Primero quiero aclarar a quién se está dirigiendo Santiago: a los hermanos. Esto significa que esta instrucción es exclusivamente para aquellos que ya han aceptado a Cristo en sus vidas. Segundo, el versículo no está haciendo principal referencia a la salvación sino a las obras que uno debe hacer.
Me gusta cómo nos dice, hermanos míos. Me parece que tiene cierto cariño y preocupación al expresar estas palabras. Intento decir enojado o regañando las mismas palabras y simplemente no concuerdan la actitud con las palabras.
Ahora, con ese cariño y esa preocupación, Santiago quiere decirle algo importante a los hermanos en la fe de su época, pero ahora Dios es quien quiere hablarte a través de esta carta, por esto, pon atención: ¿de qué te sirve decir que tienes fe si todo lo haces igual que siempre? ¿De qué te sirve decir que tienes fe si nada cambia en ti?
Pienso que se estaba presentando una situación particular entre los hermanos, los cuales aludían a su gran fe y probablemente la poca fe de otros congregantes. Definitivamente esto no es un concurso de fe ni de actos. Cada uno de nosotros tenemos un camino personal con Dios por recorrer y nadie debe compararse con su prójimo para sentirse “mejor”. Si vas a voltear a ver a tu prójimo, que sea para tomar como ejemplo aquello que tú no estés haciendo para darle gloria a Dios.
Dice un dicho muy conocido lo siguiente: del dicho al hecho, hay un largo trecho. ¿Te acuerdas de él? Sabes perfectamente lo que significa: es muy fácil hablar pero muy difícil actuar. Esto es básicamente lo que nos está diciendo Santiago con referencia a la fe. No se trata de pensar que tienes mucha fe. Varias veces me he topado con gente que dice: sí, Dios nos va ayudar, yo tengo mucha fe en que así será. O también aquellos que piensan que tienen mucha fe. La fe no es un acto de positivismo. La fe no es el optimismo que te vende el mundo allá afuera y tampoco algo que no exista. La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. (Hebreos 11:1). Cuando tienes fe, la fe en Dios, tu actitud cambia. No se pone feliz nada más porque sí, tiene paz y gozo porque aunque no ves por dónde puedan resolverse las cosas, sí sabes que puedes esperar sin miedo y confiado de que el Señor se encargará (y se está encargando) de todo minuciosamente.
No digas que tienes fe sin entender lo que estás diciendo y menos como una muletilla. Entiende que la fe va ligada a lo que haces, así que, analiza cómo reaccionas ante momentos difíciles, cómo haces las cosas en tu día a día, cuáles son tus principios, y así podrás darte cuenta verdaderamente qué clase de fe tienes.
Oración
Señor: perdona mis pecados. Gracias por enseñarme que debo actuar sobre la fe que tú me das. Tú sabes Señor que muchas veces es mayor el miedo la preocupación, lo imposible que parece que las cosas cambien y ahí termina mi fe. Hoy quiero hacer las cosas diferente y comenzar una vida en la que mi fe tenga obras que la sustente. Ayúdame a vivir una fe con obras Padre. Te lo pido en el nombre de Jesús.
Amén
uN TiEmPo CoN DiOs Es un espacio para motivar a las personas a pasar tiempo con Dios y esto se logra leyendo su Palabra que está en la Biblia. Con un solo versículo se puede aprender mucho y lo suficiente para cada día que vivimos.
Vistas de página en total
12 ago 2009
Santiago 2:14
Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario