Vistas de página en total

25 abr 2013

1Pedro 1:14-16


Como hijos obedientes, no se amolden a los malos deseos que tenían antes, cuando vivían en la ignorancia.  Más bien, sean ustedes santos en todo lo que hagan, como también es santo quien los llamó; pues está escrito: sean santos, porque yo soy santo.  



No sé si eras una persona muy buena estudiando o no, pero yo recuerdo cuando llegué a reprobar algún examen.  Habían algunos que no les había dedicado el tiempo correcto pero había otros que pensaba que había estudiado lo suficiente como por lo menos tener una calificación aprobatoria.  ¡Gran sorpresa cuando veía la calificación reprobada!  Poco a poco he ido madurando y he podido entender que hay cosas que no están basadas en nuestra perspectiva ni somos nosotros quienes las medimos.  Por ejemplo: en los exámenes que pensaba debía de haber obtenido por lo menos un 6, la realidad es que mi dedicación no ameritaba ese 6.  Realmente tuve la calificación que merecía para la prueba que el profesor realizó.  No importa si yo pensé que estudié mucho o poco.  No importa si le dediqué más tiempo que el anterior.  Lo importante es el resultado.  Reprobado.  Ahora, podemos caer en dos vertientes: negación o aceptación.  La primera decimos que el examen fue más difícil de lo que tenía que haber sido.  Decimos que el material estaba incompleto.  Ponemos cualquier pretexto para decir que nosotros no tuvimos la culpa.  Mientras tanto, cuando aceptamos nuestro error, crecemos y no volvemos a caer en la misma falta.  Reconocemos que no estudiamos lo suficiente para el parámetro de prueba que el profesor puso.  Entendemos que era necesario dedicarle más tiempo y tomar medidas distintas.  Bien.  ¿Qué tiene que ver esto con el versículo de hoy?  Dios nos llamó a ser santos.  No medio santos.  No santos los domingos.  No santos entre hermanos.  No.  Santos.  En todo lo que hagas busca santidad en tu vida.  ¡No te amoldes a tus deseos o actividades anteriores!  Dice Pedro.  Obedece y se santo como Cristo.  Él puso el parámetro.  Él estableció la barra para ser medidos.  No tú.  No yo.  Él.  Así que, no podemos seguir seleccionando qué hacemos y qué no.  No puedes obedecer en unas cosas y hacer tu voluntad en otras.  ¡Así no puso Cristo el ejemplo!  ¿Lo puedes entender?  Para Dios no existe el corazón “muy entregado” y el “medio entregado”.  Él nos analiza y sabe con quien puede contar y con quien no.  ¿Puede contar contigo?  Tal vez tienes tiempo pensando que Dios y tú pueden tener comunión a tu manera.  Tal vez has pensado que lo que haces es suficiente.  Es posible que pienses que no necesitas involucrarte más con el Señor.  Por esta razón puse el ejemplo de los exámenes en mi vida.  La verdad es que no somos nosotros los que podemos decidir si ya es suficiente o no.  ¡Eso solamente lo mide Dios!  Honestamente nunca va a ser suficiente si vemos que la meta es Cristo quien se sacrificó y entregó por completo por ti y por mí.  ¿Cómo podemos pensar entonces que hemos hecho suficiente para Dios?  Hay gente que pone apodos a aquellos que deciden obedecer en todo lo que hacen.  Los señalan.  Los critican.  ¿Sabes?  ¡Qué bendición ser señalado y criticado por esas razones!  Quiere decir que estamos haciendo bien nuestro trabajo para el Señor.
Espero medites en tu entrega.  Espero reflexiones y seas honesto.  Date cuenta si estás poniendo tú el parámetro y la vara de medición en tu relación con Dios.  Entiende que no te corresponde a ti sino a Él.  Entiende que tú no vas a calificarte sino Él.  A los ojos de Él, ¿cómo crees que saldrías evaluado?  Es momento de cambiar de dirección y verdaderamente buscar ser santos como Él fue santo.
Oración
Padre y Señor: gracias.  Gracias por darle dirección a mi vida y darme entendimiento para corregir mis pasos.  Perdóname por querer llevar mi comunión contigo a mi manera.  Perdóname por poner mis parámetros y hacer a un lado los tuyos.  Hoy vengo a Ti y reconozco que quiero obedecerte y ser santo tal y como Jesús lo fue.  No quiero entregarme a medias ni seguir una comunión mediocre contigo.  Toma mi vida.  Toma mi corazón y decide por dónde me quieres llevar.  En el nombre de Cristo Jesús te lo pido.  Amén 

24 abr 2013

1Pedro 1:13


Por eso, dispónganse para actuar con inteligencia; tengan dominio propio; pongan su esperanza completamente en la gracia que se les dará cuando se revele Jesucristo.  



Una persona que tiene problemas de adicción no va a cambiar de un día a otro por conocer y aceptar a Jesús.  Una persona que está acostumbrada a engañar a su pareja se encontrará en la misma situación.  Si tienes un gran amor al dinero y lo material, el hecho de conocer a Jesús no hará que de un momento a otro todo cambie.  Tristemente he escuchado a pastores predicando un evangelio milagroso en el que, “por arte de magia” todo se resuelve.  Mentira.  Si esto fuera verdad no tendríamos versículos como el de hoy.  No habría necesidad por parte del Señor de darnos instrucciones y guiarnos pues todo lo que hiciéramos sería correcto y conforme a su voluntad.  Ahora, la biblia dice que nacemos de nuevo, que somos una nueva criatura y que todo es hecho nuevo.  Todo esto sucede cuando Cristo se vuelve rey de nuestra vida.  Cierto.  La diferencia es que dichos cambios se realizan en el ámbito espiritual y no en el carnal.  Debemos entender que ahora nos enfrentamos a una lucha entre nuestra carne y nuestro espíritu.  Aquí es donde aparecen la inteligencia y el dominio propio del versículo 13.  A través del espíritu, se nos revelan cosas que antes no entendíamos.  A través del espíritu, podemos ver y entender que los principios de Dios son mejores que nuestros principios.  A través del espíritu podemos darnos cuenta de cómo nuestra carne nos ha metido en tantos problemas.  Y finalmente, a través del espíritu entendemos que la felicidad y el placer de la carne son pasajeras mientras la paz y gozo que ofrece Dios es infinita.
Inteligencia y dominio propio.  Van de la mano.  Si no puedes discernir con inteligencia entre lo bueno y lo malo ¿De qué sirve tener control de las acciones de uno?  ¡De nada!  Por el contrario, nuestra inteligencia debe ir creciendo y madurando.  Así, conforme nuestra vida presenta distintos escenario, sabremos que el domino propio debe entrar en acción.  ¿Qué quiere decir dominio propio?  Significa tener un buen juicio.  Significa no dar rienda suelta a tus “instintos” o deseos.  Significa controlar tu cuerpo, tu mente y tu corazón.  Un gran ejemplo de dominio propio lo encontramos en Daniel.  Rechazó comer de lo que el rey comía.  ¿Lo puedes creer?  Algo que jamás podríamos imaginar en su grandeza, David lo rechazó.  ¿Qué más hizo?  No hizo reverencia a una estatua sabiendo que sería echado a un horno de fuego.  No termina ahí.  Caminó hacia ese horno de fuego sin saber que el Señor lo rescataría.  ¿Quieres más?  Nuevamente rechazó lo que el rey ordenaba y fue echado al foso de los leones.  Todas estas acciones involucran dominio propio.  ¿Por qué?  ¡Porque la carne nos dice que hagamos lo contrario!  Estoy seguro que la carne de Daniel decía: ¡come del banquete del rey!  ¡No seas tonto Daniel y vamos a disfrutar!  Estoy convencido que su carne decía: inclínate a esa estatua y ora con las ventanas cerradas, nadie se va a dar cuenta y te vas a evitar muchos problemas.  Su vida estaba en juego y prefirió controlar su carne para que el Espíritu reinara.  ¿Lo puedes ver?  ¡Así también nuestra carne nos grita y trata de convencer!  Por esta razón, los ejemplos que escribí al principio no cambiarán de un instante a otro.  Ahora sus ojos están abiertos.  Ahora no son esclavos de esas adicciones.  Pero también, ahora tenemos que decidir con inteligencia y ejercer el dominio propio cuando la carne comience a gritar y a querer confundirnos sobre aquello que es bueno.  La carne hará todo lo posible por convencerte que tu adicción no es tan mala.  Te hará recordar los “buenos momentos” que has pasado.  Te confundirá al decirte que seas infiel y que nadie se dará cuenta.  Te susurrará al oído para recordarte cuánto gozo te han dado tus bienes materiales.  ¡Esta es la lucha que día a día atravesamos!  En distintas formas pero todo se reduce a una: la carne luchando contra el espíritu.  ¿Qué vas a hacer?  Es momento de decidir.  No hay medias tintas.  Es frío o caliente.  Personalmente he visto los resultados de mis “instintos” y deseos.  Prefiero luchar por el espíritu.  Por eso escribo hoy.  Para compartirte mi experiencia y animarte a escoger diferente.  Decirte que hay un mejor camino que es el de Jesús.  Decide por Él.

Oración
Señor: perdóname.  Te he fallado.  He dejado que mi cuerpo reine.  He permitido que mis deseos se apoderen de mí y pensaba que tenía el control.  Hoy entiendo que no es así.  Quiero aprender a vivir por el espíritu.  Quiero aprender y desarrollar el dominio sobre mi carne.  Quiero aprender a discernir entre tus principios y mis deseos.  Renuévame mi Señor.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén 

23 abr 2013

1 Pedro 1:12


A ellos se les reveló que no se estaban sirviendo a sí mismos, sino que les servían a ustedes.  Hablaban de las cosas que ahora les han anunciado los que les predicaron el evangelio por medio del Espíritu Santo enviado del cielo.  Aun los mismo ángeles anhelan contemplar esas cosas.



Cuando dice a ellos se les reveló, ¿a quién se está refiriendo?  A los profetas que menciona en el versículo 10.  Éstos anunciaron la gracia que nos es ofrecida hoy en día.  Entonces, lo que nos está explicando Pablo, es que estos profetas  estaban anunciando algo que no era para su tiempo sino para el nuestro.  Anunciaron lo que habría de venir y así como lo dijeron, así sucedió.  
Hoy estamos acostumbrados a que las cosas funcionen de manera muy peculiar.  Queremos ver y entender los resultados inmediatamente.  Si ves un rato la televisión podrás encontrar infinidad de productos “milagrosos”.  Hazte millonario en muy poco tiempo.  Ten el cuerpo que siempre deseaste en tan solo unos cuantos minutos.  Todo gira alrededor de conseguir un resultado inmediato y con el menor esfuerzo posible.  ¿Y qué tiene que ver esto con el pasaje de hoy?
Debemos aprender que las pruebas que atravesamos, no necesariamente tendrán un resultado inmediato.  Los profetas anunciaron la gracia y no fue para ellos en ese momento sino varios años después tuvo efecto cuando vino Cristo y el Espíritu Santo.  Nosotros queremos que las pruebas se acaben rápido.  Queremos entender el por qué de lo que nos está sucediendo.  Queremos que llegue el aprendizaje y listos para lo que sigue.  ¿Cuánta gente está orando en este momento por salud personal o la de un familiar?  ¿Y si el Señor quiere que sigamos enfermos?  ¿Y si gracias a esa enfermedad creceremos espiritualmente?  ¿Y si gracias a esa enfermedad alguien entrega su vida a Cristo?  ¿Por qué aferrarse tanto a la salud?  ¿Por qué no mejor nos aferramos a servir al Señor y en dar testimonio a los demás de la reconciliación que ofrece Jesús?  No podemos estar viviendo como el mundo nos dicta.  No podemos moldearnos a lo que vemos afuera.  Tenemos que moldearnos a la imagen de Cristo.  Nuestras acciones deben predicar sus principios.  Nuestras palabras deben hablar sus palabras.  Por esta razón, no podemos caer en los errores que los demás caen.  Así como los profetas anunciaban lo que vendría y no se quejaban porque no entendían lo que decían o cuándo exactamente sucedería, nosotros debemos aprender a vivir en obediencia y servicio  a Dios sin esperar entender todo lo que nos sucede.  Imagina qué ilógico sería tener a un profeta quejándose con el Señor porque no vería quién es el Mesías.  Imagina a Juan quejándose por no entender cuándo vendría el Apocalipsis.  Es ilógico.  Pero cuando se trata de nosotros y querer respuestas inmediatas y claras ya nos parece que tiene sentido.  La verdad es que es igual de ilógico exigir lo que solamente el Señor en su soberanía quiere revelar.  Nos quejamos y nos quejamos pero no llegamos a ningún lado.  Por otro lado, puede ser que estás orando sin cesar y te encuentras igualmente estancado.  ¿La razón?  ¡Estamos orando por lo que el mundo busca y no lo que nuestro Señor!  Ora porque tu vida sirva para que otros vengan a Dios.  Ora para que tu vida sea de bendición para los que te rodean.  Ora para que el Señor transforme tu corazón y puedas amar a tu prójimo.  Dejemos de quejarnos y oremos para que seamos utilizados y vehículos de bendición.  Si Dios nos quiere revelar sus planes hoy, ¡Extraordinario!  Si no nos revela nada, ¡Igualmente extraordinario!  Su voluntad es lo mejor en cualquier escenario.  No te desanimes ni desesperes.  Deja de buscar una solución o una explicación.  Deja que el Señor reine y revele conforme a su voluntad y obedezcamos mientras esperamos a ser llamados.

Oración
Dios Padre: tu palabra es increíble y llena de bendición.  Te doy gracias por revelarme lo que es importante y ayudarme a discernir entre aquello que me ayudar a crecer espiritualmente y lo que no.  Perdóname por cuestionar tus planes y estar demandando una explicación a lo que me sucede.  Hoy entiendo que debo entregarme incondicionalmente a Ti y confiar en tu amor y tu voluntad por encima de todo.  Gracias Señor.  En Cristo Jesús.  Amén

17 abr 2013

1 Pedro 1:10-11


Los profetas, que anunciaron la gracia reservada para ustedes, estudiaron y observaron esta salvación.  Querían descubrir a qué tiempo y a cuáles circunstancias se refería el Espíritu de Cristo, que estaba en ellos, cuando testificó de antemano acerca de los sufrimientos de Cristo y de la gloria que vendría después de éstos.



Hoy en día, algunas personas dicen que el antiguo testamento es muy distinto al nuevo testamento.  Cuando Pedro escribe estas palabras, los judíos cuestionaban el evangelio y por ello explica con detalle cómo lo que estaba escrito no tiene diferencia con el evangelio sino al contrario, cumplía con todo lo que se había anunciado.  Por esta razón, resulta de suma importancia que leas y estudies la biblia.  Ojo, no estoy diciendo que lo importante es ser un erudito en ella.  No.  Todo ese conocimiento debe estar de la mano de transformación en tu vida.  De nada sirve conocer y memorizar infinidad de versículos si tu corazón no es renovado.  Necesitamos nacer de nuevo y entregar nuestra vida a Aquél que se entregó por nosotros.  De Él es a quien Pedro se refiere y a quienes los profetas se referían.  Anunciaron una salvación.  Anunciaron que vendría gloria y buenos tiempos.  Pero también anunciaron sufrimientos.  En otras palabras, anunciaron la vida de Jesús.  Nos trajo testimonio.  Sufrió por cada uno de nosotros siendo santo y perfecto, pero lo más importante, es que entendamos que no se quedó en la cruz.  Su sacrificio dio fruto.  Ahora está junto al Padre.  Ahora hay gloria y su sufrimiento nos ha librado de las cadenas del pecado.  Juan 8:32 dice que la verdad nos hará libres.  Cristo es la verdad.  Su vida, su muerte y su resurrección nos han dado la oportunidad de ser libres.  Debes saber también que no todos son libres.  Solamente aquellos que reciben a Jesús y entregan sus vidas a Él.  No lo digo yo.  Lo dice Dios en su palabra.  Hay gente allá afuera diciendo y pensando que todos son hijos de Dios y que todos participan de su gracia.  Si bien, todos tienen la puerta abierta para ser reconciliados por lo que Cristo hizo, solamente aquellos que confiesen Su nombre y lo reciban podrán tomar parte en la comunión con Él.
Los profetas anunciaron la gracia de Dios.  Ellos tenían al Espíritu diciéndoles lo que habría de ocurrir.  Hoy esa gracia está disponible para tu vida.  No conozco lo que estés atravesando en estos momentos.  No sé si ya has recibido o no a Jesús.  Pero si de algo estoy convencido es que Él es el único que puede llevarte por el mejor camino posible.  Él es el único que puede sacarte de esa oscuridad.  Él es el único que puede renovarte y llenarte de su amor y consuelo.  Él es el único que no te va a fallar.  Él es el único que te perdonará y estará siempre con los brazos abiertos esperando tu regreso.  Él ya se entregó por ti.  Él ya sufrió por ti.  Es inimaginable lo que tuvo que sufrir.  Su cuerpo estaba prácticamente irreconocible.  Lo hizo por ti y por mí.  Lo hizo porque nos ama.  Te ama.  Es tiempo de acudir a Aquél que nos ama y quiere lo mejor para nosotros.  Reconcíliate.  Renuévate.  Deja que Dios te guíe conforme a su palabra.

Oración
Señor: gracias por haber mandado a Jesús a morir por mis pecados.  Te pido perdón por todas mis faltas.  Te pido que pueda recibir tu gracia y participar en la salvación que Cristo ofrece.  Te pido que dirijas mi vida.  Te pido que ilumines mi camino.  He tomado malas decisiones y no quiero dar más pasos que no sean conforme a tu voluntad.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén 

16 abr 2013

1 Pedro 8-9


Ustedes lo aman (a Cristo) a pesar de no haberlo visto; y aunque no lo ven ahora, creen en Él y se alegran con un gozo indescriptible y glorioso, pues están obteniendo la meta de su fe que es su salvación.



Seguir a Cristo no está reservado para unos cuantos ni es un grupo misterioso.  Es totalmente abierto y disponible.  Sin embargo, hay ciertas cosas que no todos pueden entender.  Los versículos de hoy son un ejemplo de ello.  Nos dice Pedro en su carta que como creyentes, a pesar de nunca haber visto a Jesús, tenemos gozo y alegría en Él a través de la fe.  ¡Esto no tiene sentido para mucha gente!  Piénsalo.  Crees en alguien que no has visto.  Confías que irás a un lugar al que nadie ha ido.  Crees que un libro que se escribió hace un par de miles de años está inspirado por Dios.  Son una serie de creencias que no todos pueden (o quieren) digerir.  Pero para aquellos que hemos reconocido a Jesús.  Que le hemos pedido que venga a nuestras vidas y nos de un corazón nuevo, podemos entender estas palabras.  Nosotros podemos tomar ánimo y gozarnos al leer estos versículos.  Nos recuerdan hacia dónde vamos.  Nos recuerdan en quién confiamos.  Nos recuerdan a quién pertenecemos.  Sí, no le hemos visto en carne propia pero definitivamente lo hemos visto renovar nuestro carácter y nuestros pensamientos.  Hemos sido testigos de cómo transforma lo inmutable.  Hemos visto cómo aquellas personas que parecían no tener remedio ahora alaban a Dios y tienen vidas transformadas.  ¡Estos son los milagros del Señor y la forma en que se ha manifestado en nuestras vidas!  No tenemos que verlo en carne propia para estar convencidos que existe y que nos ama.  No es necesario verlo para gozarnos en la esperanza que nos ha regalado.  No necesitamos verlo para poder vivir confiados y agradecidos.  Basta con entender nuestra necesidad de un redentor y el inconmensurable amor que derramó por nosotros en la cruz.  ¡Cuánta gracia y misericordia!  Mientras tanto, nosotros permitimos que los problemas del día a día nos roben estos regalos tan increíbles.  Nos olvidamos de ellos y comenzamos a preocuparnos y a agobiarnos por lo que sucederá mañana.  ¡No lo permitas!  Dale la perspectiva correcta  a las cosas y ponlas a la luz de la palabra de Dios.  Él te ama.  Él te cuida y ve por ti en cada momento.  Sus planes son mejores que tus planes.  Sus deseos para ti son mucho mejores que los tuyos.  Aunque hoy estés preocupado y sin ver un camino claro, Él tiene todo planeado y busca que tú crezcas en comunión con Él.  Quiere brillar en tu vida y que tú aprendas a depender más y más de sus promesas.  Quiere que aprendas a vivir por la fe. La fe es el camino a la salvación y la que debemos crecer día a día al dar esos pasos por terrenos desconocidos para nosotros pero sabiendo que son conocidos para el Señor.  ¡Gocémonos y alegrémonos en el Señor!  No porque las cosas serán fáciles sino porque tenemos de nuestro lado a Aquél que venció al mundo.  No porque todo será como queremos sino porque confiamos y creemos en Aquél que nos ama incondicionalmente.  Gocémonos en Cristo Jesús que vino por nosotros y quiere reconciliarnos con el Padre.

Oración
Señor: te pido perdón por mis pecados y te agradezco infinitamente el sacrificio que Jesús hizo por mí.  Te pido que pueda vivir alegre y gozoso.  Te pido que pueda vivir agradecido y confiado.  Te pido que mi fe crezca y no desmaye ante las adversidades.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén 

15 abr 2013

1 Pedro 1:6-7


Esto es para ustedes motivo de gran alegría, a pesar de que hasta ahora han tenido que sufrir diversas pruebas por un tiempo.  El oro, aunque perecedero, se acrisola al fuego.  Así también la fe de ustedes, que vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las pruebas demostrará que es digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo se revele.



Como he escrito en otras ocasiones, me encanta ver documentales y programas donde uno aprende cosas nuevas.  Así fue como pude ver cómo se purifica el oro a través de someterlo a temperaturas sumamente altas.  ¿Qué sucede?  Que el oro es más denso que los demás minerales que se encuentran mezclados.  Conforme se calienta y “derrite” los minerales menos pesados comienzan a “flotar”.  Esas son las impurezas que son quitadas para poder quedarse con la mayor cantidad de oro.  Cuando el versículo dice que nuestra fe debe ser acrisolada como el oro, lo que quiere decir es que necesita ser purificada y depurada.  Es necesario que atravesemos distintas pruebas para poder lograr esto.  Piensa por un momento: nadie nace sabiendo hacer todo.  Nadie puede, de un día para otro, ser experto en alguna materia.  Los deportistas profesionales dedican todos sus días a entrenar y prepararse.  Solamente así pueden lograr esos resultados.  Pues ¿Qué podemos esperar de nuestra vida espiritual si no la sometemos a “ejercicios” y entrenamientos para que sea perfeccionada?  Si hoy te encuentras en medio de una situación difícil, no te enojes con Dios, no le reclames, no pienses que lo hicieron para “castigarte”.  Mejor entiende que es un excelente momento para comenzar a crecer espiritualmente y depurar tu fe conforme Dios quiere.  No basta con decir: creo en Dios.  No basta con pensar que eres una buena persona.  ¡Dios no quiere eso!  Dios quiere ¡Tu vida entera!  Sí.  Tu vida entera.  La biblia nos dice que debemos dejar todo, negarnos a nosotros mismos, tomar Su cruz y seguirle.  No es fácil.  Pero es sumamente gratificante y lleno de bendición, amor y paz seguir su camino y obedecer.  
El versículo 6 está ligado con los versículos anteriores que hablaban de la herencia incorruptible que Dios nos ha dejado.  Éste es el gran motivo de alegría que tenemos.  Ahora, ¿cómo puede ligar la alegría con las pruebas?  La biblia está llena de pasajes que nos dicen que debemos estar alegres mientras pasamos momentos difíciles.  Por el contrario, allá afuera nos dicen que debemos evitar y “superar” cada adversidad.  Es importante que entendamos la diferencia entre Dios y el hombre.  Alguna vez te has preguntado ¿Y si Dios no quiere que haga esto o aquello?  ¿Y si no quiere que siga trabajando en este lugar?  ¿Y ahora qué parte de mi vida quiere transformar?  ¿Y si Dios decide quitarme la salud, a un ser querido o alguna otra cosa?  Para poder madurar espiritualmente, el centro de atención debe ser Dios y no tú.  Te lo repito.  Es necesario que dejes de pensar todo el tiempo en Ti y pongas primero al Señor.  Cada situación que vivimos puede ser utilizada para gloria de Él.  Está en ti y en mí hacerlo.  Podemos quejarnos.  Podemos molestarnos.  Pero al mismo tiempo, podemos leer pasajes como el de hoy, recordar la perspectiva espiritual y entender que nuestra herencia la tenemos en el cielo, y que las pruebas son para purificar y madurar nuestra fe.  Las pruebas dan testimonio a todos aquellos que nos rodean.  La gente pone atención en cómo respondes a la adversidad.  ¿Amas a Dios?  Tal vez es momento que realmente te entregues y lo pongas en el trono de tu vida para que Él dirija de ahora en adelante.  Es tiempo que pongas tu fe y tu vida a que sea probada y purificada por fuego para que crezcas y te fortalezcas en Él.  ¿Qué vas a decidir?

Oración
Dios Padre: quiero que tomes el trono de mi vida.  Te he limitado y no he querido entregarme por completo pero hoy entiendo que Tú quieres todo mi ser.  Vengo a Ti mi Señor con la rodilla doblada y entregándote mi corazón para que se haga tu voluntad en mí.  Entiendo que las pruebas purifican y fortalecen mi fe, ayúdame a seguirte y no desesperarme, ayúdame a no separarme de Ti y pensar que estaba mejor antes.  Quiero que mi vida te de gloria y que de testimonio de tu gran amor.  Te pido que tenga sabiduría para entender lo que quieres trabajar y transformar de mí.  Gracias mi Señor por amarme y por cuidarme como lo haces.  En el nombre de Jesucristo.  Amén 

12 abr 2013

1 Pedro 1:3-5


¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo!  Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva y recibamos una herencia indestructible, incontaminada e inmarchitable.  Tal herencia está reservada en el cielo para ustedes, a quienes el poder de Dios protege mediante la fe hasta que llegue la salvación que se ha de revelar en los últimos tiempos.



Hay estadísticas que muestran que el 50% de los que heredan una empresa (o fortuna) en excelentes condiciones, acabarán con ella en los siguientes 5 a 10 años.  Los demás, tienen 25% de probabilidad de poder continuar lo que sus padres o abuelos construyeron.  Personalmente no podía creer esto cuando lo leí pero cuando leo la biblia y me encuentro con pasajes como el de hoy, comprendo que allá afuera todo es destructible, contaminado y se marchita.  Totalmente opuesto a lo que nuestro Dios ofrece.  Nosotros buscamos estabilidad en los lugares equivocados.  Queremos encontrar paz y buenas bases donde nada permanece.  Nos frustramos.  Nos enojamos y finalmente nos desesperamos.  Mientras que nosotros solamente podemos acumular lo que hay en este mundo, el Señor nos dice que tenemos una herencia en el cielo diseñada y reservada para ti y para mí.  Una herencia que nunca se acabará.  Una herencia que nadie puede robar ni alterar.  A veces nos involucramos tanto en nuestro día a día que olvidamos que un día vamos a morir y no estaremos más aquí.  ¿Qué pasa después?  La respuesta está en el primer versículo.  Si has nacido de nuevo mediante Jesucristo, has recibido la herencia y estarás en el cielo.  De lo contrario, debes saber que el infierno será tu destino.  Sí.  El infierno existe.  No es el purgatorio que Dante escribió en su novela.  Es el lugar que Dios ha destinado para todos aquellos que han rechazado su amor y a su Hijo al no querer reconciliarse con Él.  Si hoy tienes dudas sobre dónde irías al morir, te recomiendo pidas perdón al Señor por tus pecados y reconozcas que Jesucristo ha muerto por ti para pagar esos pecados.  Pide que el Espíritu Santo venga a tu vida y que puedas nacer de nuevo pues el Señor al perdonarte deja lo viejo atrás y todo es nuevo.
Hay certidumbre sobre lo que pasará con aquellos que creemos y seguimos a Jesús.  Después de esta vida nos reuniremos con el Padre y recibiremos todo aquello que ha preparado para nosotros y que nadie ni nada puede alterar tal regalo.  Hagamos una pausa en nuestra vida.  Meditemos sobre nuestras prioridades.  Meditemos en el tiempo que le destinamos a leer la biblia y en querer obedecer y servir.  ¿Cuánto tiempo le dedicas a tus actividades?  ¿Cuánto tiempo le dedicas al Señor?  Esto habla de tus prioridades puestas en práctica.  Hoy sabes lo que Dios tiene reservado para ti.  Una herencia increíble e inimaginable.  Además, se encarga de protegernos con su poder a través de la fe.  ¿Y nosotros cómo respondemos ante tales regalos?  No tienes que irte a un lugar y permanecer soltero para dar gracias a Dios por lo que hace por ti.  No tienes que flagelarte ni realizar algún sacrificio.  Eso ya lo hizo Jesús por ti y por mí.  Lo que tienes que hacer es entregar tu corazón, entregar tu vida y buscar obedecer al Señor en cada momento de tu vida.

Oración
Padre: te pido perdón por mis pecados.  Entiendo y reconozco que Jesús murió por mí para que pueda ser reconciliado contigo y al morir pueda ir al cielo a tu lado.  Permite que así sea en mi vida.  No quiero seguir apartado de Ti sino quiero obedecerte y recibir tu protección y bendición.  Quiero tener certeza y sé que solamente la encuentro en Ti.  Gracias por la herencia que me das por la cual no he hecho nada para merecerla.  Ayúdame a buscar lo tuyo, lo que permanece y no se contamina.  Ayúdame a entender que he nacido de nuevo y ahora mi vida te pertenece.  Gracias mi Señor, en el nombre de Jesús.  Amén 

11 abr 2013

1a Pedro 1:1-2


Pedro, apóstol de Jesucristo, a los elegidos, extranjeros dispersos por el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, según la previsión de Dios el Padre, mediante la obra santificadora del Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser redimidos por su sangre: que abunden en ustedes la gracia y la paz.



¿A quién se dirige esta carta?  A los elegidos, según la previsión de Dios el Padre.  ¿Por qué resulta importante saber que han sido elegidos por el Padre?  Porque nosotros, a lo largo de nuestra vida, nos encontraremos con situaciones sumamente similares a las que hace referencia este pasaje.  Eran personas exiliadas.  Se encontraban como extranjeros en otra tierra.  Probablemente no la estaban pasando bien y su situación no era muy cómoda.  Muchas veces, los extranjeros no cuentan con los mismos beneficios que los locales.  Son señalados y discriminados.  Pero ellos tenían algo mucho más valioso a su favor: eran elegidos por Dios Padre.  ¡Maravilloso!  Mientras nosotros nos preocupamos por lo que pasa en esta tierra, Dios se encarga de recordarnos que somos turistas y que nos encontramos de paso.  Nuestra verdadera residencia está en el cielo.  Nuestra verdadera identidad es ser linaje de Dios.  ¿Lo puedes entender?  ¡Cuántas cosas nos agobian el día de hoy!  ¡Cuántos problemas!  ¡Cuántas preocupaciones!  Dinero.  Enfermedades.  Celos.  Orgullo.  Contiendas.  En fin, hay una infinidad de cosas que cada uno de nosotros atraviesa día con día.  Pero está en nosotros hacer una pausa y recordar quienes somos: extranjeros escogidos por Dios Padre.  No te desesperes.  No dejes que lo que sucede en este mundo te robe la paz y todo tu esfuerzo.  Nosotros debemos estar enfocados en dar testimonio de Cristo y ser luz para el mundo.  ¡Esa es nuestra misión!  Ninguna otra cosa debe de preocuparte más que el estar trabajando para la obra del Señor.  Leíste bien.  No hay nada más importante que debas dedicar toda tu atención que en servir a Cristo.  Tal vez hoy te encuentras “disperso y exiliado” y no sabes qué hacer.  Pedro nos dice: que abunden la gracia y la paz de Jesucristo en tu vida.  Respira.  Toma un momento y reflexiona en lo que acabas de leer.  Que la gracia y la paz abunden en tu vida.  ¿Cómo puede haber paz en medio de tanta tormenta?  Simple.  Cuando reconocemos que somos extranjeros y confiamos plenamente en que el Señor hará conforme a su voluntad y, por consecuencia, lo que será mejor para nosotros.  Allá afuera nos enseñan que la paz llega cuando estás sentado viendo el mar con una cerveza en la mano.  Nos enseñan que la paz llega cuando tu cuenta de banco tiene varios ceros.  Nos enseñan que la paz es tener una casa.  ¿Sabes?  ¡La publicidad puede decirte tantas mentiras con tal de convencerte de comprar algún producto!  Los hermanos a los que Pedro escribe la carta se encontraban en una situación difícil.  Por esta razón les recuerda que eran escogidos de Dios Padre y que, sin importar dónde y cómo se encontraran, la gracia y la paz podrían abundar en sus vidas.  ¿No quieres eso hoy para ti?

Oración
Padre: quiero que tu gracia y paz abunden en mi.  He confiado y buscado en muchas otras cosas para darme cuenta que no hay nada más allá que en Ti.  Te pido perdones mis pecados.  Te pido pueda entender y recordar siempre lo que significa ser tu hijo y escogido por Ti.  Gracias Señor en el nombre de Cristo Jesús.  Amén 

10 abr 2013

Filipenses 4:21-22


Saluden a todos los santos en Cristo Jesús.  Los hermanos que están conmigo les mandan saludos.  Saludos de parte de todos los santos especialmente los de la casa del emperador.  Que la gracia del Señor Jesucristo sea con su espíritu.  Amén.



El hecho de que sean saludos finales no quiere decir que no tenga información relevante ni haya nada que aprender.  Normalmente los saludos del principio y el final los leemos rápido y sin poner atención.  Hoy quiero dedicar un poco de espacio a estos últimos dos versos de la carta a los filipenses.
Primero.  Aprendemos del ejemplo de Pablo al saludar a todos los santos e incluir a los que estaban con él.  No se dirigió a los principales ni en exclusivo a los pastores o diáconos.  A cada uno de los que conforman la iglesia les envía saludos.  ¡Qué gran ejemplo de la humildad que Jesús enseñó!  Allá afuera nos enseñan lo contrario.  Es increíble lo distinto que Dios quiere que caminemos contra lo que la cultura general nos enseña.  Dios quiere que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos.  Pablo por esta razón incluye a cada uno de los integrantes de la iglesia en Filipo.  Por el contrario, en el mundo tenemos “niveles”.  Están todos segregados.  En una oficina no puedes ir simplemente con el director general y abrir su puerta.  Debes pasar por seguridad al entrar al edificio, con la recepción y finalmente su asistente quien te dirá si te recibe o no.  Imagina a una persona de limpieza queriendo preguntar algo al director de una empresa multinacional.  ¡Imposible!  Nos enseñan que debemos “subir”.  Que debemos llegar “alto”.  Que es necesario “escalar” niveles.  Yo me pregunto ¿Para llegar a dónde?  ¿A un lugar donde somos inalcanzables?  ¿Un lugar donde perdemos sensibilidad de lo que sucede a nuestro alrededor?  Jesús, siendo Dios, Rey y Señor de todo lo que existe nos dejó el mejor ejemplo cuando vino a la tierra a servir y no a ser servido.  ¿Quieres dar testimonio de que realmente crees en Dios?  Aprende a servir.  Ama a tu prójimo como a ti mismo y sirve.  No eres más que ninguna otra persona.  Si has recibido mayores bendiciones, da gracias y utilízalas para la gloria del Señor.
Por otro lado, es importante notar que también incluye a los santos de la casa del emperador.  Esto probablemente quiere decir que Pablo tuvo oportunidad de compartir en casa del emperador a pesar de su situación de preso.  ¿Lo puedes creer?  El Señor abre puertas en lugares inimaginables.  Nosotros pensamos que el camino debe ser de una forma y nuestro Dios se encarga de recordarnos su gran poder y sus milagros maravillosos.  Pablo, estando preso, pudo llegar a la casa de la persona más importante en Roma y, además de compartir el evangelio, tuvo personas que tomaron una decisión por Cristo.  ¡Increíble!  Mientras tanto, nosotros queremos que las cosas se acomoden a nuestra forma.  Pensamos que deben ser distintas.  Pensamos que estaríamos mejor de otra manera.  ¿Sabes?  Pablo seguramente pensó que estaría mejor libre que preso.  Pero prefirió obedecer y servir sin importar donde se encontrara.  ¿El resultado?  Personas que jamás imaginó podría alcanzar fueron llevadas a los pies del Señor.  ¿Lo puedes entender?  Tal vez no entiendes lo que pasa en tu vida.  Tal vez piensas que las cosas estarían mejor de otra manera.  La verdad es que hoy puedes decidir dejar de quejarte y comenzar a servir.  Hoy puedes seguir el ejemplo de Pablo y buscar llevar el evangelio donde sea que te encuentres.  Buscar la gloria a Dios primero que tu comodidad y tu satisfacción.  Esto es ser un verdadero siervo del Señor.  Por último, Pablo nos recuerda de lo maravilloso que es conocer a Dios y vivir en su gracia a través del Espíritu Santo.  Has una pausa.  Pide perdón por tus pecados y reconcíliate con Dios.  Deja que su gracia te llene.  Deja que su amor cubra todas tus faltas y sobretodo, que su consuelo llene cada rincón de tu ser para que puedas seguir adelante.  Confía en Él y no en el mundo pues Él ha vencido al mundo.

Oración
Padre: perdóname.  Quiero reconciliarme contigo y te pido perdón por mis pecados.  Quiero aprender a vivir conforme a tu voluntad.  Quiero aprender a amar a mi prójimo.  Quiero vivir sirviendo y dejar de querer ser servido.  Quiero dejar atrás los pensamientos que me alejan de ti y que me hacen pensar que soy superior o inferior.  Quiero seguirte.  Toma mi vida mi Dios.  En el nombre de Jesús.  Amén 

2 abr 2013

Lucas 23:34


Padre, dijo Jesús, perdónalos, porque no saben lo que hacen.  Mientras tanto, echaban suertes para repartirse entre sí la ropa de Jesús.



Los judíos pensaban que Jesús era pecador al decirse hijo de Dios.  Decían que era pecador por sanar a un enfermo en día de reposo.  Decían que era pecador porque se mezclaba con recolectores de impuestos, prostitutas y leprosos entre otros.  No saben lo que hacen dice Jesús.  Fue tal su ceguera que no pudieron ver los milagros tan increíbles que realizó Cristo frente a ellos.  Por el contrario, anotaban con detalle cada “falta” que realizaba.  Perdónalos porque no saben lo que hacen.  ¿Tú y yo sabemos lo que hacemos?  ¿Qué tan perdido estás?  Debemos ser honestos y abrir nuestro corazón para darnos cuenta si estamos actuando como esos judíos que no sabían lo que hacían.  Tal vez estás pensando en divorciarte o separarte de tu pareja.  Tal vez piensas que estarías mejor con esa persona que te hace pasar un buen rato.  Puede ser que tengas tanto rencor contra tus padres o alguien más que quieras hacerles daño.  Puede ser que te sientas tan solo que no le encuentres sentido a seguir viviendo.  Tal vez te estás refugiando en el alcohol o alguna otra droga para poder olvidar tu presente.  ¿Sabes?  Dios está ahí.  A tu lado.  Esperando a que te des cuenta que no sabes lo que haces.  Esperando que te des cuenta de cuánto te ama.  Esperando a que entiendas que mandó a Jesús a morir por ti.  A morir por tus pecados.  A darte una segunda oportunidad.  A darte una vida nueva.  A darle sentido y dirección a tu caminar.  ¿Sabes qué hicieron esos judíos por los que Jesús estaba intercediendo?  Lo culparon de algo que no hizo.  Le hicieron juicios injustos.  Juntaron testigos falsos.  Le escupieron.  Lo golpearon.  Lo señalaron y se burlaron de Él.  Lo crucificaron y mientras estaba sufriendo seguían burlándose y gritándole.  ¿No te parece ilógico que Jesús interceda?  A nuestros ojos no tiene sentido, pero Jesús vino justamente a sanar a los enfermos.  A sanar a gente como tu y yo.  Gente que ha asesinado.  Gente que ha robado.  Gente que ha engañado a su pareja.  Gente que es adicta.  Gente mentirosa.  Gente avariciosa.  Por cada uno de nosotros Jesús dice: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.  Definitivamente sin Jesús en nuestras vidas no tenemos ni la menor idea de lo que hacemos.  Pensamos que sabemos pero la realidad es distinta.  
Perdónalos porque no saben lo que hacen.  No olvides estas palabras y ejemplo de Cristo.  Su ropa estaba siendo repartida entre los soldados mientras Él intercedía.  Mientras tanto nosotros no perdonamos.  Guardamos corajes.  Dejamos que el enojo eche raíces y no se vaya.  ¿Qué no entendemos que si somos seguidores de Cristo, no debemos esperar a que nos pidan perdón sino perdonar aunque no lo merezcan?  ¿Y si se aprovechan de mí?  Podrás pensar.  ¿No crees que se aprovecharon de Jesús?  ¿No crees que lo humillaron a más no poder?  ¿Entonces qué te detiene?  El ejemplo ahí está.
Tengamos cuidad de no caer en el mismo error que los judíos de ese entonces.  Reconozcamos nuestros pecados y nuestra necesidad de Cristo para ser reconciliados con el Padre.  Reconozcamos su sacrificio y amor por nosotros.  Dejemos atrás esa vida que no nos ha llevado a nada bueno y comencemos un camino lleno de esperanza.  Vivamos por Él y para Él.

Oración
Padre: gracias.  Gracias por tu amor incondicional e incomprensible.  Gracias por la vida y el sacrificio de Jesús.  Gracias por abrir mis ojos y permitirme ver que sin ti realmente no tengo idea de lo que estoy haciendo.  Gracias por enseñarme que debo de perdonar sin siquiera esperar una disculpa.  Gracias por estar ahí mientras todos me han dado la espalda.  Gracias por estar ahí para mostrarme que hay una nueva y mejor vida.  Padre, perdona mis pecados y límpiame.  Dale sentido a mi vida.  Lléname de tu paz.  Lléname de tu amor.  Lléname de tu consuelo.  Te necesito Señor.  No quiero seguir dando pasos en la oscuridad.  Guía cada nuevo paso que de.  Te lo pido en Cristo Jesús.  Amén 

1 abr 2013

Mateo 28:5-7


El ángel dijo a las mujeres: no tengan miedo; sé que ustedes buscan a Jesús, el que fue crucificado.  No está aquí, pues ha resucitado, tal como dijo.  Vengan a ver el lugar donde lo pusieron.  Luego vayan pronto a decirles a sus discípulos: Él se ha levantado de entre los muertos y va delante de ustedes a Galilea.  Allí lo verán.  Ahora ya lo saben.




Jesús había anunciado que moriría y que resucitaría al tercer día.  No era una parábola ni hablaba con metáforas.  Era simple.  Voy a morir pero resucitaré al tercer día.  Los discípulos lo escucharon varias veces.  Las dos Marías que fueron al sepulcro también habían escuchado estas palabras.  Sin embargo, no penetraron lo suficiente para poder entender lo que sucedería.  Tristemente así nos pasa hoy en día.  Escuchamos del Señor.  Vemos una luz que nos da nuevas esperanzas.  Oímos palabras de aliento del evangelio y queremos empezar de nuevo.  De repente las pruebas llegan y se nos olvida todo aquello que habíamos escuchado.  No estoy juzgando ni criticando.  No es fácil.  ¿Quién había visto que alguien resucitara de los muertos?  ¡Nadie!  Igualmente, nunca has experimentado los milagros del Señor en tu vida.  Por eso, la relación entre Dios y tú se desarrolla a través de un factor importantísimo: fe.  Solamente a través de la fe puedes dar el primer paso en dirección correcta, confiado y esperanzado que Él se encargará de hacer el resto.  Confiado que Él ha vencido a la muerte.  Confiado que Él te ama y ha muerto por ti.  Confiado que Él quiere tener comunión diaria contigo.  Confiado que Él solamente quiere lo mejor para ti.  Fe.  Esperanza y certeza de lo incierto que se vuelve cierto a través del Señor.
“No está aquí” les dice el ángel.  ¡Por supuesto que no estaba ahí!  Ya les había dicho que resucitaría.  Pero a veces tardamos en digerir y vivir la palabra del Señor.  Jesús va a cumplir con sus promesas tal y como lo cumplió al morir por nosotros.  Ahora la responsabilidad está de tu lado.  ¿Qué vas a hacer con lo que te ofrece Cristo?  Él fue crucificado para que todos aquellos que proclamemos su nombre seamos justificados y podamos estar a su lado en el cielo.  En cambio, los que quieren seguir por su cuenta y siguen pensando que “no están tan mal”, tristemente la biblia nos dice que serán juzgados y serán enviados al infierno.  Sí.  El infierno existe al igual que el cielo.  No, no todos van al cielo.  Si todos fueran al cielo, ¿qué sentido tuvo el sacrificio de Jesús?
“Pues ha resucitado”  no se trata de un cuento o novela.  No es una historia que inventaron hace más de 2000 años.  Es la narración de un hecho.  Jesús fue crucificado y murió.  Al tercer día fue levantado de los muertos y llevado a la diestra del Padre.  El ángel quitó la piedra para que pudieran ver que Jesús no estaba allí y no para que pudiera salir.  Si alguna vez te cuestionas sobre tu fe en Cristo y piensas que todos los caminos llevan al mismo dios, recuerda este pasaje y pregúntate quién más ha resucitado.  ¿Quién más que Jesús ha vencido a la muerte?  Ahora, esto trae una responsabilidad importantísima y son las últimas palabras del ángel: vayan pronto y digan a los discípulos: Él se ha levantado de entre los muertos.  Debemos llevar el evangelio a los demás.  No para promover una religión.  No para promover una institución.  No para que algunos se enriquezcan.  No.  Para permitir que más personas reconozcan a Jesús y puedan ser santificadas por Su sangre y puedan comenzar una nueva vida en Él; para que puedan ser perdonados de sus pecados y al morir estar con el Señor en el cielo.  Esto es lo que recordamos el día de ayer.  Espero lo entiendas y lleves el mensaje a cada persona que cruce en tu camino diario.

Oración
Señor: he escuchado tu palabra y no la he querido vivir.  Las pruebas me abruman y me hacen pensar que Tú no estás.  Hoy entiendo que me amas y nunca me has abandonado.  Hoy entiendo que debo tener fe y que Tú estás al cuidado de mí.  Gracias por el sacrificio de Jesús.  Entiendo lo que hizo por mí y te pido que me santifiques y pueda ser perdonado pues quiero estar en comunión contigo.  Te pido perdón por mis pecados.  Te pido perdón por mi rebeldía.  Hoy quiero empezar de nuevo.  Gracias por recordarme que Jesús vino por mí, murió en la cruz y se levantó de los muertos para cumplir lo que estaba escrito en tu palabra.  Gracias en el nombre de Jesús.  Amén