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24 oct 2013

1 Juan 3:16-18

En esto conocemos el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros.  Así también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos.  Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está pasando necesidad, y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor de Dios habita en él?  Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad.



La sabiduría coloquial dice: es mejor dar que recibir.  Pues es cien por ciento correcto.  La palabra nos dice en repetidas ocasiones que, mientras más nos desprendemos de lo material y en lugar de aferrarnos lo ponemos al servicio del Señor y por consecuencia al servicio de los demás, las bendiciones se multiplican.  Mientras que algunas personas piensan que primero deben tener “más” para poder ayudar, aquellos que entienden el mensaje de Dios saben que inmediatamente pueden dar y que hay alguien que necesita más que ellos.  ¡Eso es entregar la vida por nuestros hermanos!  Pensar primero en los demás y después en nosotros.  Jesús hizo exactamente eso.  Sabía que hacerse hombre significaría muerte en la cruz.  Sabía que el sufrimiento sería insoportable.  Sabía que la traición sería sumamente dolorosa.  Sin embargo, también sabía que al morir, nos libraría de la esclavitud al pecado.  Sin tomar en cuenta su sufrimiento, se entregó por nosotros.  Sufrió para que las cadenas de la muerte fueran rotas y pudiéramos entrar a la vida eterna a su lado.  Lo hizo porque el resultado sería mucho mayor que el sufrimiento.  Así también nosotros debemos de vivir.  No pensando en que ayudar o hacer algo por nuestro prójimo resultará en una incomodidad.  No pensando en cómo ayudar sin dejar de hacer lo nuestro.  ¡No!  Entregando nuestra vida como Jesús entregó la suya.  ¡Eso es el amor con hechos y de verdad!  Dejemos las palabras y convirtámonos en personas de hechos.  ¡Qué tristeza cuánta gente se envuelve en palabreríos y sus obras hablan tan mal de ellos!  No seamos así.  Si hablamos del amor de Cristo, que nuestros actos respalden esas palabras.  O mejor aún, no hablemos y dediquémonos a hacer.  ¿Sabes?  Recuerdo el día que decidimos traer a otro perro de la calle y cuidarla hasta que le encontráramos un hogar.  Definitivamente fueron más problemas.  Sin embargo, hoy esa perrita tiene un hogar permanente.  De saber que estaba en la calle.  Sin tener un techo.  Sin tener comida.  Hoy, por el hecho de haber sacrificado de mi tiempo, dinero y esfuerzo, esa perrita hoy tiene una vida totalmente distinta.  ¡Qué gran bendición!  Ahora, si lo llevamos al mejor ejemplo: si entregamos nuestra vida por los demás y vemos cómo aquellos que estaban “perdidos” y en la “calle” vuelven su camino y reciben a Cristo, el gozo y la satisfacción son insuperables.  Un poco de nuestro tiempo puede hacer mucho.  Entregar nuestra vida entera provoca resultados inimaginables.  Hoy te pregunto: ¿Entiendes el amor de Cristo?  ¿Entiendes tu responsabilidad?  No se trata de recibir y acumular sino de recibir y llevar a los demás para que las bendiciones sean multiplicadas.  Deja de pensar en lo que te hace falta.  Deja de pensar en lo que te gustaría que fuera diferente.  Comienza a pensar en cómo puedes entregarte por los demás.  Cuestiona cómo puedes llevar el amor de Cristo a la gente que tanto lo necesita.  Sí.  Significa un sacrificio.  Significa dar de tu tiempo y de tu esfuerzo.  Pero si Cristo entregó su vida por nosotros, ¿no debemos hacer lo mismo?

Oración

Señor: gracias por haber mandado a Jesús para permitirme reconciliarme contigo.  Gracias por ese sacrificio que no merecía.  Hoy entiendo que debo entregarme por los demás y te pido que me des sabiduría para ver las necesidades que hay a mi alrededor.  Pon un corazón sensible en mí y un deseo de servir constantemente.  Ayúdame a dejar de pensar en mí y en mis necesidades y aprenda a pensar en cómo entregar mi vida y amar con hechos y no de palabras.  Toma mi vida y utilízame mi Señor.  Te lo pido en Cristo Jesús.  Amén

23 oct 2013

1 Juan 3:13-15


Hermanos, no se extrañen si el mundo los odia.  Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos.  El que no ama pertenece a la muerte.  Todo el que odia a su hermano es un asesino, y ustedes saben que en ningún asesino permanece la vida eterna.




Jn 15:18  Si el mundo los aborrece, tengan presente que antes que a ustedes, me aborreció a mí.  Estas son palabras de Jesús.  Como sus seguidores, debemos saber que su vida es el ejemplo de lo que debe pasar en la nuestra.  Él amó al mundo y vino a entregar su vida por él, pero el mundo lo odió y le rechazó.  Así también nosotros debemos amar sin importar lo que venga de regreso.  ¡Ese es el amor que proviene solamente de Dios!  ¡Ese es el amor que debemos promover!  Si el mundo nos odia, nosotros amamos de vuelta.  Ahora, ese odio no necesariamente significa que sufriremos persecución y quieran matarnos como lo hacían antes.  El hecho de ser señalados, apartados, rechazados, ridiculizado, etc., es  la forma en la que hoy en día puedes ver ese odio.  Pero las palabras que escribí de Jesús tienen un propósito.  Enseñarte que ese odio no es personal sino contra el testimonio que refleja sus malas obras.  Piensa en esto: los fariseos odiaban a Jesús porque mostraba sus malos caminos y la gente se percataba de sus abusos.  De la misma manera, cuando comenzamos a vivir conforme a la palabra y dejamos que el Señor transforme nuestra vida, aquellos que nos rodean se sentirán señalados y eso no les gustará.  Ahora eres luz donde antes había tiniebla.  ¿Lo entiendes?  La gente no quiere escuchar ni ver que está haciendo algo mal.  Por esta razón rechazaron a Jesús.  Prefirieron sus caminos a los de Él.  Hoy nos corresponde ser ese testimonio que lleva el mensaje de amor y reconciliación sin importar que el mundo nos rechace.  ¿cómo se lleva ese mensaje?  Con las palabras que Juan ha repetido una y otra vez: amando a nuestro hermano.  Jesús nos dijo: si estás presentando tu ofrenda en el altar y allí recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar.  Ve primero y reconcíliate con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda.  Constantemente se nos recuerda que cuando no amamos a nuestro prójimo nos convertimos en asesinos.  “¡Qué exagerado!” podrás pensar.  Sí.  Definitivamente lo es.  Pero yo no puse el parámetro sino Jesús es quien nos dice que todo aquel que insulte y maldiga a su hermano quedará sujeto al juicio del infierno.  Mt 5:19  El amor que nosotros debemos vivir no puede estar condicionado a recibir.  El amor que Dios nos pide es incondicional.  Así es como uno es luz y lleva el mensaje de Cristo.  Amando.  Perdonando.  Reconciliándose.  ¿Es fácil?  ¡Por supuesto que no!  Significa desprenderte de aquello que considerabas como parte de tu personalidad o carácter.  Dios quiere que crezcas espiritualmente.  ¡No te quedes en el mismo escalón por tanto tiempo!  Es momento de subir y entregarte por completo a Él.  No estás leyendo esto por casualidad.  Abre tu corazón.  Entrega a Dios tus odios, rencores y corajes y pide perdón.  Después ve y reconcíliate.  Pide al Señor que te llene de su amor pues en tus fuerzas no lo lograrás.

Oración
Señor: Te pido que me llenes de tu amor pues me resulta imposible amar y perdonar.  Te pido que sea fuerte y me mantenga firme en tus pasos sin importar que el mundo me rechaza.  Yo quiero seguirte.  Yo quiero obedecerte.  No quiero seguir como antes cargando todo lo que tanto daño me hace.  Lléname de tu misericordia.  Lléname de tu gracia.  Permite que la lleve a los demás y sea testimonio de lo maravilloso que eres mi Dios.  En Cristo Jesús.  Amén 

22 oct 2013

1 Juan 3:11-12


Este es el mensaje que han oído desde el principio: el que nos amemos los unos a los otros.  No seamos como Caín que, por ser del maligno, asesinó a su hermano.  ¿Y por qué lo hizo?  Porque sus propias obras eran malas, y las de su hermano justas. 



Hace poco tiempo, un conocido aceptó su culpa sobre un delito que cometió.  Verdaderamente quedé sorprendido.  ¿Cómo es posible?  ¿En qué estaba pensando?  ¿Sabes algo?  Estaba pensando en él mismo y nada más.  Tal vez se apartó de Dios.  tal vez su vida en ese momento estaba atravesando situaciones difíciles.  No lo sé.  Lo que sí sé es que decidió hacer algo que estaba mal y tendrá una penalidad muy fuerte.  Recordando que Caín mató a su hermano, debemos entender que uno no se vuelve de bueno a extremadamente malo en un instante.  Poco a poco nuestro corazón y conciencia se van cauterizando y nuestras decisiones van en picada.  ¿Cómo alguien puede llegar a matar a su hermano?  Tal vez te resulte imposible pero te aseguro que hay muchas cosas que yo hago y probablemente tú también que la gente diría: cómo es posible que reaccione de esa manera.  Pero esto no quiere decir que vamos sin dirección.  Tampoco quiere decir que no tengamos solución.  No es casualidad que el asesinato que cometió Caín esté ligado al amor que nos pide Dios para con nuestro prójimo.  ¿Alguna vez has intentado poner este mandamiento por práctica?  ¡Es casi imposible!  Pasan 15 minutos y nuevamente vuelves a tener algún problema con alguien que resulta difícil amar.  ¿Acaso Dios nos pide algo imposible?  No.  Lo que quiere es que entendamos que fuera de Él nada podemos hacer.  ¿Resulta complicado amar?  Es necesario pasar más tiempo en oración.  “Es que a cada instante caigo”  Vuelve a levantarte y regresa en oración para que Dios ponga amor en tu corazón.  Si comienzas este círculo de acciones: oración, práctica, éxito/fracaso, oración, te puedo asegurar que tu comunión con Dios se fortalecerá y por consecuencia tus obras se verán afectadas positivamente.  De lo contrario, cuando dejamos que el tiempo pase, que nuestra comunión con Dios se enfríe, que los días pasen y no leemos su palabra, simplemente no podemos esperar que nuestras obras estén en línea con Él.  Así fue como poco a poco Caín se fue alejando.  Una idea.  Un deseo.  Poco a poco lo fueron consumiendo hasta que terminó asesinando a su hermano.  De la misma forma caemos nosotros.  Por eso debemos estar alerta y no hay mejor forma que practicando el amor los unos con los otros.  ¡Es la mejor herramienta para fortalecer nuestra relación con Dios!  Es importante crecer y madurar espiritualmente para que el discernimiento sobre lo que hacemos y no hacemos sea certero.  Estudia la biblia.  Pasa tiempo en oración.  Lee libros de autores cristianos que te ayuden a mejorar tu comunión con Dios.  busca que tu vida, que tu testimonio esté lleno de obras justas.  Busca que todo lo que hagas sea luz y que las demás personas vean algo distinto en ti.  Vive conforme a la palabra de Dios y aprende a morir a ti.

Oración
Padre Santo: te pido que pongas amor en mi corazón para con mi prójimo.  Te pido en especial por aquellos que me han hecho daño.  Quiero obedecerte y necesito que sea tu amor el que abunde en mí.  Ayúdame a perdonar como tú me perdonas constantemente y a permanecer en Ti.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén 

21 oct 2013

1 Juan 3:9-10


Ninguno que haya nacido de Dios practica el pecado, porque la semilla de Dios permanece en él; no puede practicar el pecado, porque ha nacido de Dios.  Así distinguimos entre los hijos de Dios y los hijos del diablo: el que no practica la justicia no es hijo de Dios; ni tampoco lo es el que no ama a su hermano.



Hoy en día veo una tendencia sumamente preocupante.  Ha ido permeando en la sociedad poco a poco y no deja de avanzar.  No.  No es el pecado.  Tampoco la cultura alejada de Dios.  Me refiero a la tan promovida tolerancia.  ¡Qué peligrosa es!  Veo una bomba de tiempo con esta tendencia.  Primero que nada, es sumamente sutil.  Es agradable.  Tiene sentido.  Trae una dosis fuerte de “amor” y aceptación.  ¿Por qué veo esto como peligroso?  Te voy a explicar pero primero te pido que leas los dos versículos con mucha atención, sabiendo ahora que la cultura quiere tolerancia.  ¿Cómo predicamos al diablo, al infierno, al pecado y al castigo del que Dios nos habla cuando la gente quiere que toleremos absolutamente todo lo que hace?  ¿Lo puedes ver?  ¿Cómo llevar el mensaje completo de Dios?  Sí.  Les encanta escuchar que Dios es amor.  Que Dios vino a rescatar a los enfermos.  Que Cristo se sacrificó.  Pero cuando el mensaje es como el del día de hoy, todo cambia.  Ahora, siempre ha habido cierta reticencia para recibir el mensaje.  Es normal.  Somos orgullosos y necios.  Pero lo más triste y peligroso es ver que las iglesias están adoptando esta nueva tendencia y las predicaciones se están minimizando para que todos puedan sentirse “incluidos”.  Entonces, ahora tenemos iglesias que limitan el mensaje de Dios para que nadie sienta que nuestro Señor no es tolerante.  ¡Por supuesto que no es tolerante!  Dios es amor y no tolerancia.  Te lo repito porque debes entenderlo muy bien.  Dios es amor y no tolerancia.  La tolerancia es la tendencia que Satanás quiere promover y es una copia barata del amor de Dios.  piénsalo.  Para qué odiarse o pelearse, mejor hay que tolerarnos.  Mientras tanto, el Señor nos dice: ama a tu prójimo como a ti mismo.  ¡Este es el verdadero mensaje!
El día de hoy Juan nos tiene palabras fuertes.  Aquellos que practican el pecado son hijos del diablo.  Aquellos que no lo practican son hijos de Dios.  punto.  No lo inventó él.  No puso el parámetro Pablo o Pedro.  Lo estableció el Señor.  Así que no podemos venir nosotros a cambiar y “adaptar” su palabra para que más gente pueda “aceptarla”.  ¡No caigamos en ese gran error!  Dios repudia el pecado y su palabra detalla claramente qué es pecado.  No queramos darle la vuelta a Jehová.  Su palabra es y será.  Nosotros debemos compartirla tal y como es.  Debemos llevar su mensaje completo sin importar que la cultura “cambie”.  Por esta razón, hoy te digo: debes entender que solamente puedes estar en dos lugares, siendo hijo de Dios o siendo hijo del diablo.  Si has preferido seguir tu camino, escuchar algo de la biblia pero realmente sigues siendo tú el que está sentado en el trono de tu vida, debes saber que la biblia nos dice que eres hijo del diablo.  No lo digo yo.  No es para hacerte enojar.  Es para compartirte el mensaje de Dios y que sepas que Él quiere que voltees a Su camino y te reconcilies.  En la siguiente oración podrás pedir perdón y comenzar por el camino correcto.  Por otro lado, si el Señor está sentado en tu trono, ¡felicidades!  Has tomado la mejor decisión de tu vida.  Ahora vive conforme a su palabra y da testimonio en todo lo que hagas.

Oración
Señor: yo quiero ser hijo tuyo.  Te pido me perdones.  Te pido pueda ser limpiado de todos mis pecados y me adoptes como tu hijo.  Perdona mis faltas y sobre todo, perdona que te haya dado la espalda tanto tiempo.  Gracias por dejarme tu palabra y poder entender que la tolerancia es una mala versión de tu gran amor.  Te pido que pueda experimentarlo en mi vida y sobre todo, llevarlo a los demás.  Gracias por mostrarme tu camino y sacarme de donde estaba.  Toma mi vida mi Señor.  En el nombre de Cristo Jesús.  Amén