Vistas de página en total

3 ago 2009

Santiago 2:1

Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas.


En otras traducciones en lugar de acepción utilizan discriminar o tener favoritismos. Cuando se discrimina, se está excluyendo a alguien de algo, se le da un trato de inferioridad.
¿No se supone que si seguimos a Jesús, no deberíamos estar teniendo estos problemas? Si seguimos a Cristo, ¿no deberíamos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos? La respuesta es sí. La realidad es otra. De hecho, creo que estas preguntas son la principal causa por la que las personas no quieren acercarse a Dios. Pensamos que si acudimos a un estudio de la Biblia o acudimos a un servicio dominical, la gente buscará cambiarnos y obligarnos a ser a su manera. Grave error. Nosotros como congregación no debemos imponer ni obligar sino amar, enseñar, exhortar, corregir, consolar y tener misericordia en el amor de Cristo.
El seguir a Jesús no nos hace ni más ni menos que las demás personas. Aquellos que conocen la Biblia de memoria y en varios idiomas, no son más que los que están empezando su viaje con el Señor. Tampoco son más, los que llegan con ropas finas sobre los que tienen unas cuantas mudas.
Reflexionando en este versículo, me doy cuenta de cómo es difícil entender la voluntad de Dios y llevarla a cabo. Dentro de una congregación, entre hermanos, se estaban dando mejores tratos a unos que a otros. ¿Qué no dijo Jesús: ya no hay rico ni pobre, judío o gentil? Pero al parecer esas palabras no se quedaron suficiente tiempo pues como personas nos gusta comenzar a hacer distinciones: los guapos y los feos, los altos y los bajos, los listos y los burros, los ricos y los pobres, los que se visten bien y los que no, y así cuántas cosas más… ¿Sabes qué es todo esto? Crítica. Juicio.
¿Quién eres tú para dividir en grupos a los hijos de Dios?
Vivimos en una sociedad que le gusta poner organizaciones piramidales. Jesús puso el ejemplo contrario. Él como Señor y Rey, lavó los pies de sus discípulos, lo que era considerado como lo más bajo que podía existir. ¿Por qué lo hizo, porque estableció el principio de servicio y amor al prójimo por encima de la comodidad personal y el estatus social. ¿Qué hacemos tú y yo? Nos ponemos a hacer distinciones entre los congregantes… esto no puede ser así.
Hoy quiero animarte a reflexionar en tu manera de ver a los demás y en tus actitudes hacia ellos. ¿Tratas a todos por igual? No permitas que en tu vida haya favoritismos o acepciones. Permite que el ejemplo de Jesús se guarde en tu memoria para poder corregir tus pasos cuando comiences a criticar a alguien.

Oración
Padre mío: perdóname pues soy pecador. Guíame por tu camino y permite que entienda que no soy nadie para hacer acepción de personas. No quiero criticar ni juzgar a mis hermanos ni a mi prójimo, ayúdame a hacerlo. Te pido que en mi congregación no caigamos en este problema sino que nos amemos sin distinciones como Tú lo pides. Gracias por escuchar mi oración, en el nombre de Jesús
Amén

No hay comentarios: