Pueblo de Israel, escuchen esto: Jesús de Nazaret fue un hombre acreditado por Dios ante ustedes con milagros, señales y prodigios, los cuales realizó Dios entre ustedes por medio de Él como bien lo saben. Éste fue entregado según el determinado propósito y el previo conocimiento de Dios; y por medio de gente malvada, ustedes lo mataron, clavándolo en la cruz.
Pedro está diciendo estas palabras a la multitud que se encontraba frente a él. Este mismo hombre había negado a Jesús no una sino tres veces por temor a perder su vida. Hoy no solo estaba predicando con toda pasión a Jesús sino estaba señalando el gran error que había cometido el pueblo al condenar a Cristo. Esa transformación la trae el Espíritu Santo. Tú y yo tenemos esperanza de ser mejores para Dios no por nuestras habilidades sino por nuestra capacidad de entregar nuestra vida a Él y permitir que a través del Espíritu Santo que mora en aquellos que hemos recibido a Jesús seamos transformados en Él y por Él. Transformaciones impresionantes son las que hace Dios en nosotros. De temerosos como Pedro, negando a Cristo en varias ocasiones, nos llena de paz, fe y amor para poder salir a las multitudes y compartir el evangelio. Transforma corazones para que puedan perdonar y sobre todo que amen como Él nos amó. Da la fortaleza para que dejes atrás tus pecados y sean clavados en la cruz. Da la paz para sacar nuestras amarguras y preocupaciones y no cargarlas más. Da la paciencia para soportar las pruebas junto con el gozo para vivir con una sonrisa. Éstas son una de las transformaciones que Dios puede hacer en nuestras vidas e hizo con Pedro.
Por otro lado me impresionan las palabras de Pedro. No es grosero. No es agresivo. Se mantiene en una línea bastante perfecta para decir una verdad difícil de digerir y aceptar. Les abre los ojos para que entiendan que sus acciones tuvieron consecuencias. Que sus pasiones e impulsos van más allá de un instante. Todo ese alboroto que se levantó por la crucifixión de Jesús no terminó ahí sino que tiene consecuencias y Pedro se los estaba mostrando. En pocas palabras les dice asesinos. Les recuerda que ellos mismos vieron los milagros que Jesús hizo antes de su crucifixión. Les recuerda que ellos mismos se dieron cuenta que no era un hombre como nosotros sino que hacía señales que solamente podían provenir de Dios. Aún así, prefirieron crucificarlo y darle la espalda. No caigamos en el mismo error que cometieron estas personas. No demos la espalda a los milagros que Jesús ha hecho a nuestro alrededor. Dejemos de pensar que existen otras fuerzas milagrosas o energéticas circulando alrededor y que gracias a ellas y no a Jehová suceden eventos buenos. Reconozcamos a Cristo. Reconozcamos a Jehová y vivamos conforme a su voluntad. Pedro se equivocó y lo negó tres veces, pero entendió su error, pidió perdón y trabajó para no volverse a equivocar. ¡Hagamos lo mismo tú y yo!
Oración
Padre: perdona mis pecados y mi falta de atención hacia Ti. No quiero darte más la espalda ni minimizar las maravillas que has hecho a mi alrededor. Hoy te reconozco como Señor y te pido que me guíes en tu camino en el nombre de Jesús
Amén
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