Vistas de página en total

28 oct 2015

Salmos 19:2-4ª


Un día comparte al otro la noticia una noche a la otra se lo hace saber.  Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible.  Por toda la tierra resuena su eco  ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo!



Imagina un molino de agua.  Avanza conforme se va llenando de agua.  Se llena y avanza.  Se llena y avanza.  Así crea un círculo virtuoso.  Eso es lo que el salmista quiere decirnos cuando dice: un día comparte al siguiente la noticia y la noche a la siguiente se lo hace saber.  Una y otra vez.  La majestuosidad del Señor se hace presente.  Nos percatemos o no, el hecho de que salga el sol, se ponga y salga la luna es una muestra perfecta de su soberanía por sobre todas las cosas.
Después nos dice la biblia que, sin un lenguaje definido, sin palabras, Dios se manifiesta y se escucha su voz hasta los confines del mundo.  ¿Cómo es esto posible?  La creación misma es evangelista.  Los montes, el sol, los mares, son “pastores” llevando el evangelio de Cristo sin decir palabra.  Son prueba viva y constante de la existencia de Dios.  El Señor no tiene que hablar más para que éstos hablen por Él con su mera presencia.  ¿Te das cuenta?  Esto nos recuerda lo alejados que podemos estar con nuestros instintos.  Uno no necesita hablar o escuchar a alguien para poder discernir si está enojado o triste.  El puro semblante nos dice todo.  Ahora está de moda el estudio del lenguaje corporal.  Sumamente útil aunque debería de ser algo natural para todos nosotros.  Deberíamos poder interactuar sin la necesidad de tantas palabras y poder entendernos más por lo que nuestra esencia está transmitiendo.  ¿Cuántas veces te han preguntado: cómo estás y tu respuesta es: bien; cuando en realidad estabas pasando por un mal momento?  Las palabras ayudan pero no lo son todo.  Por eso el Señor se encargó de impresionarnos no solo con su hermosa palabra sino con su creación que va más allá de lo que podemos imaginar.  Es importante estar más en contacto con nuestro espíritu y hacer menos caso a nuestra carne.  Hace un tiempo, mientras iba caminando por la calle, vi a una persona sin hogar y sentí la necesidad de ir y hablarle de Dios.  Un sentimiento me invadía y no sabía qué hacer.  Mi carne lo quería bloquear y mi espíritu seguía peleando para salir a flote.  Tristemente no te puedo contar un final feliz en el que fui y compartí a Cristo.  Mi yo ganó.  Mi carne ganó.  Seguí mi camino y no dije nada.  Sé que Dios me estaba llamando para utilizarme pero preferí darle la espalda.  Estoy convencido que, de haber estado más en sintonía con Él en lugar de con mi carne, hubiera dejado que me guiara para hablar y decir lo que Él tuviera preparado.  La biblia nos dice que meditemos día y noche en la palabra del Señor.  En el antiguo testamento Dios dijo al pueblo de Israel que pusiera recordatorios en los dinteles de las puertas.  El arcoíris sirve de recordatorio del juicio y salvación que trajo el Señor.  Hoy aprendimos que el transcurso de cada día y la llegada de cada noche nos sirven también como recordatorio de la constante presencia y magnificencia de nuestro Señor.  Medita en esto.  ¿Cuánto de tu día dedicas al Señor?  ¿Qué tanta atención pones a lo que te sucede día a día para reconocer la voz del Señor?

Oración

Padre: gracias por enseñarme que no es necesario escuchar palabras para poder verte y recordarte.  Gracias por tu perfecta creación y la oportunidad para recordarte y darte la gloria a través de ellas.  Te pido perdón por no querer escucharte y dejar que mi carne siga reinando sobre mis acciones.  Transfórmame Padre.  Te lo pido en Cristo Jesús.  Amén.

Salmos 19:1

Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos.




Todas las mañanas camino con mi perro.  Hay una casa en una esquina en la que siempre me encuentro un pajarito parado en la barda.  Cada mañana ahí está.  Es gordito y está muy bonito.  Últimamente he notado que “canta” cuando paso.  Algunas mañanas camino junto con un vecino y su perro y hacemos el mismo recorrido.  Le pregunté un día si había notado al pájaro que siempre estaba en el mismo lugar.  No, me respondió.  Para mí, cada vez que paso por ahí pienso en que es un pequeño regalo que Dios me da.  También, cuando veo un colibrí, pienso en los ángeles.  Que van y vienen.  Nos ven, nos protegen o simplemente sirven al Señor.  Un simple colibrí me hace sonreír recordando a mi Dios.  El salmista no hace alusión a un pequeño pájaro sino a los cielos y el firmamento para anunciar la gloria de Jehová.  ¿En qué momento dejamos de sorprendernos con el cielo?  Entiendo que un pequeño pajarito no haga voltear muchas miradas pero ¿cómo dejar de sorprendernos cuando sale el sol o las estrellas se asoman? 
Cuando uno está metido en su mundo, en sus problemas, en sus ambiciones, en sus planes y en sus deleites, es difícil poder darse cuenta de lo que sucede a su alrededor.  No estoy diciendo que uno no deba tener planes ni buscar placer.  Lo que estoy diciendo es que, cuando uno solamente está viendo por sí mismo, se pierde de todo lo que el Señor está haciendo alrededor.  Por el contrario, cuando uno está en sintonía con El, cada detalle empieza a ser motivo de agradecimiento y bendición.  El mismo cielo que yo veo y utilizo para dar gloria a Dios, otra persona simplemente piensa si va a llover o no.  Esto no significa que yo ando por el mundo como un “enamorado” sin problemas y admirando todo lo que está a mi alrededor.  Soy como tú.  Con momentos difíciles.  Con dolores y tristezas.  Con angustias.  Con enfermedades.  Con incertidumbres.  Pero lo que hago, a diferencia de muchos, es que busco a Dios en cada detalle de mi vida y eso me ha llenado de una manera que jamás imaginé.  Por eso escribo estos devocionales.  Para animarte a que hagas lo mismo.  Para llevar bendición a otras personas.  Yo quiero que más gente se encuentre con pajaritos y puedan hacer una pausa en su día para darle gracias a Dios por ese regalo.  Quiero que más gente pueda estar conectada con el Señor y ver no solo la grandeza del cielo sino cada detalle de su creación.  Sí, el cielo es impresionante pero también una flor lo es.  El firmamento nos recuerda la grandeza de nuestro Dios, su majestuosidad y su omnipotencia mientras que una hormiga nos puede recordar la perfección y minuciosidad.  Toda la creación proclama a Dios.  Toda la creación es un milagro constante.  Sin embargo, nuestro día a día nos abruma de tal manera que no podemos detenernos a admirarla y reconocer al Señor.  Quiero animarte a que no esperes a que pase algo bueno o malo para voltear al cielo y clamar a Dios.  Haz una pausa.  Observa a tu alrededor.  ¿Puedes ver la gloria de Dios?  ¿Puedes ver su mano?  Utilicemos su creación como recordatorio constante que Él nos ama y tiene cuidado de nosotros.

Oración

Señor: eres grande.  Gracias por tu creación y por recordarme con todo lo que me rodea tu majestuosidad.  Te pido perdón porque mi Yo se interpone en mi relación contigo y no me deja ver más allá de mis problemas.  Guíame para caminar conforme a tu voluntad y depender más y más de Ti.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén

26 oct 2015

Salmos 18:50

El Señor da grandes victorias a su rey; a su ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor.



Recuerdo cuando era niño que un gran amigo vivía con sus abuelos.  No entendía y creo que ni cuestionaba el por qué.  Me acuerdo que a veces venía su mamá y su papá no vivía en la misma ciudad.  También recuerdo otro amigo que no le limitaban los videojuegos como a mí.  En su momento no entendía nada.  Así había muchos amigos que tenían distintas situaciones a la mía.  Hoy, muchos años después entiendo la bendición que es el que mis padres estuvieran juntos y que además se preocuparan por educarme conjuntamente.  Ese esfuerzo y esa dedicación influyeron tanto en mí que gran parte de lo que soy es gracias a ellos.  Tristemente no todos tuvieron la misma bendición que yo tuve.  Hoy en día el 30% de los niños en Estados Unidos viven solamente con uno de los padres.  ¿Puedes imaginar de lo que se están perdiendo esos niños?  Tal vez tú viviste así de niño.  Tal vez no tuviste la bendición de tener a tus padres juntos cuando creciste o no se preocupaban por ti.  Pues bien, si vuelves a leer el pasaje de hoy puedes entender por qué estoy escribiendo esto.  Cuando uno obedece al Señor, el impacto no solamente es personal sino que alcanza a nuestros descendientes.  Cuando buscamos dar ejemplo a nuestros hijos, lo hacemos directa e indirectamente al tratar a nuestro cónyuge.  El amar a tu esposa como Cristo ama a la iglesia o el sujetarte a tu esposo y ser una ayuda perfecta crea un efecto tan fuerte que no solo tu matrimonio es bendecido sino que tus hijos también reciben parte de esa bendición.  Piénsalo.  si David no hubiera sido fiel al Señor, ¿cómo hubieran recibido sus hijos bendición de Él?  De hecho, si conoces la historia completa de David sabrás de los grandes errores que cometió posteriormente y cómo de la misma manera que trajo bendición a su casa al obedecer, trajo maldición al desobedecer.  Cuando Abraham decide obedecer a Jehová, llevó bendición a su familia y a toda su descendencia.  Noé al construir el arca en obediencia a Dios no solo salvó su vida sino la de toda su familia.  José, al mantenerse obediente al Señor, no buscó venganza cuando tuvo a sus hermanos frente a él sino que tuvo misericordia y los abrazó llevando bendición a ellos, a su padre y a toda la familia que de otra forma hubieran muerto por la falta de alimento.  ¿Te das cuenta del impacto que tiene lo que haces?  Por eso no podemos ser egoístas y pensar que es solamente nuestra decisión.  No podemos ser tan soberbios y pensar que cada quien debe salir adelante como pueda.  Todo lo que hacemos no solo nos impacta a nosotros sino a todos aquellos que nos rodean y estiman.  ¿Quieres llevar bendición o maldición a los tuyos?  La familia está bajo ataque en la cultura de hoy en día.  A la mujer le han hecho creer que tiene que trabajar para “realizarse” pues educar a los hijos no es suficiente.  Ahora tenemos a niños creciendo sin padres porque están trabajando.  Niños que no saben lo que es una familia con padre y madre que se amen y respeten.  ¿Qué le estás dejando a los tuyos?  ¿Eres bendición para los demás?  Te animo a que examines tu vida y permitas que Dios transforme todo aquello que no has querido entregar para que puedas ser un río de bendiciones a los que te rodean.

Oración

Padre: transfórmame.  Quiero ser bendición para los demás.  Quiero llevar tu amor, tu consuelo, tu esperanza y tu paz a los demás.  Quiero que mi familia sea bendecida por mis actos.  Quiero que mi testimonio sea de aliento para los demás y motivación para que la gente se acerque a Ti.  Perdona mis pecados y lléname de Ti.  En Cristo Jesús.  Amén