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18 ago 2008

Filemón 1:17-18

Así que, si me tienes por compañero, recíbele como a mí mismo. Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta.




El día de ayer vi la película “Piratas del Caribe”. Dentro de la trama, llega un momento en que los piratas deben decidir por un “jefe del consejo pirata” y se realiza a través de votos. Cada “jefe de un grupo de piratas” tiene un voto y con esto puedes imaginar a quién destina ese voto. Efectivamente, cada jefe votó por si mismo. Si lo piensas, no tienes que ser pirata para reaccionar muy similar. Pienso que por naturaleza el hombre es egoísta. Es difícil hacer algo por los demás. Involucra tiempo, a veces dinero y otras esfuerzo físico e incluso mental. Es más fácil hacer a un lado a todos los demás y seguir por tu camino.
Pablo no solamente dejó de pensar en sí mismo, fue más allá de interesarse por alguien y apoyarlo. Puso su reputación y su cartera disponibles para resarcir los daños que otra persona (Onésimo) había causado. Decidió interceder por él y pedir que fuera recibido como su embajador, como su propia persona, y si existía deuda económica, no dudó en abrir su cartera, la cual dudo que tuviera mucho, y ponerla a disposición de saldar cuentas de otra persona.
Ayer tuve un encuentro muy peculiar. Caminando por la calle me topé con una persona que me pidió dinero para comer. Como no me gusta dar dinero le dije que si quería me acompañara a la tienda que estaba cerca y le compraría comida. Después le dije que lo acompañaba a comer lo que le había comprado. Al principio no quiso y cuando insistí se sentó y comenzó a comer. Después de estar platicando un buen tiempo y de escuchar su historia, la cual no hablaba nada bien de él, me dijo que necesitaba veinte dólares para lavar su ropa, bañarse y poder estar limpio. Dudé mucho en dárselos. Al final no lo hice. Honestamente pensé que podría gastarlos en drogas o alcohol y no quería ser parte de eso. Podría estar equivocado y lo iba a utilizar correctamente. No lo sé y como puedes ver, sigo pensando en qué debí de haber hecho. También pensé que ya había ayudado en darle de comer y que era suficiente. Te cuento esto como ejemplo de que no es fácil ayudar como lo hizo Pablo. Llegó un momento en que me cansé de estar escuchando a esta persona hablar y quería irme a mi casa. También hubo instantes en las que se puso agresivo y empecé a dudar de que haya sido una buena idea acompañarlo a comer. Insisto, a veces es más fácil hacer a un lado a todos y seguir por nuestro camino.
Las oportunidades para hacer algo por los demás están presentes y accesibles. Uno mismo es quien construye barreras altísimas que nos separan de esa realidad.
No quiero que mi ejemplo suene a que soy una buena persona. No lo soy. Me costó trabajo estar ahí. Sé que Jesús estuvo con personas que nadie quería y por eso pensé que yo debía hacer algo similar. Pablo hizo lo mismo con Onésimo. Estuvo con él aunque era considerado inútil. Además, intercedió por él para que fuera recibido por Filemón. Creo que es un pasaje digno de meditar. ¿Cómo ayudas a tu prójimo, a tu comunidad, a tu país? ¿Prefieres voltear la mirada y pretender que nada está pasando?
No permitas que el egoísmo sea algo natural en ti. Se debe de trabajar para eliminarlo. Definitivamente cuesta trabajo interceder por los demás y ayudar al prójimo. Al final Dios tiene una recompensa para ti. Además, pienso que es lo menos que espera Dios de nosotros ¡es el segundo mandamiento que dejó Jesús!

Oración
Padre: me cuesta trabajo ayudar a mi prójimo e interceder por él. Gracias por dejar el ejemplo de Pablo y te pido que pueda actuar como él y como Jesús. Cambia mi corazón. Te lo pido en el nombre de Jesús
Amén

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