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18 nov 2010

Hechos 4:15-17

Así que les mandaron que se retiraran del Consejo y se pusieron a deliberar entre sí: ¿Qué vamos a hacer con estos sujetos? Es un hecho que por medio de ellos ha ocurrido un milagro evidente; todos los que viven en Jerusalén lo saben, y no podemos negarlo. Pero para evitar que este asunto siga divulgándose entre la gente, vamos a amenazarlos para que no vuelvan a hablar de ese nombre a nadie.


Resulta difícil creer que podamos evidenciar un milagro y darle la espalda a la evidencia para enfocarnos en otras cosas. El consejo que se encontraba deliberando, abiertamente acepta que un milagro ha sucedido. Tenían al hombre paralítico de pie frente a ellos. ¿Cómo negarlo? No había forma. Lo interesante se da con la reacción que tienen frente a lo ocurrido. Una persona, de manera sobrenatural comienza a caminar. Aprehenden a los responsables del evento por la conmoción que estaba causando. Les preguntan lo que pasó y ellos responden que todo ha sucedido en el nombre de Jesucristo quien está sobre todo nombre. En lugar de interesarse por Jesús y el milagro que se realizó, comienzan a preocuparse por las implicaciones que puede tener en su trabajo. ¿Jesús comenzará una revolución contra el imperio romano? Él habló de destruir el templo y reconstruirlo en tres días. También dijo que traería un nuevo reinado. Poco a poco se enfocaron en lo inmediato y en aquello que estaban acostumbrados e hicieron a un lado el milagro ocurrido frente a ellos.
¿Cómo nos relacionamos con el consejo?
De la misma forma en que ellos presenciaron un milagro y posteriormente prefirieron seguir con su vida habitual, así hacemos nosotros. Tal vez no nos ha tocado ver a un paralítico que camine, pero sí estoy seguro que podrías contar varios hechos en tu vida que, con humildad, puedes reconocer que son milagros o dicho de otra forma, la mano de Dios trabajando. Nos preocupamos por un trabajo, después de meses o años lo conseguimos y nos damos cuenta que nunca nos faltó nada. Nos preocupamos por alguna enfermedad y después vemos que gracias a esa enfermedad se dieron cambios en nuestro carácter o seres queridos vinieron a Cristo por el testimonio dado. Nos enojamos por lo que nos pasa y después de orar y calmarnos entendemos que Dios está trabajando con nuestro temperamento. Conozco una historia de un padre que dejó a su familia. Treinta años después él regresó pidiendo perdón. Había conocido a Jesús y había transformado su vida. Los milagros pasan. La mano de nuestro Dios está presente en todo momento. A veces lo vemos en un instante y a veces tarda más de treinta años, pero lo importante es darse cuenta que ahí está y dedicarnos a conocer más de Él en lugar de continuar nuestra vida con nuestras mismas preocupaciones, nuestros mismos afanes y nuestra misma forma de ser. ¡No dejemos que lo que hay a nuestro alrededor nos estorbe para darnos cuenta de lo que Dios está haciendo! Abre tus ojos y déjate sorprender por Dios pero sobre todo, una vez sorprendido, no le des la espalda.

Oración
Señor: en verdad veo que trabajas en mí y a mi alrededor. No quería aceptarlo pero meditando en todo lo que sucede es evidente que tu mano está presente. Hoy quiero seguirte y no darte la espalda, quiero aprender más de Ti y pedirte que Jesús sea mi Señor y mi Salvador. Perdona mis pecados y cámbiame. Te lo pido en el nombre de Cristo Jesús
Amén

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