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12 mar 2013

Filipenses 4:4-5


Regocijaos en el Señor siempre.  Otra vez digo: ¡Regocijaos!  Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres.  El Señor está cerca.



El día de ayer fue soleado y con un cielo azul.  Estaba viendo cómo una parvada volaba en círculos y luego se separaban.  A veces regresaban al mismo lugar.  En otras ocasiones terminaban en otro.  Se veía precioso cómo lo hacían.  No estaban buscando comida y tampoco estaban migrando.  Parecía que no estaban haciendo algo en específico.  De hecho parecía que lo que hacían no tenía sentido.  Volaban, regresaban.  Volaban, hacían unos giros y vueltas y regresaban.  Mientras los veía pensaba en qué podrían estar haciendo.  Finalmente me di la vuelta y seguí con mi día.  Hoy que leo acerca del regocijo en el Señor pienso en esos pájaros nuevamente.  ¿Por qué?  Porque es fácil regocijarse cuando todo está bien y entendemos el por qué de las cosas.  Me porté bien, me dieron un premio.  Estudié, saqué buenas calificaciones.  Trabajé honestamente, recibí una remuneración.  ¿Pero qué pasa cuando las cosas no se dan de esta manera?  ¿Cómo regocijarse si todo parece estar de cabeza y sin sentido?  ¿Cómo tener gozo si me esforcé y no conseguí el trabajo?  ¿Cómo tener paz si decidí amar a mi prójimo y me están lastimando?  ¿Cómo tener gozo cuando hay enfermedad?  La verdad es que esa parvada estaba realizando sus vuelos con sentido y propósito.  El problema es que yo no lo entiendo ni estoy familiarizado con sus instintos.  Así también pasa con el Señor.  Parece que está actuando sin sentido.  Parece que no nos escucha.  Parece que está lejos.  Parece que no nos ve.  Parece que no nos entiende.  Parece que está en nuestra contra.  Puede parecer muchas cosas, pero la realidad es que todo tiene un propósito muy específico y no hay absolutamente nada que se salga de sus manos.  El problema es que, así como no pude entender lo que los pájaros hacían, muchas veces tampoco tendremos la capacidad de comprender los planes del Señor.  Si lo piensas, estamos exigiendo demasiado al tratar de comprenderlos ¿No crees?  Nos desesperamos.  Queremos explicación.  Queremos el detalle de lo que sucede y no nos gusta esperar.  La verdad es que nosotros solos nos ponemos la soga al cuello y la apretamos hasta no poder más.  ¿Por qué debemos entender lo que pasa?  ¿Por qué no podemos ejercitar nuestra fe confiando en que el Señor hará conforme a Su voluntad?
Pablo nos dice que nos gocemos.  ¡Regocijaos!  Repite.  Todo en el Señor.  Solamente así podemos tener regocijo.  La alegría no proviene de lo que hay en este mundo sino de la misericordia del Señor al permitirnos gozar lo que tenemos.
Por último, si entendemos que la alegría en nuestras vidas tiene su fuente en el Señor, así también podemos entender que la gentileza para con nuestro prójimo no va a existir si antes no nos gozamos en Jehová.  Primero entregas todas tus cargas pesadas al Señor y te llena de regocijo reconocer que ahora Él tiene el control y que en su amor estará siempre viendo por lo que  es mejor para ti.  Ahora puedes salir y ser gentil y dar testimonio del amor de Dios.  Así será conocida tu gentileza con los demás como lo pide Pablo.  ¡Piénsalo!

Oración
Padre: te pido perdón por mis pecados y sobre todo te pido que tomes el control de mi vida.  Quiero vivir alegre y regocijándome en Ti.  Ayúdame a entender que tienes cuidado de mí y que, aunque no comprenda lo que sucede, para Ti sí tiene sentido.  Te pido que pueda aprender a ser gentil con los demás.  En Cristo Jesús.  Amén 

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