a un evento navideño organizado por la ciudad.  No tenía un tema religioso o espiritual en específico sino una mezcla de tradición con un poco del nacimiento de Jesús.  En medio de los ríos de gente, habían unas pancartas de color llamativo.  “arrepiéntete porque si no, irás al infierno”  “Dios castiga al pecado” y citas similares.  Recuerdo haber pensado “¿de todos los versículos de la biblia y todo el mensaje que Jesús nos dejó, tenían que haber escogido esos?”.  ¿Qué reacción podrían causar en la gente?  Dudo mucho que alguien pudiera acercarse.  De hecho, jamás vi que alguien lo hiciera.  Solamente ahí estaban mientras uno de ellos gritaba cosas relacionadas a la biblia.  Honestamente no veo ningún objetivo más que satisfacer un deseo personal al tratar de predicar el evangelio de esta manera.  Por otro lado, tenemos personas e instituciones que se han enriquecido utilizando el evangelio a su conveniencia.  En los tiempos de Pablo, vemos que había personas que utilizaban también el evangelio para beneficio personal.  Predican por envidia y rivalidad, nos dice Pablo.  Él veía lo que estaba pasando y cómo el nombre de Cristo era utilizado para conveniencia de unos mientras que al mismo tiempo, había corazones entregados que predicaban por amor y entrega al Señor.  
Todo esto me lleva a pensar en dos cosas.  La primera: debemos tener cuidado de quién recibimos instrucción espiritual y debemos estar atentos a que esté en línea con lo que la biblia dice.  La segunda: debemos ser sabios para compartir el evangelio.  No podemos hablar de Cristo como a nosotros nos parezca o como se le ocurra a alguien.  Debemos seguir el ejemplo de Jesús.  ¿Cómo se comportaba Jesús con los pecadores?  ¿De qué manera los trataba?  ¿Cómo se acercaba a aquellos que eran rechazados?  Siempre vemos a un Cristo amoroso, delicado y paciente.  Acercándose y hablando con aquellos que eran considerados “impuros” para la sociedad.  Este ejemplo que nos dejó, involucra tiempo, dedicación, sufrimiento y entrega.  Pablo lo entendió y así lo hizo, por esta razón, cuando se da cuenta de lo que estaba pasando, explica cómo aumentan sus angustias.  Él había estado en Filipos.  Él había visto cómo la gente aceptaba y crecía en el evangelio.  Ahora estaba encarcelado y solamente recibía noticias sobre lo que acontecía.  Piénsalo.  ¿No te sentirías igual?  Después de haber dedicado esfuerzo y entrega a una obra, ver cómo algunas personas quieren destruir lo que has edificado debe causar un fuerte golpe en tu corazón.  Pues así estaba Pablo.  Preocupándose por sus “polluelos”.  Tratando de dar instrucciones precias para que no se desviaran de la verdad.


Oración
Padre: te quiero pedir perdón por mis pecados.  Perdón por darte la espalda y no obedecerte ni entregarme como lo pides.  Te pido que cambies mi vida y pueda llevar tu palabra a más personas y dar de mi tiempo y esfuerzo para llevar tu nombre y tus bendiciones.  Ayúdame a ser sabio al hacerlo y siempre utilizar el ejemplo que tu Hijo dejó.  Te pido también que pueda tener discernimiento para identificar a aquellos que predican tu palabra por ambición personas versus aquellos que lo hacen por amor a tu nombre.  Gracias mi Señor y te pido esto en el nombre de Jesús.  Amén 

7 dic 2012

Filipenses 1:12-14


Hermanos, quiero que sepan que, en realidad, lo que me ha pasado ha contribuido al avance del evangelio.  Es más, se ha hecho evidente a toda la guardia del palacio y a todos los demás que estoy encadenado por causa de Cristo.  Gracias a mis cadenas, ahora más que nunca la mayoría de los hermanos, confiados en el Señor, se han atrevido a anunciar sin temor la palabra de Dios.



Es sumamente complicado darle sentido a las cosas cuando están de cabeza.  Darle una explicación a lo que nos acontece no es fácil cuando atravesamos momentos difíciles.  ¿Cómo explicar el por qué nos sucede esto o aquello?  La verdad es que solo Dios sabe.  Podemos tener algunas ideas e hipótesis, pero nuestra visión de las cosas es sumamente limitada.  Nosotros no podemos ver ni siquiera un segundo en el futuro mientras que nuestro Señor es eterno.  Por esta razón, nos resulta imposible poder darle sentido a las cosas cuando nos “llueve sobre mojado”.  Pero de algo estoy convencido, que así como Pablo entendió en su momento que su encarcelamiento estaba sirviendo no solo para compartir el evangelio a los guardias sino a gobernadores y reyes, pudo ver cómo otros hermanos en la fe se fortalecían por el testimonio que él estaba dando, así también, con tu vida y con mi vida, muchas personas fortalecerán su fe y entrega al Señor cuando nos vean reaccionar ante la adversidad.  Y, a su debido tiempo, el Señor se encargará de revelarnos lo que considere necesario para su gloria.
Ahora, recordemos un poco de historia.  Pablo iba a ser asesinado.  Había ya un grupo de personas que hicieron un pacto para no tomar alimento hasta que lo asesinaran.  El hecho de que fuera encarcelado interrumpió esos planes.  ¿Qué quiero decir con esto?  Que a primera instancia, lo que parece un mal, es un bien.  Dios tenía planes para Pablo y no iban a ser interrumpidos por este grupo de personas.  Así también tiene planes para ti y para mí que no serán interrumpidos por una u otra circunstancia.  No sé lo que estás atravesando.  Puede ser algo sumamente difícil y estás cansado o más bien exhausto.  Tal vez tienes tiempo tratando de darle sentido a las cosas sin éxito.  Hoy no te voy a dar una respuesta a esas interrogantes.  Solamente Dios puede hacer eso.  Lo que sí puedo hacer, es recordarte que el Señor no te ha abandonado.  Él te ama y está ahí a tu lado con los brazos abiertos.  No se ha movido un solo centímetro aunque piensas que te ha dejado solo.  Él está ahí.  Dobla tus rodillas.  Llora.  Desahógate.  Búscalo.  Arrepiéntete.  Pide que pueda llenar tu corazón de paz y plenitud de la forma que solo Él puede.  La biblia está llena de ejemplos con situaciones duras y sin sentido.  ¿Por qué Daniel tuvo que ser expuesto a un horno de fuego y a un foso de leones?  Solamente porque sabemos el resultado no quiere decir que en su momento no tuvo miedo o cuestionó si tenía sentido lo que estaba pasando.  Él sabía que Dios era soberano y solamente Él tendría la última palabra sobre lo que pasaría.  Gracias a su vida, hoy somos fortalecidos en lo que el Señor puede hacer en nuestras circunstancias.
No te agobies ni aferres a querer darle sentido a lo que te pasa.  Mejor trata de pedir al Señor que tus reacciones, que están siendo observadas por muchas personas que ni te imaginas, puedan servir para dar testimonio y que otros puedan ser motivados y fortalecidos por tu testimonio.  Confía en que Dios te ama y solamente está viendo por tu bien.  Permanece en Él y cuestiona si estás siendo un siervo fiel.
Oración
Padre: es difícil.  La angustia, la incertidumbre y el miedo toman control.  Hoy quiero entender que no me has abandonado.  Que estás a mi lado.  Que me amas.  Te pido que pueda tener paz.  Te pido que me consueles.  Te pido confortes mi corazón.  Sé que tienes un plan.  Sé que es para mi bien.  Ayúdame a confiar en Ti y no solamente creer en tus promesas sino vivirlas día a día.  Te lo pido en el nombre de Jesucristo.  Amén 

6 dic 2012

Filipenses 1:9-11


Esto es lo que pido en oración: que el amor de ustedes abunde cada vez más en conocimiento y buen juicio, para que disciernan lo que es mejor y sean puros e irreprochables para el día de Cristo, llenos de fruto de justicia que se produce por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.



Fruto de justicia que se produce por medio de Jesucristo para gloria de Dios.  Allá afuera te enseñan algo totalmente distinto.  Tú debes buscar tu propio bienestar.  Debes estar bien contigo mismo para estar bien con los demás.  Trabaja y esfuérzate para que disfrutes los resultados.  Lee los versículos nuevamente con mucho detenimiento y en especial la frase que escribí nuevamente.  ¿Qué significa?  El fruto lo produce Cristo y es para la gloria de Dios.  ¿En dónde quedamos nosotros?  ¿Dónde queda mi reconocimiento?  ¿Dónde queda mi gloria?  ¿Dónde queda mi orgullo?  Si en mi trabajo crezco y doy fruto, gano más dinero y soy reconocido.  En cambio, en lo espiritual, si doy fruto ¿No recibo nada y todo se va para Dios?  Correcto.  ¡Estás loco!  Podrás pensar.  ¿Recuerdas que la misma biblia nos dice que sus enseñanzas son locuras para los que no tienen a Cristo?  Por versículos como este podemos ver lo cierto de esas palabras.  Todo debe ser para Jehová.  Absolutamente todo lo que haces.  No estoy exagerando.  Esta es la barra que puso Jesús al entregar su vida por ti y por mí.  No dejó nada.  Toda su vida la entregó dejando un ejemplo perfecto y trayendo consigo la reconciliación con Dios Padre a través de su sacrificio.  Ahora, en su amor, nos llena de bendiciones y plenitud cuando entregamos nuestra vida a Él, pero esto es el fruto de buscar su gloria y no la nuestra.  No podemos ser perfeccionados en Cristo si antes no entendemos que Él es quien produce el fruto y, sobretodo, que el fruto debe estar destinado a dar gloria y alabanza a Dios.  Por esta razón, Pablo escribe que sus oraciones son destinadas a que abunde en nosotros conocimiento y buen juicio.  Que maduremos y podamos entender la dirección correcta para nuestra vida.  Piénsalo.  Medita en este principio.  ¿A qué dedicas tu tiempo?  ¿Cuál es tu meta?  ¿Hacia dónde te diriges?  Si tienes hijos, tu meta es que sean “buenos” y no se metan en problemas o más bien que aprendan a dar gloria al Señor.  Si tienes una pareja, ¿buscas que tu matrimonio de gloria a Jehová?  Cada día que vas a trabajar, ¿das testimonio de Jesús?  Allá afuera aprendemos a sobrevivir mientras que el Señor nos enseña a vivir en plenitud.  El mundo en el que vivimos promueve vivir para uno mismo.  Dios nos promueve morir a uno mismo y amarlo a Él sobre todas las cosas y después amar a nuestro prójimo.  ¿Te estas dando cuenta de lo importante y profundo de este mensaje?  Cada día Pablo oraba para que sus discípulos pudieran crecer en amor y discernimiento, que su mirada estuviera en el lugar correcto y que aprendieran a vivir para el Señor en todo lo que hicieran.  Hoy me uno a esa oración por ti y por mí.  Pido que el Señor abra nuestro entendimiento y podamos ver lo maravilloso que es vivir para Él y cosechar los frutos que solamente Él puede dar.  Vivir una vida que glorifique al Señor es mi deseo y espero que a partir de hoy, el tuyo también.

Oración
Padre: perdóname.  He vivido para mí y he buscado los beneficios para mi satisfacción.  Hoy entiendo que la plenitud y las bendiciones llegan cuando mi vida da fruto a través de Cristo y son para glorificarte en todo momento.  Quiero aprender a morir a mí y nacer en Ti.  Quiero aprender a vivir para tu gloria en todo lo que haga.  Te pido que apagues mi orgullo y enciendas tu amor en mi vida.  Gracias mi Señor.  En Cristo Jesús.  Amén 

5 dic 2012

Filipenses 1:6-8


Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús.  Es justo que yo piense así de todos ustedes porque los llevo en el corazón; pues, ya sea que me encuentre preso o defendiendo y confirmando el evangelio, todos ustedes participan conmigo de la gracia que Dios me ha dado.  Dios es testigo de cuánto los quiero a todos con el entrañable amor de Cristo Jesús.



Cuando leemos en la Biblia que la iglesia es un solo cuerpo, lo podemos entender con estos versículos que escriben Pablo y Timoteo.  Si estoy en gozo, en prisión o en cualquier otra circunstancia, todos ustedes participan conmigo de la gracia que Dios me ha dado pues somos un mismo cuerpo.  Esto es lo que Pablo está diciendo.  Todos somos hermanos en la fe.  Todos estamos aquí para motivarnos y amarnos en el amor de Cristo Jesús.  Ahora, hay un detalle sumamente importante: el amor que nos tenemos entre hermanos debe provenir del amor de Dios.  No de nosotros pues este amor no es duradero y cuando vienen las pruebas y los conflictos, normalmente desaparece.  Pero el amor que Dios nos da permanece sin importar lo que estemos atravesando.  Es sumamente probable que como hombres fallemos.  Yo te voy a fallar.  Probablemente tu pastor te pueda fallar y tú le vas a fallar a alguien más.  Por eso es de gran importancia que tu amor hacia los hermanos en la fe esté basado en Cristo y no en nuestro comportamiento.  Pongamos la mirada en Jehová y así como Él nos perdona y ama sin restricción, amemos y perdonemos a nuestros hermanos.  Aprendamos a ser un solo cuerpo.  A gozarnos y a entristecernos junto con ellos.  Pensemos menos en nosotros y más en nuestro prójimo.
Por otro lado, es sumamente importante entender quién da el crecimiento espiritual.  Dios.  Cada uno de nosotros tenemos distintas “velocidades”.  Algunos crecen muy rápido y otros pareciera que van caminando.  Ninguno crece a la misma velocidad que el otro.  Como humanos, nos encanta poner patrones y pensar que todo debe ser igual.  Tenemos una educación que nos motiva a pensar así.  Pero con Dios las cosas son distintas.  Podemos tener un joven de 18 años enseñarle a sus padres lo que es seguir al Señor.  De igual forma, dos personas que reciben a Cristo el mismo día, tendrán un crecimiento distinto.  Lo que sabemos es esto: que el Señor, quien comenzó la obra en nuestros corazones, es quien se encarga de irla perfeccionando.  Va a depender de nuestra rebeldía, de nuestros deseos de obedecer, nuestras ganas de entregarnos y sobre todo nuestra voluntad para servir.  No critiques.  No juzgues.  No somos nadie para hacerlo.  Si un hermano lleva tiempo asistiendo a la iglesia y no ves frutos, mejor ora por él y entiende que el Señor quiere seguir perfeccionando su obra.  Tristemente he escuchado personas que señalan y piensan que, por llevar tiempo acudiendo a la iglesia, la gente debería actuar de tal o cual manera.  Esto no funciona así.  Habemos unos más necios que otros.  Habemos unos más orgullosos que otros.  Habemos unos con más prejuicios que otros.  En fin, hay tanto que tenemos en nuestro corazón que debe ser cambiado que solamente el Señor, quien comenzó la obra, puede terminarla hasta la perfección.  Seamos un cuerpo y busquemos crecer juntos respetando la “velocidad” de cada uno.  Amémonos.  Gocémonos en Cristo.  Dejemos que Él siga trabajando en nosotros y aprendamos a servirle en todo lo que hagamos.

Oración
Padre: te pido perdón por mis pecados.  Te pido perdón porque no amo a mi prójimo o a mis hermanos en la fe con Tu amor.  Quiero que tu amor abunde en mi vida y pueda llevarlo a los demás.  Quiero que mi vida sea testimonio de cuánto nos amas y cuánto podemos ser transformados al obedecerte.  Gracias por darle dirección y sentido a mis pasos.  En Cristo Jesús.  Amén 

4 dic 2012

Filipenses 1:3-5


Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de ustedes.  En donde mis oraciones por todos ustedes, siempre oro con alegría, porque han participado en el evangelio desde el primer día hasta ahora.



Recuerdo hace muchos años que hice una decisión por Cristo.  En aquel tiempo, se pedía a la gente levantar su mano si habían hecho esa decisión.  Yo la levanté.  Habían varios familiares conmigo que se pusieron sumamente contentos.  Honestamente, yo no entendía cuál era la emoción.  Me decían que había fiesta en el cielo y que era un día especial.  Después de unos años, también recuerdo a una persona en especial, Manuel Zamudio, quien se encargó de tenerme paciencia (probablemente necesitó mucha) y poco a poco me fue guiando para poder entregar mi vida al Señor y vivir de una forma congruente entre mis actos y mi fe.  En alguna reunión o tal vez en un retiro, recuerdo que estaba contento por el crecimiento espiritual que Dios había hecho en mí.  Como la primera vez, tampoco entendí mucho su alegría.  Después de otros años, tuve la oportunidad de compartir a Cristo con más personas y ver justamente lo que otros habían visto en mí.  Personas que se acercaron a Él y le reconocieron.  Personas que poco a poco fueron tomando decisiones que en su momento no estaban tan seguras de hacerlo pero después se dieron cuenta de lo increíble que es obedecer y entregarse al Señor.  Ahí estaba Pablo.  Viendo como crecían sus discípulos.  Gozándose de la entrega y compromiso que habían hecho.  Seguramente los había aconsejado en momentos difíciles y sabía de sus vidas.  Ahora se acordaba de cada uno de ellos con alegría y con agradecimiento al Señor por la obra que estaba haciendo.
No sé en qué parte de tu “viaje” espiritual te encuentres.  Tal vez ni siquiera lo has comenzado.  Hoy quiero animarte a que tomes el primer paso.  Reta a Dios a que cumpla sus promesas en tu vida mientras que tu cumples obedeciendo.  Si ya has comenzado, te animo a que medites sobre este pasaje y tu participación con la obra del Señor.  Jesús nos dejó muy claro que nuestro deber es ir y hacer discípulos.  Esto quiere decir, que cada uno de nosotros debe experimentar lo que Pablo experimentó.  Ver cómo una semilla crece y posteriormente da fruto.  Entiendo el gozo y la alegría de Pablo.  Ver una vida entregada y transformada es simplemente increíble.  Así también tú debes experimentarlo.  Comparte a Cristo.  Dedica de tu tiempo.  Ten paciencia.  Deja que el Señor sea quien toque y mueva los corazones.  A su debido tiempo, comenzarás a cosechar y ver los excelentes frutos que solo Dios puede dar.  Créeme, personas que jamás imaginaste se acercarían al Señor, terminan entregando sus corazones a Él.  Esa alegría que Pablo experimentó también es para ti.  Lo único que tienes que hacer, es dedicar de tu tiempo y hacer un discípulo.  No necesitas estudiar el seminario para poder hacerlo.  El Señor quiere corazones entregados y no mentes con maestrías.  Así que, si estás dispuesto a servir, te animo a que ores al Señor y pidas porque puedas experimentar este gozo tan increíble de orar por aquellos que has podido guiar en su vida espiritual.  Asimismo, aprovecho para dar gracias a cada persona que me animó, me instruyó y me dedicó de su tiempo para que pudiera tener bases sólidas en mi vida espiritual.  Gracias a Dios por sus vidas.

Oración
Padre: es un gozo servirte y ser un granito de arena en tu obra tan inmensa como el mar.  Te pido que mi vida sea para glorificarte y que pueda experimentar el gozo y la alegría de Pablo al ver el impacto que tiene tu palabra en las personas a las que les compartió de Ti.  Guía mi vida.  En Cristo Jesús.  Amén 

3 dic 2012

Filipenses 1:1-2


Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, junto con los obispos y diáconos: que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les conceda gracia y paz.



La tecnología nos ayuda a poder comunicarnos de una manera sumamente eficiente.  En un instante, sin importar en qué parte del mundo se encuentre A y B, pueden no solo intercambiar mensajes sino también pueden realizar una videoconferencia en tiempo real.  ¿Quieres saber algo más?  Es prácticamente gratis hacerlo.  Pienso en esta carta que escriben Pablo y Timoteo a los filipenses.  Ahí estaban los dos siervos.  Pablo estaba en la cárcel y Timoteo visitando.  No podían escribir todo lo que quisieran.  Tenían que pensar bien sus palabras para dar instrucciones precisas, llevar ánimo y seguir dando testimonio de Jesús.  Ahora que tenemos la facilidad de comunicarnos tan fácilmente, me pregunto por qué no transformamos la carta a los filipenses en una llamada a un ser querido.  “Tengo muchas ocupaciones y no he tenido tiempo” podrás contestar.  “No sé qué decir”.  “Tiene tanto tiempo que ya no tiene sentido”.  Pablo estaba encarcelado.  No la estaba pasando de maravilla.  Así que, lo que sea que estés atravesando, no es un buen pretexto para salirte de esta responsabilidad.  Debemos preocuparnos y ocuparnos los unos por los otros.  Esto es la evidencia de que estamos poniendo por práctica el mandamiento de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.  Piensa en esto: la carta a los filipenses es escrita por el amor que se le tiene a los hermanos en la fe.  Pablo los tiene presentes en su mente y en sus oraciones.  ¿A quién tienes en tus oraciones?  ¿Solamente a tus seres más cercanos?  Es fácil dejar de voltear a las necesidades que hay a nuestro alrededor.  Mejor seguir de frente.  Pero para eso, Jesús nos dejó la parábola del buen samaritano.  No solo frenó su camino sino que se desvió totalmente de su destino y le dedicó tiempo, dinero y esfuerzo propio.  ¡Eso es lo que tenemos que hacer!  Eso es lo que Pablo y Timoteo estaban haciendo con los filipenses.  Por eso escriben la carta.  Por el amor y preocupación que tienen por ellos.  “Que el Señor les conceda gracia y paz” les dicen.  ¿Hace cuánto no haces una oración pidiendo porque te llene el Señor de su gracia y su paz?  ¿Hace cuánto que no lo haces por alguien más?  La manera en la que las epístolas hacen las salutaciones, nos debe recordar el amor y la entrega que debemos tener no solo por nuestros seres queridos y cercanos sino por nuestro prójimo en general.  Una llamada telefónica.  Un correo electrónico.  Una videoconferencia.  En fin, los medios son muchos pero las ganas son pocas.  No dejes pasar más tiempo y ponte en contacto con aquellos que sabes necesitan recibir ánimo, consuelo y sobre toda la gracia y la paz de nuestro Señor.  No tenemos pretexto.  
Por último, resulta interesante aprender de lo que Pablo está haciendo con Timoteo al incluirlo en la epístola.  Nos demuestra que los “ancianos” deben incluir a los “jóvenes”.  No debemos separar talentos sino reconocerlos y aprovecharlos sin importar la edad.  Seamos sencillos y humildes y aprendamos a reconocer que, el Señor utiliza a cada uno de nosotros dándonos dones que no necesitan de edad para dar fruto.

Oración
Padre: te agradezco por tus enseñanzas y sobre todo por la gracia y paz que traes a mi vida.  Te pido que pueda aprender a llevarla a mi prójimo.  Te pido que aprenda a amar como Tú lo pides y que mi vida sea un testimonio de ello.  Te pido que pueda pensar menos en mí y más en servirte y darte la gloria en todo lo que haga.  Gracias Señor, en el nombre de Jesús.  Amén