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20 dic 2011

Hechos 16:33-34


Y él (el carcelero), tomándolos en aquella misma hora de la noche; les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos.  Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios.



Si los planes de Dios parecen sin sentido, sus resultados son igual de sorprendentes.  Un carcelero lavando las heridas de los presos, llevándolos a su casa y gozándose de tener comunión con ellos pidiendo además que fuera bautizado ¡definitivamente no tiene sentido!  Solamente dentro de los planes de Dios puede pasar algo así.  ¿Quién de nosotros hubiera pensado en un plan dentro del cual, pasando por la cárcel, podríamos compartir de Cristo y tendríamos a presos y al carcelero de rodillas pidiendo reconciliarse con Dios?  La verdad es que ninguno de nosotros lo hubiera pensado con tal perfección.  Es difícil atravesar situaciones difíciles cuando no confiamos en Dios.  Es fácil perder la perspectiva y pensar que nada tiene sentido o que las cosas estarían mejor de otra manera.  La realidad es que Dios es perfecto.  ¿Lo puedes entender?  Te lo repito.  Dios es perfecto.  Nos da, nos quita y nos lleva conforme a su perfecta voluntad.  Está en nosotros el confiar y vivir conforme a su palabra o por el contrario, dudar y tratar de resolver todo por nuestra cuenta…
Por otro lado, ¡me encanta la reacción del carcelero!  Expresa total agradecimiento con los discípulos por haber permanecido en la cárcel a pesar de que las puertas se habían abierto.  Por unos momentos, él pensó en quitarse la vida y al escuchar las palabras de Pablo “no te hagas mal pues todos estamos aquí”, revivió.  Él sabía que los presos podían huir y que no merecía que se quedaran ahí para salvarle la vida.  ¿Qué preso no saldría corriendo al instante?  El carcelero entendió que había ocurrido un milagro en su vida y que Dios lo estaba llamando, por esta razón lo vemos a los pies de los discípulos pidiendo instrucciones para ser reconciliado con el Señor.  Sus primeros actos después de recibir a Cristo es continuar expresando su gratitud al abrir las puertas de su casa y servir a Silas y Pablo.
En resumen, debemos tener presentes dos principios: mantener la perspectiva divina y vivir agradecidos pues no merecemos la misericordia, gracia y amor de Dios.  Piénsalo.  Si atraviesas momentos difíciles, en lugar de preocuparte por lo que ha de venir, puedes cambiar tu perspectiva y confiar en que Dios te ama y solamente quiere ver por tu bien.  Es entonces cuando puedes comenzar a vivir el segundo principio.  Una vida de agradecimiento.  No hay nada más triste que ver cristianos amargados o con resentimientos y corajes.  Si algo nos transmite la palabra de Dios es el gozo de poder tener comunión con Él y de poder renacer y comenzar una vida a sus pies.  ¿Por qué seguir arrastrando el pasado?  ¡Mantén la perspectiva divina y vive agradecido!

Oración
Señor: reconozco que es fácil perderme en el mundo y olvidar Tú perspectiva y perfección.  Reconozco que no he sido agradecido y que debo cambiar.  Te pido me perdones y renueves mi corazón.  Quiero vivir confiado y agradecido.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén 

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