Conforme voy aprendiendo más de la
palabra de Dios y buscando aplicarla en mi vida, más abro los ojos y entiendo
la diferencia del camino que el Señor tiene para nosotros y lo opuesto que es
el camino que nuestra carne, nuestra naturaleza caída quiere. Pero no termina ahí. Hoy puedo ver la destrucción que ocasiona a
mi vida el seguir “mis instintos”. Hoy puedo
ver el daño que ocasiona dar “rienda suelta a mis pasiones”. Ojo, pasiones no implica solamente el ámbito
sexual. La ira, el rencor, la falta de
perdón, el egoísmo, la mentira, etc., todas estas son pasiones que vienen de
nuestra carne y debemos aprender a controlarlas a través del espíritu. Lo que puedo compartirte el día de hoy es lo
destructivo que resulta pensar que lo que hacemos no trae consecuencias. Lo desastroso que es vivir sin confesar
nuestros pecados ante Dios. ¿Qué pasa en
nuestras vidas cuando no venimos ante Jehová?
Simple. David lo describe
perfectamente en estos versículos: mientras
guardé silencio, mis huesos se fueron consumiendo por mi gemir de todo el día;
mi fuerza se debilitó porque día y noche tu mano pesaba sobre mí. No es coincidencia que nos sintamos mal. Es la manera en la que Dios nos hizo para que
aprendamos a voltear a Él. Mientras no
confesamos nuestros pecados, mientras sigamos nuestro camino y le demos la
espalda al Creador, no podemos esperar que haya bendición en nuestra vida, no
podemos esperar que haya paz y gozo. No. Lo único que habrá es vacío. Tu vida se consume por dentro y tienes un
malestar que no termina. Piénsalo. En la novela de Dostoievsky, Crimen y
Castigo, el personaje principal no puede dejar atrás el crimen que
cometió. Día y noche lo carcome sin
poder hacer nada al respecto. ¡Así es
nuestro pecado! Nos destruye por
dentro. Por más que queramos pensar que
no pasa nada, la realidad es distinta.
¡Pasa mucho! Hay una cita del
hombre más rico del mundo, Bill Gates, que dice: aprendemos de los errores,
pero es mejor aprender de los errores de los demás. La biblia está llena de los errores de los
demás para que no hagamos lo mismo. Está
llena de ejemplos que nos guían y nos ayudan a entender que Dios sabe y
entiende lo que estamos pasando. Hoy quiero
animarte a utilizar el ejemplo de David.
Su sufrimiento. El momento tan
oscuro que pasó por no querer confesar su pecado. ¡No lo sufras tú también! No tiene sentido. No seas necio. David ya lo sufrió. ¿Para qué sufrirlo nuevamente? Lee la segunda parte del pasaje. Una vez que confesamos nuestros pecados, Dios
es fiel para cumplir su palabra y perdonarnos.
No te recibe con una vara para darte disciplina sino con los brazos
abiertos. ¡Pide perdón!
Oración
Señor: Perdóname. He pecado contra Ti y vengo a pedirte
perdón. Hoy entiendo que estoy
destruyéndome por dentro por querer ocultar mi pecado. Abre mi corazón y perdóname de todo lo que
hay en él. Transforma mi vida para que no
siga igual. Guíame por tu camino pues
quiero dejar el mío. En Cristo
Jesús. Amén
5 comentarios:
Hola me gustaría contactarte, saludos.
Hola Santiago, puedes escribir a tiempocondios@yahoo.com
Hola... Soy adventista
Los q guardan adoran a Dios los sabados x lo mismo escrito exodo 20obedeciendo su ley como esoejo oara nosotros... Saludos tte aliciaa
Saludos
Hola puedo hablar en privado nesecito resolver unas dudas
Publicar un comentario