Vistas de página en total

28 sept 2012

Gálatas 4:8-11


Antes, cuando ustedes no conocían a Dios, eran esclavos de los que en realidad no son dioses.  Pero ahora que conocen a Dios, o más bien que Dios los conoce a ustedes, ¿Cómo es que quieren regresar a esos principios ineficaces y sin valor?  ¿Quieren volver a ser esclavos de ellos?  ¡Ustedes siguen guardando los días de fiesta, meses, estaciones y años!  Temo por ustedes, que tal vez me haya estado esforzando en vano.




Es triste.  Este tipo de comportamiento lo vemos constantemente en la Biblia.  De hecho, estoy seguro que lo ves en tu vida también.  Tal vez te confunde el escuchar que eras esclavo de otros ídolos o de los que no son dioses o alguna otra descripción.  La realidad es más sencilla.  Pablo quiere que entendamos que cuando caminamos dentro de los planes de Dios, sin importar las circunstancias, siempre estaremos mejor que como estábamos antes.  No podemos estar viviendo un presente si estamos deseando estar en un pasado, en un futuro o en otra situación.  No podemos decirnos seguidores de Jesús y al mismo tiempo querer seguir viviendo como si no lo conociéramos.  Dios lo mostró hace miles de años y hoy veo distintas formas de pensar que, pensando que han descubierto el hilo negro, te dicen que vivas y disfrutes tu presente.  Es verdad, debes vivir y disfrutar tu presente, el problema es que, sin el Señor, no podrás disfrutarlo.  Él es quien permite que disfrutemos las bendiciones que nos son dadas.  ¿Alguna vez has conocido a alguien que tenga mucho y disfruta poco?  Pues ya sabes por qué.
El pasaje nos dice que algunos de los gálatas estaban regresando a sus antiguas andanzas.  ¿Cómo lo podemos ver hoy en día?  Piensa en un mentiroso que quiere obedecer y dejar de hacerlo.  Pasa un mes y no ha mentido.  De repente, surge una situación en la que, si miente, las cosas podrían mejorar, de lo contrario, si dice la verdad las consecuencias no serían buenas.  Obviamente su mente ya está dando vueltas y está pensando que, de no haber sido por querer cambiar, hoy podría mentir y asunto arreglado.  Pero ahora ya no es así.  Ya sabe que está mal mentir.  Ya sabe que el compromiso no es con la gente sino con Dios.  ¡Qué conflicto!  Así nos pasa en cantidad de situaciones diversas.  Los que tienen problemas con su carácter, los que tienen problemas de fidelidad, de homosexualidad, de amar, de perdonar, de sujetarse, etc.  Cada vez que decidimos dejar de hacer lo que está mal, y en el futuro nos encontramos con una disyuntiva, ¿por qué pensamos que estábamos mejor antes?  ¿Por qué se nos olvida del hoyo tan horrible del que nos sacó el Señor?  ¿Sabes por qué?  Porque pensamos que merecemos lo que tenemos y damos por hecho que seguirá ahí siempre.  Porque no entendemos que las bendiciones vienen de la gracia de Dios y no de nuestras acciones.  Si pudiéramos entender esto, alabaríamos y obedeceríamos sin importar las circunstancias.  Con mucho, con poco.  Enfermos o sanos.  Con dificultad o sin dificultad.  Simplemente tendríamos la mirada en el cielo y viviríamos agradecidos.  Viviríamos compartiendo el maravilloso evangelio y la increíble gracia que Dios tiene para nosotros.  Hablaríamos de cómo Cristo ha cambiado nuestras vidas y de cómo nos sacó adelante.  
Recuerdo un pasaje donde Pablo nos dice: ¿Estás casado?  ¡No busques separarte!  ¿Estás soltero?  ¡No busques casarte!  Maridos, amen a sus mujeres.  Esposas, sujétense a sus maridos.  Pienso en cómo nos encanta estar viendo lo que no tenemos y hacemos a un lado lo que hoy se nos ha dado por misericordia.  Deja de pensar en lo que no es de Dios y entiende que no hay mejor plan que el del Señor.  Ahora, si te gusta aprender a golpes pues adelante.  Solamente piensa en las consecuencias de tus actos y recuerda que no serás el único que las sufra.  Entiende que hay gente que te ama y que está a tu alrededor que también sufre por las decisiones que tomes.
Yo sé que es difícil.  Yo entiendo que tus pensamientos te hacen creer que lo de antes tenía ventajas.  La verdad es que no es así.  Créeme.  De hecho, no me creas a mí, cree en la palabra de Dios.  Los israelitas que salieron de la esclavitud de Egipto no pudieron entrar en la tierra prometida por reclamar a Dios y no confiar en que los planes que Él tenía eran mejores que los de ellos.  Al final la promesa se cumplió y la siguiente generación entró.  Yo creo que sería bueno no dejar pasar esa bendición y querer entrar nosotros.  Obedezcamos hoy.  Busquemos servirle en todo lo que hagamos.  Busquemos darle gloria en nuestro día a día.  Vivamos agradecidos de lo que en su amor decide darnos.  Dejemos atrás la carne y vivamos por el espíritu.

Oración
Padre nuestro: gracias por querer tener comunión conmigo y por mandar a tu Hijo a morir por mis pecados.  Gracias por tus bendiciones y sobre todo te pido perdón porque muchas veces no las valoro.  Hoy te pido que pueda dejar de distraerme pensando que estaba mejor antes o que las cosas serían mejor de otra manera.  Quiero entender que tu plan que vivo hoy es lo mejor para mí y vivirlo gozosamente.  Toma mi vida y dirígela mi Señor.  Te lo pido en el nombre de Jesucristo.  Amén 

27 sept 2012

Gálatas 4:1-7


En otras palabras, mientras el heredero es menor de edad, en nada se diferencia de un esclavo, a pesar de ser dueño de todo.  Al contrario, está bajo el cuidado de tutores y administradores hasta la fecha fijada por su padre.  Así también nosotros, cuando éramos menores, estábamos esclavizados por los principios de este mundo.  Pero cuando se cumplió el plazo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, a fin de que fuéramos adoptados como hijos.  Ustedes ya son hijos.  Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: ¡Abba!  ¡Padre!  Así que ya no eres esclavo sino hijo; y como eres hijo, Dios te ha hecho también heredero.



No dejo de sorprenderme por la cantidad de medicamentos que podemos tomar para cuestiones relacionadas a nuestro estado de ánimo.  Tristeza.  Soledad.  Depresión.  Ansiedad.  Hiperactividad.  Falta de atención o concentración.  Veo los comerciales que anuncian cómo una pastilla te puede ayudar para mejorar tu situación y después me impresiona escuchar todos los efectos secundarios que puede traer.  No estoy en contra de los doctores ni las medicinas.  ¡Por supuesto que no!  Lo único que pienso es que debemos ser cuidadosos y muchas veces debemos buscar de manera más profunda los problemas que presentamos.  
¿Qué tiene que ver esto con el pasaje de hoy?  Bien, pienso que en la vida hay dos etapas: antes y después de conocer a Cristo.  Si tenemos a Dios como nuestro Señor y rey de nuestra vida, ya no podemos actuar como antes.  Debemos aprender a depender más de Él y menos de cualquier otro método fuera de su palabra.  Si viene cierto que el Señor puede curar cualquier cosa, y Jesús lo hizo, no promuevo que dejes de tomar una pastilla para controlar tu cáncer.  Lo que quiero decir es que, cuando éramos como el menor de edad y el esclavo (antes de conocer a Jesús), teníamos que actuar conforme a lo que nos dieran.  No teníamos opción.  No podíamos reclamar.  Eramos esclavos de los principios y formas de trabajar de este mundo.  Pero ahora conoces al Señor.  Ahora tu vida es hecha nueva.  Tu corazón es nuevo y tu mente debe ser renovada.  Ya no eres esclavo sino hijo y heredero.  Ahora puedes decirle ¡Padre ayúdame!  Cualquier problema que tengas.  Cualquier preocupación.  Cualquier ansiedad.  Hoy quise enfocarme en síntomas como la depresión porque me parecen  temas poco hablados pero muy suscitados.  Piensa en esto: si realmente crees en Dios, si realmente sabes que cuando mueras vas a ir al cielo, si realmente crees que aquél que creó todo lo que vemos te ama y quiere tener comunión contigo y quiere bendecirte y te promete cuidarte y proveerte de todo lo que necesites, ¿Tiene sentido lo que sientes?  Yo sé que hay mil cosas que pasan por tu mente.  Yo sé que no entiendo la situación por la que pasaste o estás pasando.  Lo que sí sé es que Dios la conoce perfectamente y Él puede consolarte y llenarte de su paz hasta que se desborde y te sorprendas de cuánto has recibido.  ¡Eres hijo de Dios!  Nos dicen los versículos de hoy.  Ahora puedes decir ¡Abba!  Que significa ¡Papá!  Si tienes hijos, piensa en todo lo que harías por ellos.  Ahora entiende que Dios es tu Padre y piensa cuánto quiere hacer por ti.  Confía en Él y permite que transforme tu vida.  Entrega tus cargas.  Entrega tu depresión, tu angustia, tu amargura, tu enojo, tu resentimiento, todo aquello que sabes que te está consumiendo.  ¡Déjalo a los pies del Señor!  Dile a Dios: ¡No puedo más!  Tal vez hoy te sientes triste y solo.  Tal vez te sientes incomprendido.  Tal vez te sientes deprimido.  Hoy te animo a que pruebes un método distinto al que estás acostumbrado.  En lugar de hacer lo mismo de siempre, te pido que intentes ahora a través de Cristo.  No estás solo pues Él está a tu lado.  Él te entiende.  Él te sigue amando.  El pasaje de hoy nos recuerda lo que significa ser hijos de Dios.  Nos da entendimiento que hay dos formas de vivir.  Nos dice que hemos recibido al Espíritu Santo.  Yo sé que tu situación es única.  No quiero minimizar nada de lo que sientas o estés atravesando.  Lo que no quiero es que caigamos en el error de minimizar a Jehová.  ¡Nos hizo sus hijos!  Ahora vivamos como tales.

Oración
Señor: solamente Tú sabes lo que hay dentro de mí.  Solamente tú puedes sacarme adelante.  Señor, quiero aprender a depender de Ti.  Necesito vivir conforme a tu voluntad y dejar atrás todo aquello que me está hundiendo.  Te pido me rescates.  Te pido me llenes de tu amor y pueda sentir tu paz y vivir en ella.  Lléname de Ti.  Muéstrame tu camino pues lo quiero caminar.  Te pido me transformes conforme a tu palabra.  En Cristo Jesús te lo pido.  Amén 

26 sept 2012

Gálatas 3:23-29


Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada.  De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe en Cristo Jesús; porque todos lo que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.  Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.  Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.



El propósito de la ley, de los mandamientos, es llevarnos a Cristo y ayudarnos a entender que somos justificados por la fe en Él.  Una vez que somos reconciliados y recibimos al Espíritu Santo, somos hechos hijos de Dios.  Por esta razón, el pasaje nos dice que ya no hay diferencia entre varón y mujer, judío o griego o esclavo y libre.  Ahora todos somos iguales dentro de nuestra fe.  No hay nadie superior ni inferior.  Al único que damos toda la gloria y servimos es a Jehová.  No existe alguno que sea más pecador y otro menos pecador.  Ya no vivimos más sobre la esclavitud al pecado sino que Cristo nos ha liberado.
¿Por qué es importante esto?  Porque debemos entender, que en una congregación, no podemos estar juzgando ni señalando.  No hay que caer en diferenciar unos de otros.  Ni siquiera entre aquellos que son servidores.  Todos somos hijos del Señor.  Ahora, la misma palabra nos dice que dentro de su iglesia, hay falsos profetas y personas que no son creyentes, sin embargo, a nosotros nos corresponde solamente ser cuidadosos para no ser engañados.  No nos corresponde el juzgar y decir: éste va al cielo y éste otro no.  ¿Te das cuenta?  Así como Jesús explicó que la anciana que dio una sola moneda de ofrenda dio mucho más que aquél que dio una cantidad mucho mayor pues había dado todo lo que tenía, así tenemos que entender que lo que vemos, es solamente la mitad de la historia.  Pero solo el Señor conoce los corazones y es a Él a quien le corresponde juzgar.
Por otro lado, es sumamente importante entender lo que significa ser linaje de Abraham y heredero de la promesa.  Si parafraseamos diría así: tu ciudadanía ya no es Colombiana, Mexicana o Venezolana.  Ahora eres de la descendencia de Abraham y tu ciudadanía está en el cielo junto al Señor.  Piénsalo.  Medita en esto pues revoluciona el pensamiento.  Tu cuerpo es ahora templo del Espíritu Santo.  Esto no es fácil de entender, pero tampoco imposible.  Te recomiendo que ores y pidas a Dios entendimiento para que puedas darle la dimensión correcta a lo que significa vivir por la fe y ser ahora linaje de Abraham.

Oración
Padre Santo: vengo ante ti para alabarte y agradecerte lo que has hecho por mí.  Me has dado una promesa que no merecía y me llamas tu hijo.  Te pido perdones mis pecados y no dejes de corregir mi vida.  Ayúdame a vivir por fe y no por obras, ayúdame a entender lo increíble que es ser linaje de Abraham y cómo dar testimonio de ello.  Te entrego mi vida.  Te entrego mis cargas.  Te entrego mi corazón para que Tú lo formes de acuerdo a tu voluntad.  Gracias Señor por tus bendiciones.  En Cristo Jesús oro a Ti.  Amén 

25 sept 2012

Gálatas 3:19-22


Entonces, ¿Para qué sirve la ley?  Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en manos de un mediador.  Y el mediador no lo es de uno solo; pero Dios es uno.  ¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios?  En ninguna manera; porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley.  Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes.  



A veces es necesario leer varias veces los pasajes y hacerlo detenidamente.  La primera vez no entiendes nada mientras que a la quinta comienzas a comprender lo que está queriendo decir.  Si recuerdas los versículos anteriores, Pablo nos está explicando la diferencia entre vivir por la fe en Cristo y vivir por las obras a través de la ley.  No solo es importante saber que la justificación (el perdón de los pecados) llega únicamente a través de la fe en Cristo Jesús sino también debemos saber para qué existió esa fe y esto es lo que Pablo nos explica el día de hoy.
En Romanos 3:20 dice: por tanto, nadie será justificado en presencia de Dios por hacer las obras que exige la ley; más bien, mediante la ley cobramos conciencia del pecado.
Tal vez con este otro pasaje puedas entender mejor lo que Pablo explica en Gálatas.  La ley sirve para hacernos entender lo mal que estamos separados de Dios.  Nos ayuda a abrir los ojos y darnos cuenta que, por más que intentemos, no podemos seguir a la perfección cada principio.  Se vuelve de cierta manera frustrante el caer y caer en lo mismo por no poder cambiar.  Por este motivo, uno no va al cielo por ser bueno o malo.  Piénsalo.  Sería muy difícil e injusto definir quién hizo más actos buenos que malos.  Pero Dios en su perfección nos justifica a través del sacrificio de su Hijo y nuestra fe en Él.  ¿No te parece increíble?
Cada vez que intentes cambiar tu vida y obedecer al Señor y sigas cayendo, puedes darte cuenta con estos pasajes del por qué.  Estás tratando de cambiar bajo tus propias fuerzas.  Con tus propias ideas y como tú consideras que se debe hacer.  Por el contrario, Dios te dice que vivas bajo la fe.  Esto quiere decir, que cada momento, cada instante que tengas un deseo que vaya en contra de Sus principios, debes hacer una pausa, ponerte de rodillas y pedir al Señor que se lleve esa carga pues no la puedes controlar tú.  Si tienes corajes, desesperación, deseos de venganza, deseos de mentir, deseos de engañar a tu pareja, deseos de drogarte o cualquier otro ejemplo que sepas que está en contra de la voluntad de Dios, debes parar de inmediato, doblar tus rodillas y darle cauce a esos deseos que se apoderan de ti.  Entrégalos al Señor.  No los guardes.  No intentes frenarlos pues ya sabes que no vas a poder.  Ponlos a los pies de Jehová y confiesa que no puedes más.  ¡Para eso se hizo la ley!  Para eso nos dice Pablo estas palabras el día de hoy.  Para recordarnos que sin la fe en Él nada podemos hacer.  Para recordarnos de cuánto necesitamos de Cristo para poder caminar y cómo solamente podemos ser transformados a través de nuestra fe y entrega a Él.

Oración
Padre Nuestro: quiero agradecerte por tu palabra y la bendición y dirección que trae a mi vida.  Te pido que perdones mis pecados y sobretodo, que me enseñes a vivir por la fe.  Que aprenda a entregarte mis deseos y tome los tuyos.  Te pido que cambies todo mi ser y pueda vivir en servicio y obediencia a Ti.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén. 

24 sept 2012

Gálatas 3:15-18


Hermanos, hablo en términos humanos: un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade.  Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas y a su simiente.  No dice: y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno.  Y a tu simiente, la cual es Cristo.  Esto, pues, digo: el pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa.  Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios la concedió a Abraham mediante la promesa.



Pablo está aclarando que los judíos no son los únicos herederos de la promesa que se realizó a Abraham.  Cristo es la simiente de Abraham y murió por absolutamente todos:   judíos y gentiles.  Pero algunos judíos seguían creyendo que los gentiles no podían ser parte de esas promesas.  Por esta razón, Pablo trae a colación la promesa y explica cómo se hizo de manera singular: tu simiente, así podemos entender que la simiente es Cristo solamente y no toda una descendencia que viniera exclusivamente de la carne.  La promesa que se hizo a Abraham, en Cristo es manifestada y llevada a cabo.  Ahora, todos los que creen en Su nombre, serán contados por justicia.  Esto es un cambio radical en su forma de pensar.  
¿Sabes algo?  Hoy en día, esta promesa, debe transformar tu manera de pensar también.  Cristo se entregó por todos.  No por unos cuantos sino por todos.  Vino a servir.  Vino a darnos el mejor testimonio.  Vino a ser tentado y vencer la tentación.  Vino a entregar su cuerpo.  Vino a sufrir por nosotros.  Vino a morir y a mostrarnos que ha vencido a la muerte.  Todas estas descripciones las encontramos en la biblia.  Lo que no encontramos en la biblia es la exclusión de personas que querían seguir haciendo los judíos y con la que nosotros queremos vivir hoy.  Queremos decidir quiénes deben venir a la iglesia de Dios y señalamos a los que no.  Nos sentimos bien con aquellos que aceptamos pero no tanto con los “incómodos”.  Queremos decidir a quién amamos y a quién no.  ¿El Señor dice ama a tu prójimo o ama a quien tú consideres deba ser amado?  Así como los judíos rechazaron a los gentiles, hoy nosotros estamos rechazando a muchas personas por sus “pasados y presentes”.  Tristemente las iglesias no se ven como un hospital donde llegamos enfermos y lastimados y somos restaurados.  Las iglesias allá afuera son vistas como lugares donde uno debe llegar sin problemas y siendo “bueno”.  Un lugar donde serán criticados y señalados por su forma de vivir.  ¿En qué momento nos pasó?  ¿Cómo dejamos de amar al prójimo y seguir el ejemplo de Cristo?  La iglesia debe ser el lugar donde tú y yo podemos expresar nuestros pecados sin miedo a ser juzgados.  Debe ser el lugar en donde seamos animados y guiados para dejar que Cristo nos transforme.  Debemos tener un lugar de amor y aceptación sin importar lo que hayamos hecho.  Ojo, las consecuencias siempre estarán ahí, pero el amor que Dios nos tiene también sigue ahí y por esta razón, nosotros debemos amar también.  ¿Divorciados?  ¿Adúlteros?  ¿Borrachos?  ¿Drogadictos?  ¿Homosexuales?  ¿Mentirosos?  ¿Golpeadores?  ¿Ladrones?  ¿Cómo decidir a quién se acepta y a quién no?  El Señor ya decidió por nosotros.  Él nos ama a todos y quiere reconciliarse con cada uno sin excepción.  Entonces, ¿Quiénes somos para juzgar y señalar?  La justificación viene por la fe y no por las obras.  ¿Cómo pedir que cambie alguien antes de venir a la iglesia?  ¡Es al revés!  Primero vienen a reconciliarse con el Señor y después Él se encarga de corregir sus pasos.  La fe los justifica y no sus actos.  Aprendamos a amar a nuestro prójimo tal y como el Señor nos ama: incondicionalmente.  Aprendamos a llevar ese amor allá afuera pues hace mucha falta.  Seamos vehículos de bendición y no de juicio.

Oración
Padre nuestro: alabado seas.  Tú que reinas y creaste todo lo que hay, te preocupas por mí y buscas mi bien.  ¡Qué grande eres!  Te doy gracias por ello y te entrego todo mi ser.  Perdona mis pecados y guíame en tu voluntad.  No permitas que juzgue o critique sino que ame así como Tú me amas.  Permite que mi vida lleve amor y bendición a los demás y que sea testimonio del gran amor que Tú nos das.  En Cristo Jesús te lo pido.  Amén 

21 sept 2012

Gálatas 3:10-14


Todos los que viven por las obras que demanda la ley están bajo maldición, porque está escrito: Maldito el que no aplica fielmente todo lo que está escrito en el libro de la ley.  Ahora bien, es evidente que por la ley nadie es justificado delante de Dios, porque “el justo por la fe vivirá”.  La ley no se basa en la fe; por el contrario, “el que practica estas cosas vivirá por ellas”.  Cristo nos rescató de la maldición de la ley al hacerse maldición por nosotros, pues está escrito: maldito todo el que es colgado de un madero.  Así sucedió para que, por medio de Cristo Jesús, la bendición prometida a Abraham llegara a las naciones y para que por la fe recibiéramos el Espíritu según la promesa.



Me encanta ver documentales.  Hace unos meses vi uno de leones y otros felinos.  Estaba sumamente bien hecho y su fotografía era extraordinaria.  Pero algo que iba más allá de todo lo que, como humanos podían hacer, fue captar la relación entre una madre y su hija.  La madre tuvo que pelear contra otro león para defenderla.  Salió herida.  La manada siguió caminando y ella no pudo seguir el paso.  La hija se quedó con ella a pesar de que sus posibilidades de sobrevivir se redujeron drásticamente al hacer esto.  Finalmente logran alcanzar a la manada y pueden volver a tomar alimento.  Nuevamente llegan otros leones a atacarlos y la madre vuelve a luchar.  Esta vez, no tuvo éxito.  La diferencia es que su hija ya estaba lo suficientemente grande para seguir por sí misma.  Una tragedia, un momento triste, llevó a otro momento increíble.  Mientras lo veía, lloraba de tristeza y luego de felicidad y así sucesivamente.  No podía creer el amor tan increíble que tenía el animal por sus cachorros.  No podía entender el sacrificio tan grande que realizaba por ellos.  No podía entender la protección que daba sin importar sus condiciones.  ¡Es impresionante!  Hoy entiendo que así es mi Dios y mucho más.  ¡Amén!  Hoy puedo entender un poco más el gran amor que el Señor tiene para con nosotros.  No se quedó siendo Dios.  No está allá en las galaxias o en el cielo.  Está aquí conmigo.  Está aquí buscándote.  Se hizo hombre.  Nos dejó un ejemplo de cómo vivir.  Después, murió de la forma más vil y cruel que pudiera existir.  Todo para librarnos a nosotros de atravesar ese sufrimiento.  Como padre amoroso y protector, se puso a si mismo para que no sufriéramos y Él sufrió en nuestro lugar.  Cada pecado pagó.  Cada falta pagó.  No dejó nada pendiente sino que su sacrificio cubrió nuestra deuda.  Se hizo maldito al ser colgado en un madero para que nosotros pudiéramos ser benditos ante Él.  Entregó su vida para que nosotros pudiéramos tener vida eterna.  Llevó nuestras cargas para que nosotros ahora podamos llevar la suya.  Todo esto para cumplir con las promesas que se le dieron a Abraham y completar Su plan perfecto.  Este amor tan grande, esta gracia y misericordia que recibes del Señor, debe estremecer tu cuerpo.  Debe transformar tu forma de ver las cosas.  Todo su sufrimiento fue para que hoy tú pudieras entender que no debes vivir haciendo obras buenas.  Ese sacrificio fue para que entendieras su amor incondicional y su búsqueda para que te reconcilies con Él.  Deja de pensar que eres bueno.  No lo eres.  No lo soy.  Solamente podemos ser justificados por la fe en Cristo y así es como debemos vivir.  Para Él.  Ya se entregó por ti.  Ya sufrió por ti.  Ahora, ¿Qué vas a hacer?  Reconcíliate.  Obedece su palabra.  Camina bajo su voluntad.

Oración
Señor: te pido perdón por mis pecados y te agradezco infinitamente el sacrificio tan grande que has hecho por mí.  No lo merezco Señor.  Gracias por amarme a pesar de tantas faltas contra Ti.  Gracias por perdonar lo que creía imperdonable.  Gracias por traer esperanza y sentido a mi vida cuando pensaba que no había nada frente a mí.  Te pido que mi vida pueda servirte.  Te pido que en mi corazón y en mi mente siempre recuerde lo que has hecho por mí y pueda vivir haciendo lo mismo por los demás.  En Cristo Jesús.  Amén 

20 sept 2012

Gálatas 3:6-9


Así fue con Abraham: creyó a Dios y ello se le tomó en cuenta como justicia.  Por lo tanto, sepan que los descendientes de Abraham son aquellos que viven por la fe.  En efecto, la escritura, habiendo previsto que Dios justificaría por la fe a las naciones, anunció de antemano el evangelio a Abraham: por medio de ti serán bendecidas todas las naciones.  Así que los que viven por la fe son bendecidos junto con Abraham el hombre de fe.



¿Por qué hace tanto énfasis en vivir por la fe?  No contestes rápidamente.  Piénsalo por un momento.  Sabemos que por la fe somos justificados.  Ya lo mencionó en los versículos anteriores, pero ahora sigue insistiendo y nos da el ejemplo de Abraham.  La fe es el parte aguas en nuestra relación con el Señor.  No solo a partir de ella creemos sino que somos renovados y vivimos.  Te voy a poner un ejemplo de cómo vivir en la fe.  Si me enojo con mi esposa porque hizo algo mal, tengo dos opciones: reaccionar de tal manera que pueda ver cuánto daño causó para que no lo vuelva a hacer o simplemente entregar a Dios ese coraje y rencor y pedir para que ponga amor y perdón en mi vida.  Son direcciones opuestas.  El primero está en línea con vivir por obras.  El segundo vive por la fe.  Si escojo la segunda opción, estoy confiando en que, al obedecer y seguir lo que Dios me pide, habrá mayor bendición que en seguir lo que yo quiero.  Ahora, piensa bien en esto: no quiere decir que de pronto ya no voy a estar enojado y con una sonrisa voy a estar todo el día.  ¡No!  Significa que debo orar y ser honesto conmigo mismo para que Dios comience a trabajar con mi corazón.  Ahora, piensa en la cantidad de ejemplos que pueden aplicarse a tu vida.  Dios te pide que ames a tu prójimo como a ti mismo.  Si quieres vivir por la fe, dime a cuántas personas simplemente no puedes tolerar.  Estoy seguro que por lo menos hay una.  Si hoy abres tus ojos y tu entendimiento, debes saber que Dios quiere que cambies tu forma de reaccionar.  Él quiere darte un nuevo camino.  El camino que solamente se puede pasar a través de la fe.  Imagina un puente sumamente estrecho y sin mucha resistencia.  Tú caminas y llegas a él.  Frente a ti está el puente y del otro lado tu destino.  Debes deshacerte de todo tu equipaje que cargas incluyendo el agua y la comida pues el puente no parece que pueda sostener todo el peso junto.  Cuando reaccionamos por las obras, no tiene sentido deshacernos de nuestras provisiones pues de llegar al otro lado ¿Qué comeríamos?  En cambio, cuando vivimos por la fe, sabemos que el Señor da y quita, que Él se encarga de darnos todo lo que necesitamos.  Así que, si su camino muestra que es necesario deshacerse de lo que venimos cargando y quiero vivir por la fe, hago una oración y le pido al Señor que me fortalezca para tener la fe de dejar todo lo que tengo atrás y poder caminar confiado en que Él se encargará más adelante.  A veces, la forma en la que Dios nos hace quitarnos “la mochila” es cuando perdemos nuestro trabajo; cuando perdemos a un ser querido; cuando tenemos que perdonar; cuando tenemos que aceptar que somos orgullosos; cuando tenemos que servir; y así la lista sigue y te pido que pienses en cómo el Señor está retando tu vida el día de hoy para que te deshagas de tanto equipaje de sobra y puedas caminar más en la fe y menos en las obras.  

Oración
Señor: te pido perdón.  Quiero seguir caminando a mi manera y con todo mi equipaje.  Hoy entiendo que no puedo seguir así si quiero seguirte y servirte.  Te pido que mi fe se fortalezca en Ti y pueda entender tus planes.  Te pido que pueda deshacerme de todo aquello que te estorba y deje de arrastrar tantas cosas que no traen nada bueno a mi vida ni a mi comunión contigo.  Quiero vivir por la fe.  Quiero recibir las bendiciones que tienes para mí y vivir conforme a tu voluntad.  En Cristo Jesús.  Amén.

19 sept 2012

Gálatas 3:1-5


¡Oh gálatas insensatos!  ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado?  Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?  ¿Tan necios sois?  ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?  ¿Tantas cosas habéis padecido en vano?  Si es que realmente fue en vano.  Aquel, pues que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿Lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?



La Nueva Versión Internacional traduce el versículo 3 así: ¿Tan torpes son?  Después de haber comenzado con el Espíritu, ¿Pretenden ahora perfeccionarse con esfuerzos humanos?.
¿Qué estaban haciendo los gálatas?  ¿Qué hacemos nosotros que pueda ser semejante a lo que ellos hacían?  Los gálatas habían escuchado el evangelio.  Se les había explicado detalladamente y cada semana se estudiaba.  Sabían que la fe era la que movía montañas.  Sabían que la fe en Jesús y su sacrificio era la que justificaba y no las obras que pudieran hacer.  Sabían que por medio de la fe, su vida era transformada.  Pero, como tú y como yo, los gálatas comenzaron a pensar que en algunos detalles de su vida, era necesario darle una ayuda a Dios.  Sabiendo que sus decisiones tienen que pasar por el filtro de los principios del Señor, decidieron omitirlo y pasarlas por sus propios filtros.  ¿Ya te identificaste?  Sabemos que Dios quiere que reaccionemos y actuemos de una manera en específico pero decidimos tomar otra actitud pues la consideramos más apropiada.  Pablo nos dice ¡Torpe!  ¿No te has dado cuenta que debes caminar por la fe?  ¿Cómo queremos vivir con dos principios al mismo tiempo?  O entendemos que nuestra vida es plena y abundante a través de Jesús o vivimos conforme a nuestra voluntad.  No podemos mezclar una con otra.  ¡Son contrarias!  Por eso Pablo les dice: ¿Quién los ha fascinado?  ¿Quién los ha hechizado?  ¿Cómo es posible que, conociendo a Jehová, ahora decidan conforme a la carne?  Hoy te pregunto: ¿Estás queriendo “complementar” lo que te pide Dios?  ¿Le estás dando la vuelta a lo que sabes que debes cambiar?  ¿Estás postergando tu entrega?  Probablemente tú mismo te has convencido que es mejor “nivelar” tu vida y no entregarte por completo.  Hoy te digo que eso solamente te apartará de tu comunión con Dios.  Tristemente aquellos que juegan con su compromiso, tienen una enorme probabilidad de terminar alejados.  ¿No te ha llenado Dios de bendiciones?  ¿No has visto la diferencia entre vivir llevando su carga versus la tuya?  Si has tenido ya la fe en aceptar a Jesús, ¿Por qué ahora quieres hacerla a un lado y buscas perfeccionar tu vida conforme a tu voluntad?  
Honestamente no hay forma en la que podamos “ayudar” al Señor.  Debemos vivir tomando decisiones a través de la fe en Él.  Debemos dejarnos transformar por la fe en que Él cuidará de nosotros y que al obedecerlo, será de bendición para nuestra vida.  Deja de actuar conforme a lo que consideras mejor o peor.  Dios tiene lo mejor para ti siempre.  Tal vez no lo entiendas y no estés convencido, pero por medio de la fe, puedes dar el primer paso y así abrirás los ojos por experiencia personal.  

Oración
Señor: definitivamente no puedo seguir así.  Te obedezco en algunas cosas y desobedezco en otras.  Quiero vivir con fe en Ti.  Quiero vivir conforme a tu voluntad.  Quiero dejarte que me perfecciones y me transformes.  Te pido pongas el valor en mí para poder caminar hacia Ti incluyendo en aquellas cosas que dudo o no comprendo.  Hoy sé que solamente buscas lo mejor para mí y por ello quiero entregarte mi vida.  En Cristo Jesús.  Amén 

18 sept 2012

Gálatas 2:19-21


Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios.  Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.  No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.



Pablo creía que siguiendo los principios de la ley, sería considerado una buena persona por Dios y podría ir al cielo a su presencia.  Así vivió gran parte de su vida hasta que tuvo su encuentro con el Señor en su camino a Damasco.  Pudo comprender que esa ley lo único que traía a su vida era esclavitud y frustración pues, por él mismo, jamás lograría cumplirla en su totalidad.  Por eso nos dice que Cristo no murió en vano sino que trajo justicia a nuestras vidas por su gracia y no porque nosotros tuviéramos que seguir la ley.  Pablo nos deja palabras llenas de entrega.  Vuelve a leer detalladamente el pasaje.  Escucha con detenimiento.  Está abriendo su corazón.  Está exponiendo su fe y su esperanza.  Pero sobre todo, nos habla de la madurez espiritual que ha logrado alcanzar.  Nos recuerda que, en Cristo Jesús, hay un antes y un después.  Que en Cristo Jesús, nuestra forma de vivir y de pensar son crucificadas junto con Él para no vivir más así sino empezar un nuevo camino en sus términos.  Un camino que le da sentido a nuestra vida.  Un camino que trae bendición.  Piénsalo.  Cada vez que pones trabas a los principios de Dios ¿Qué pasa en tu vida?  Por el contrario, ¿Cuál es tu experiencia cuando has obedecido y dejado que Dios guíe tus decisiones?  
Conforme vas creciendo en tu vida espiritual, te vas dando cuenta de qué tan desviado está el mundo que te rodea del Señor.  Abres los ojos y entiendes que lo que pensabas que era normal o que estaba bien, está fuera de los principios de Dios y por consecuencia, en lugar de traer bendición, solamente trae más vacío a tu vida.  Piénsalo.  ¿Cuántas cosas hiciste pensando que traerían paz y alegría?  ¿Cuántas de ellas realmente cumplieron con ese objetivo?  ¿Por cuánto tiempo duró esa paz y alegría?  No te sientas mal.  Todos caímos igual.  Todos pensamos que había algo allá afuera que podía llenar nuestra vida.  ¡Y de hecho lo hizo!  Encontramos satisfacciones que pensábamos eran lo mejor que podíamos tener.  De hecho, el pensar en religión o en una comunión con Dios, nos apartaba de esas satisfacciones pues implicaba probablemente dejar de hacer esto o aquello.  ¿Para qué cambiar lo que nos produce placer?  Solamente podemos cambiar si reconocemos que necesitamos de Dios para seguir adelante.
Si realmente quieres obedecer y entregar tu vida a Jehová, debes entender las palabras de Pablo al decir que ahora ya no vive él sino Cristo, que ahora él está juntamente crucificado y que todo lo que hace, día a día, busca hacerlo en la fe de Jesús del cual recibió amor y se entregó por nosotros.  Básicamente significa negarte a ti mismo y dejar que el Señor reine y dirija tu vida.  No todos son capaces de dar este brinco de fe.  Pero aquellos que lo hacen, no quieren volver atrás.  Probar las bendiciones del Señor es simplemente increíble.  Por eso escribo hoy.  Para compartirte y animarte a dar ese salto y comprometerte con Jesús.  Para decirte que la vida en Él no tiene comparación y dejar que sus principios reinen en mis decisiones es lo mejor que puedo hacer día con día.  No siempre es fácil.  A veces cuestiono y no quiero obedecer.  Pero cuando lo hago, los resultados son fabulosos y quiero seguir.  ¿Qué vas a hacer?

Oración
Dios Padre: hoy puedo darme cuenta que la paz y alegría que conozco son de corta duración y no llenan mi vida.  Hoy entiendo que Tú puedes llenar mi vida y darle sentido.  Hoy entiendo que Tú puedes transformarme y darme un nuevo camino lleno de bendición.  Yo quiero vivir tus promesas.  Yo quiero eso para mi vida.  Quiero vivir tu amor y tu gracia.  Quiero ser lleno de Ti y dejar de estar buscando.  Señor, permite que mi vida te sirva en todo lo que haga y que entienda que crucificar mi cuerpo junto con el de Cristo es lo mejor que puedo hacer.  Gracias Padre.  En el nombre de Jesús.  Amén 

17 sept 2012

Gálatas 2:17-18


Ahora bien, cuando buscamos ser justificados por Cristo, se hace evidente que nosotros mismos somos pecadores.  ¿Quiere decir que Cristo está al servicio del pecado?  ¡De ninguna manera!  Si uno vuelve a edificar lo que antes había destruido, se hace transgresor.  



Aceptar que uno es pecador pareciera sencillo.  No lo es.  Significa aceptar que estás haciendo algo mal y que no importa todo lo bueno que hagas, esa “mancha” siempre te seguirá.  Como humanos, buscamos mil y un formas distintas para justificar lo que hacemos y de hecho, logramos doctorados en esa área pues lo hacemos de una manera impecable.  Sabemos exactamente cómo hacer creer a la gente que somos buenos, o no tan malos y nosotros mismos nos convencemos que estamos bien.  Entonces, ¿para qué reconocer que soy pecador?  Piensa en esto: si tuvieras que calificar tu vida de acuerdo al ejemplo que dejó Cristo, qué calificación tendrías.  No conforme a lo que tú consideras bueno o malo sino conforme Jesús vivió y dejó escrito.  ¿Cuánto tendrías de calificación?  Honestamente yo repruebo.  La verdad es que tú también.  Necesitamos de Cristo para poder ser “buenos” (lo que la biblia llama justificado).  Necesitamos su sacrificio para limpiar nuestros pecados.  ¡No lo podemos hacer por nosotros mismos!  ¿Acaso alguien puede amar a su enemigo (prójimo) como a sí mismo si no ha recibido a Cristo?  ¡Por supuesto que no!  Podrá ser cuidadoso y bondadoso.  Podrá buscar y desear el bien, pero dentro de cada uno de nosotros existe una esclavitud al pecado que no se libera sino por medio del sacrificio de Jesús.  La biblia nos dice que de tinieblas fuimos rescatados.  Por esta razón cuesta tanto trabajo entender que somos pecadores y que no podemos tener comunión con Dios si seguimos así.  La justificación que habla Pablo, es un regalo de Dios.  Cuando entendemos que necesitamos ser justificados, reconocemos nuestra situación.  Abrimos los ojos y entendemos que estamos en tinieblas y esclavizados al pecado.  Posteriormente, dejamos atrás esas tinieblas y ahora venimos a la luz de Jesús.  Pero algunas personas piensan que ese sacrificio solamente trajo libertad para hacer lo que les antoja.  Piensan que pueden ir y venir, comer y beber pues alguien hizo un sacrificio por ellos y lo pueden tomar cuando quieran.  Tristemente es otra de las justificaciones que nos hacemos para no querer reconocer nuestra situación de pecadores.
Ahora, una vez que aceptamos a Cristo y fuimos justificados.  Entendemos que Jesús y el pecado no tienen comunión.  Por consecuencia, no podemos seguir viviendo como antes.  Nuestras acciones deben ser diferentes.  Ojo, no enfocadas a ser “buenas” personas sino en servir al Señor y poner bajo sus parámetros y principios cada uno de nuestros pensamientos y acciones.  ¿Cómo regresar a la oscuridad si ya conoces la luz?  ¿Realmente crees que estabas mejor antes?  ¿Tan bueno eres en “lavarte” el cerebro y tus pensamientos para olvidar cómo estabas?  Si Cristo ha traído luz a tu vida, no dejes que tu antigua forma de ser y pensar tomen fuerza y te hagan retroceder.  

Oración
Señor: te pido que pueda ser justificado por Cristo.  Reconozco que soy pecador.  Te necesito.  Estoy cansado.  Estoy triste.  Me siento solo.  Te pido me llenes de tu amor y de tu paz pues la necesito para seguir.  Te pido mi vida te sirva en todo lo que haga.  Te lo pido en Cristo Jesús.  Amén.  

13 sept 2012

Gálatas 2:15-16


Nosotros somos judíos de nacimiento y no pecadores paganos.  Sin embargo, al reconocer que nadie es justificado por las obras que demanda la ley sino por la fe en Jesucristo, también nosotros hemos puesto nuestra fe en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe en Él y no por las obras de la ley; porque por éstas nadie será justificado.



Desde que nacimos, condicionaron nuestra conducta constantemente.  Nos hicieron entender que a toda causa le corresponde un efecto.  Si hacíamos la tarea, estudiábamos, nos portábamos bien y poníamos atención en clase, tendríamos buenas calificaciones en la boleta.  Algunos padres utilizan premios para motivar a sus hijos a obedecer o a esforzarse.  Posteriormente, cuando creces, te das cuenta que aquél que consiguió las mejores calificaciones es quien consigue una beca para estudiar la universidad.  No todos la consiguen sino los de mejor desempeño.  Así también cuando uno busca un trabajo.  Son muchos los que lo quieren y solamente los más calificados tendrán la oportunidad.  Esto no corresponde a nuestra época.  Siempre ha sido así.  Con diferentes escenarios pero las mismas costumbres: dar a aquél que lo merece.  Tiene mucho sentido ¿no lo crees?  ¿Por qué darle a quien no lo merece?  Si yo trabajo y me esfuerzo, por qué recompensar al que no hizo nada.  La verdad resulta complicado defender este punto.  ¿Por qué ayudar a aquél que decidió tirar su vida al alcohol o a algún otro vicio y hoy lo ha perdido todo?  Nosotros no nos dedicamos a ir de fiesta y vivir como si no hubiera mañana.  No gastamos ni despilfarramos lo que teníamos.  ¡Piénsalo!  ¿Por qué dar algo a quien no lo merece?  ¡No tiene sentido!
Definitivamente no tiene sentido porque la respuesta se llama amor.  Y no cualquier amor.  Amor “agape”.  El amor de Dios. Un amor que es incondicional.    El amor que todo lo puede, que no busca lo suyo, no tiene envidias, no guarda rencor, no se irrita,  todo lo soporta y no es contencioso.  Este amor vino a transformar al mundo.  Este amor vino a revolucionar nuestra forma de pensar y actuar.  Rompió con nuestros paradigmas.  Destruyó nuestras costumbres y nos mostró que hay un camino que tiene vida en abundancia mientras que hay otro vacío y oscuro.
Cristo vino a mostrarnos el amor de Dios.  No importa tu creencia.  No importa tus costumbres.  Hoy se te ofrece reconciliarte con Dios Padre a través del sacrificio de su Hijo.  Esto causó confusión entre los judíos pues estaban acostumbrados a que Dios solamente tenía comunión con ellos.  Pero Pablo entiende que esto va más allá.  No se trata de obras.  No se trata de costumbres.  No se trata de una cultura o forma de pensar.  Se trata de la justificación que llega por la fe en Jesucristo.  Un celoso de sus costumbres y de observar la ley entendió que sus obras no lo llevarían al cielo.  Entendió que no podía ser bueno en los estándares del Señor.  Entendió que solamente a través de su fe en Cristo podía ser reconciliado con Dios Padre. 
No merecemos este regalo.  No hemos hecho nada ni podemos hacer nada para merecerlo.  Pero Dios te ama tanto que no necesita que hagas nada más que confesar su Nombre y seguirlo.  Dios no es como tú o como yo.  Él no va a premiar a los mejores portados.  Él no está buscando a aquellos que hicieron cosas buenas.  Él está buscando a todos los que estamos sucios y enfermos.  A los abatidos.  A los tristes.  A los cansados.  A los que están solos.  A los que no tienen esperanza.  En otras palabras, Dios busca reconciliarse con todos aquellos que el mundo desprecia.  
La verdad es que todos necesitamos de Él pero solamente algunos lo reconocemos.  Hoy te animo a meditar sobre tu forma de pensar y tu comunión con Dios.  Piensa cuánto quieres imponer tus costumbres en tu vida espiritual.  Piensa si estás poniendo condiciones a los demás para amarlos.  La respuesta a mis preguntas es el amor de Dios.  Solamente por el amor de Cristo podemos ayudar, perdonar, amar y servir a quien no lo merece.  Y lo hacemos no porque nos condicionen a hacerlo sino porque entendemos que Dios hizo lo mismo por nosotros.  Nos amó, nos rescató y nos limpió sin merecerlo.  Solamente por tener fe en Él y abrazar su camino.  

Oración
Dios Padre: la gloria sea para ti.  Tu amor sobrepasa mi entendimiento.  Tu entrega va más allá de mis capacidades.  Aprendí que uno recibe lo que merece pero Tú me has extendido un amor que jamás podría merecer.  Gracias.  Ayúdame a llevar ese amor a más personas siendo un instrumento tuyo.  Gracias por no pedir nada a cambio.  Gracias por salvarme sin merecerlo.  Gracias por tu gracia y tu misericordia.  Ahora te pido que pueda ser como Tú y llevar bendiciones a los que me rodean.  Te lo pido en el nombre de mi Señor Jesús.  Amén 

12 sept 2012

Gálatas 2:14


Cuando vi que no actuaban rectamente como corresponde a la integridad del evangelio, le dije a Pedro delante de todos: Si tú, que eres judío, vives como si no lo fueres, ¿Por qué obligas a los gentiles a practicar el judaísmo?



Si no estás muy familiarizado con las costumbres judías, debes saber que la obediencia a “la ley” era importantísima.  De cierta manera las apariencias jugaban un papel de suma importancia.  El tipo de comida y la forma de prepararla son especiales.  No se juntan o mezclan con personas que no sean del mismo credo y por esta razón, todos aquellos que no son como ellos les llaman gentiles.  Los líderes religiosos eran sumamente cuidadosos y buscaban observar sus costumbres a la perfección.  De aquí se deriva el problema de Pedro.  Vivió acostumbrado a seguir ciertas reglas y sobretodo a obedecer sus costumbres con rigidez.  Un día, tiene su encuentro con Jesús y sus ojos son abiertos y su corazón transformado.  Ahora se da cuenta que muchos de los rituales y formas de comportarse no tienen sentido pues Cristo vino a rescatarnos.  ¡Qué difícil!  Debes saber que es la misma situación en la que cada uno de nosotros se encuentra día a día.  Con mayor o menor intensidad, cada uno de nosotros debemos vivir siguiendo una línea mientras tenemos otras tratando de interponerse.  ¿Cuánto te ha costado dejar atrás tus viejas costumbres?  ¿Qué tan difícil fue dejar de hacer algo porque ahora entiendes que hay un nuevo camino para ti?    Si es difícil dejar algún vicio como el cigarro o el alcohol, imagina lo difícil que es desprenderse de una forma de pensar o de actuar.  Todos estamos en una transición y poco a poco vamos dejando nuestro cuerpo carnal para irnos transformando más y más en el espiritual.  Esto no quiere decir que dejas de existir.  Lo que quiero decir es que cuando tu parte espiritual crece y se fortalece, tus decisiones están basadas en la voluntad de Dios.  Por el contrario, cuando tu vida carnal se fortalece, las decisiones están basadas en tu voluntad.  Por eso vemos a Pedro entrar en conflicto.  ¡No es fácil!  Tú lo sabes y yo lo sé.  De hecho, estoy convencido que muchos ni siquiera abren su fe para no encontrarse con este dilema y poder seguir “como antes”.  
Pedro estaba confundido y así también nosotros nos confundimos.  Recuerdo que cuando era adolescente, no me importaba si la novia que tuviera amaba o no a Cristo.  Después entendí que era una prioridad altísima el que mi esposa tuviera el mismo amor que yo.  Hoy, viendo atrás, incluso entiendo que el noviazgo presenta grandes problemas y por ello ni siquiera encontramos ese concepto en la biblia (pero eso es otro tema).  Lo que quiero dar como ejemplo es el cambio que vamos teniendo y la madurez que vamos adquiriendo conforme vamos dejando que nuestro Señor tome las riendas.  Es una batalla constante.  Yo sé que Dios quiere que ame a mi prójimo pero me ha lastimado y mi mente me dice que mejor me aleje de esa persona.  Dios me dice que perdone pero después de su engaño me parece mejor separarme.  Dios me dice que sirva así como Él lavó los pies de sus discípulos, pero no quiero dar tanto de mi tiempo y dejar de hacer mis cosas para servir a alguien más.  Así, cada principio del Señor va tomando forma.  Es difícil.  Es un verdadero reto.  Es precisamente en este punto donde se separan aquellos que conocen de Dios de los que le servimos y entregamos nuestra vida a Él.  ¿De qué lado estás?  
Pedro no supo que hacer en su momento y Pablo tuvo que darle dirección a sus acciones.  Hoy espero que Dios hable a tu corazón y de dirección a tus pasos.  No dejes que tu antigua forma de ser y de pensar te haga dudar sobre el camino del Señor.  No hay mejor camino.  ¿Acaso crees poder tomar mejores decisiones que Dios?  ¿Entonces qué haces dirigiendo tu vida?  Deja atrás todo aquello que estás acostumbrado y que pensabas que era lo correcto o lo mejor.  Es momento de dirigir tu mirada a Jehová y vivir conforme a su palabra.  No te vas a arrepentir.

Oración
Padre: cuántas gracias te doy por tus instrucciones y tu forma tan amorosa de darle dirección a mi vida.  Gracias por recordarme que tu camino es infinitamente mejor que el mío y las confusiones que tengo son por querer seguir viviendo como antes en lugar de dejarte trabajar en mí.  Te pido que pongas fe en mi mente y en mi corazón para dejar atrás todo aquello que simplemente estorba en mi comunión contigo.  Te lo pido en el nombre de Cristo Jesús.  Amén 

11 sept 2012

Gálatas 2:11-13


Pues bien, cuando Pedro fue a Antioquía, le eché en cara su comportamiento condenable.  Antes que llegaran algunos de parte de Jacobo, Pedro solía comer con los gentiles.  Pero cuando aquellos llegaron, comenzó a retraerse y a separarse de los gentiles por temor a los partidarios de la circuncisión.  Entonces los demás judíos se unieron a Pedro en su hipocresía, y hasta el mismo Bernabé se dejó arrastrar por esa conducta hipócrita.



Dicen por ahí “mal de muchos, consuelo de tontos”.  ¡Qué cierta es esta frase!  ¡Cuántas veces queremos justificar nuestra conducta comparándola con alguien más!  El problema no está en escoger al mejor o peor ejemplo sino en pensar que cualquier persona puede siquiera ser ejemplo comparado con Cristo.  Pero así somos.  Está dentro de nuestra naturaleza y dentro de nuestras costumbres.  El mismo Pedro sucumbió ante su tradición y la presión social.  ¡Pedro!  A quien Jesús le dijo que sería el encargado de apacentar a sus ovejas.  Esta responsabilidad no se la dijo a nadie más.  Pedro es uno de los ejemplos más extraordinarios que tenemos en la biblia, sin embargo, debes entender que no es un súper héroe ni sobrenatural.  Pedro era una persona común y corriente.  Era como tú y como yo.  Sin embargo, logró realizar cosas extraordinarias y sobrenaturales por entregar su vida al Señor.  Sanó ciegos, cojos, mudos y todo tipo de enfermedades.  Lo más impresionante de su vida es que dentro de su biografía, puede incluir el caminar sobre el agua.  ¡Caminó sobre el agua!  Tristemente después de quitar la mirada de Jesús, sabemos cómo terminó ese momento.  Pero debemos entender que logró cosas extraordinarias gracias a su entrega, obediencia y fe en el Señor.
Esta gran persona.  Este fabuloso ejemplo a seguir también tuvo sus caídas y hoy tenemos que aprender de ellas.  La presión cultural y social pudieron más que su madurez espiritual.  Decidió llevar una doble vida.  Pensó que podía tener dos comportamientos distintos y seguir sirviendo al Señor.  ¿Ya te identificaste?  ¿Cuántas veces has pensado en que puedes tener una “doble” vida?  Tal vez ni siquiera te has dado cuenta que llevas una doble vida.  ¡Se honesto!  No dejes que tu orgullo te cierre los ojos y no te deje ver más allá.  Medita en tu comportamiento de cada día que pasa.  No separes un mal día de uno “bueno” incluye todos.  Ahora utiliza a Cristo como parámetro.  ¿Qué tal saliste en la comparación?  No te preocupes, yo salí igual de mal que tú.  De hecho, el mismo Pedro saldría también reprobado y es precisamente lo que Jesús quiere que entiendas.  ¡Recibimos la salvación por gracia!  ¡Por misericordia!  No porque la merecemos.  No por lo que hayamos hecho o dejado de hacer sino por el amor tan grande que Dios tiene contigo y conmigo.  ¡Qué bendición!  Por esta razón no debes sentir que lo que escribo hoy es para señalarte que estás haciendo mal las cosas y darte de “bibliazos” para que cambies.  ¡Por supuesto que no!  Lo que quiero que entiendas es que no hay nada que puedas hacer para que el Señor te ame más o que te ame menos.  ¡Ya no puede amarte más!  Ese sentimiento de acusación que tienes, esa tristeza y remordimiento que tienes son causados por Satanás.  Por eso se le llama el Acusador.  Piénsalo, Cristo YA te perdonó.  Cristo le dijo a la prostituta que se fuera y que no pecara más.  Pedro no fue destituido de su puesto ni dejó de ser apóstol por haber hecho lo que hizo.  Se arrepintió, pidió perdón y siguió adelante en su camino con el Señor.  ¡No te dejes engañar por el maestro del engaño!  Dios está ahí contigo.  Nunca se ha alejado.  Lo que quiere es que regreses.  Lo que quiere es que abras tu corazón y le entregues todas tus cargas.  Lo que quiere es que sepas que te sigue amando igual que antes.  Pedro se equivocó.  Tú y yo nos equivocamos.  Esto no es el fin del mundo.  Ahora, nuestros errores tienen consecuencias y a veces son muy graves como lo vemos con lo que hizo Pedro.  No solo cometió una falta sino que arrastró a varias personas dentro de su error.  Debes ser cuidadoso y procurar ser una ayuda a los hermanos y no una piedra de tropiezo.  Pide perdón y vuelve la mirada a tu Señor.  Él está ahí esperando.

Oración
Padre: perdóname.  He llevado una doble vida.  He dejado que la cultura, mis costumbres y la presión social me hagan tomar decisiones que van en contra de tu voluntad.  Hoy traigo a tus pies todo aquello que me hace desobedecerte.  Te pido que me transformes.  Te pido que entienda que me amas y que no me has abandonado en ningún instante.  Quiero volver a casa mi Señor.  Quiero reconciliarme contigo y entregarte mi ser en su totalidad.  Quiero caminar sobre el agua e ir por donde Tú decidas que deba ir.  Te lo pido en el nombre de Cristo mi Señor.  Amén 

10 sept 2012

Gálatas 2:9-10


En efecto, Jacobo, Pedro y Juan, que eran considerados columnas, al reconocer la gracia que yo había recibido, nos dieron la mano a Bernabé y a mí en señal de compañerismo, de modo que fuéramos a los gentiles y ellos a los judíos.  Sólo nos pidieron que nos acordáramos de los pobres, y eso es precisamente lo que he venido haciendo con esmero.



Antes de que Pablo tuviera contacto con los apóstoles, él era una amenaza.  Él era despiadado.  Si se acercaba, probablemente tenían que huir o esconderse.  Pero Dios tenía unos planes distintos.  No se los informó a nadie.  No les dijo, Pedro, Juan y Jacobo, ustedes estén tranquilos y no se preocupen por lo que Pablo está haciendo a mi gente y a ustedes pues yo voy a transformar su corazón.  ¡Definitivamente no fue así!  Lo que los apóstoles sabían, era que Cristo había vencido a la muerte.  Sabían que era Dios.  Sabían que Él se encargaría de cuidarlos, guiarlos y bendecirlos.  Basaban su fe, esperanza, gozo y paz no en lo que veían y escuchaban sino en la palabra del Señor.  ¿Por qué hago énfasis en esto?  ¡Porque nuestra tranquilidad no puede depender de lo que podemos ver o entender!  Los planes de Dios son perfectos y ven mucho más allá de lo que pudiéramos imaginar.  ¿Cómo querer entender todo y reclamar cuando no nos parece algo?  Simplemente estamos siendo inmaduros.  Si confías en el Señor, tu paz no estaría condicionada a las circunstancias.  Tu felicidad no estaría basada en que pase esto o aquello.  Tu día a día tendría gozo porque confías y obedeces a Jehová.  Los apóstoles lo entendieron y no dedicaron ni un segundo de sus vidas en buscar la forma de escapar de Pablo o de cómo luchar contra lo que estaba haciendo.  Ellos se dedicaron a predicar y dejaron que el Señor se encargara de los problemas.  Por esta razón, cuando él llega y ven la transformación que Dios hizo, no les queda otra opción más que compartir el gozo y apoyarlo en su ministerio.  ¿Puedes ver lo profundo y grande de esto?
Por otro lado, quiero que veas lo importante que es apoyar a tu prójimo y en especial a los hermanos en la fe.  No critiques.  No juzgues.  Simplemente ama y sirve.  Los apóstoles tuvieron que entender que ellos habían sido rescatados por gracia.  Tenían que entender que no merecían lo que Cristo hizo por ellos.  Por esta razón, no podían reclamar ni criticar acerca de Pablo.  No pudieron hacer alusión a su pasado tan oscuro.  Imagina cómo hubieras reaccionado.  ¡Señor cómo es posible, ya se te olvidó lo que hizo esta persona!  Seguramente le hubiéramos reclamado porque así le reclamamos hoy.  Sabemos que tenemos que amar pero utilizamos pretextos y críticas para “librarnos” de ese compromiso.  Pensamos que podemos convencer al Señor de que existen aquellos “imposibles” de amar.  Señor, hizo esto y luego me hizo aquello.  Definitivamente no quieres que ame y perdone a esa persona pues mira todo el daño que ha hecho.  ¿Cuántas veces has querido justificar tu desobediencia?  Yo muchas.  No debemos seguir así.  Debemos madurar.  Debemos crecer espiritualmente.  ¡Ya no podemos seguir arrastrando nuestra antigua forma de pensar y de reaccionar!  Ama a tu prójimo.  Sirve.  Utiliza las bendiciones que has recibido para que otros también sean bendecidos.  Los apóstoles sabían que la gracia que recibieron era abundante y demasiada para guardarla.  Por esta razón, la extienden a Pablo y permiten que las bendiciones del Señor fluyan y lleguen a más personas.  Hagamos hoy lo mismo y vivamos en servicio y obediencia a Jehová.
Oración
Dios Padre: te pido perdón por mis pecados.  Te doy gracias por tu palabra y por mostrarme tu camino.  Te doy gracias por darme dirección y por llenarme de tantas bendiciones.  Gracias porque hoy puedo cambiar y vivir en esperanza y con fe en Ti.  Te pido Padre que pueda entender el ejemplo de los apóstoles y vivir amando y sirviendo conforme a tu voluntad y no conforme a mis prejuicios y críticas.  Gracias Señor por tu amor incondicional.  Gracias en el nombre de Jesús.  Amén 

7 sept 2012

Gálatas 2:6-8


En cuanto a los que eran reconocidos como personas importantes, aunque no me interesa lo que fueran porque Dios no juzga por las apariencias, no me impusieron nada nuevo.  Al contrario, reconocieron que a mí se me había encomendado predicar el evangelio a los gentiles, de la misma manera que a Pedro predicarlo a los judíos.  El mismo Dios que facultó a Pedro como apóstol de los judíos me facultó también a mí como apóstol de los gentiles.



Si pones atención, una de las características de Dios es el orden.  Creó la tierra en seis días y descansó al séptimo.  Creo el día y la noche.  Pidió a los israelitas recolectar el maná pero solamente la porción de un día.  Nos dijo cómo se debía dar el diezmo con Caín y Abel como ejemplo.  Nos dejó una base para nuestras oraciones.  Nos dice cómo se acabará el mundo.  Nos revela a dónde vamos cuando morimos.  En fin, la lista puede seguir y seguir demostrando que nuestro Dios no es desordenado sino todo lo contrario.  Por esta razón, no vemos que su iglesia es conformada de manera espontánea y como vayan surgiendo las necesidades.  Él nos creó con personalidades únicas.  No hay nadie igual a ti.  Ni siquiera tus hermanos son iguales a ti.  ¡Eres único!  ¡Eres especial!  Y Dios te creó para que cumplieras con una parte esencial de su obra.  Así creó a Pedro.  Así creó a Pablo.  Cada uno con tareas distintas pero sirviendo a un mismo Dios.  ¿Conoces tu propósito?  ¿Sabes dónde te quiere Dios?  Es importante que pongas en oración tus deseos de servirlo y dejar que Él te muestre dónde debes de trabajar.  No solamente digas voy aquí o allá, sino que, en oración, pide que puedas tener claridad sobre dónde te quiere trabajando.  Pedro fue encomendado a los judíos. Pablo a los gentiles.  Dios los escogió.  Dios acomodó las cosas para que ellos realizaran una tarea específica y así quiere que hoy tu realices una también.  El problema es que muchas veces no nos preocupamos por encontrar aquello a lo que fuimos llamados.  Recibimos y recibimos pero nunca regresamos o compartimos lo que hemos recibido.  Piénsalo.  ¿Cuánto te ha dado el Señor?  ¿Cuánto de lo que te ha dado pones a su servicio?  Puedes empezar con algo tan sencillo como preguntar en tu congregación en qué necesitan ayuda.  Hace poco escuché una estadística que me llena de tristeza y asombro.  Aproximadamente el 35% de una iglesia está comprometida en servir y dar un diezmo de manera constante.  ¡35 por ciento!  ¿Dónde está el otro 75?  Si con ese 35 nuestro Señor hace maravillas, ¡Imagina lo que podríamos ver con el 100%!  No sé si eres de los 35 o de los 75.  A mí no me corresponde juzgarte ni criticarte.  Todo lo contrario.  Te animo pues el compromiso no es con los hombres sino con Jehová.  Te lo repito.  Cuando te pidan cuentas de lo que hiciste en tu vida, no seré yo ni algún otro hombre quien te cuestione sino el Señor.  Así que te animo y motivo a dejar que el Señor te muestre dónde y cómo quiere que le sirvas.  ¡Empieza amando a tu prójimo!  Empieza perdonando.  Empieza dejando de decir mentiras.  Y poco a poco verás cómo el Señor te acomoda en el lugar correcto.  Lo único que necesitas es ser sencillo y con un corazón dispuesto.  Él se encarga de lo demás.

Oración
Padre Santo: quiero servirte y compartir de todas las bendiciones que me has dado.  Te pido que pueda entender en dónde y cómo quieres que te sirva.  Pongo mi vida a tus pies para que tú muestres qué debo hacer.  Heme aquí mi Señor.  En Cristo Jesús.  Amén.