Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de
Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su
ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de
estar muerto, habla todavía.
Aunque Abel está muerto, sigue hablando por su fe. Quiere decir que el testimonio de fe es tan
grande que hoy en día seguimos escuchando de lo que hizo y ni el tiempo ni la
muerte tienen efecto sobre él.
¿Sabes? A veces menospreciamos el
impacto que podemos causar con nuestras acciones. Pensamos que nadie nos está viendo. Pensamos que no es tan importante o
simplemente que tu vida espiritual es un trabajo personal. Debes saber que no es así. La gente te está observando. De hecho, sin exagerar, la mayoría quiere
verte caer y cometer errores. ¿Para
qué? Para que puedan justificarse. Piensa en esto: al momento en que uno habla
de Cristo y se comporta diferente, expone a los demás otra manera de vivir. De esta forma, se expone su pecado. Por esta razón, cuando te ven caer sienten
alivio pensando que todos somos iguales.
¿Lo entiendes? Por esta razón es
muy importante que entiendas el impacto que causan tus palabras junto con tus
acciones. Hay creyentes que por esta
misma razón, prefieren no hablar de su fe.
Tienen miedo a ser observados y criticados y mejor no dicen nada. No seas uno de ellos. Personalmente he tenido la bendición de poder
ser impactado por personas con gran fe y por consecuencia un testimonio
extraordinario. Algunos de ellos ni
siquiera saben que los admiro. Su fe
puesta en práctica ha hecho que pueda ver que estamos en el camino y la
dirección correcta.
Ahora, qué nos enseña el ejemplo de Caín y Abel. Que la fe y en general nuestra vida
espiritual y la manera de tener comunión con Jehová no es como nosotros
queramos sino como Dios lo ha establecido.
Caín ofreció una ofrenda que él consideraba buena sin importarle lo que
Dios quería que fuera ofrecido. Sin
embargo Abel presentó la ofrenda que el Señor pedía. Irónicamente el final es triste pues aquél
que obedeció fue asesinado y el otro siguió con su vida. Aquí aprendemos otro punto: la fe no
necesariamente tiene un final feliz.
Aquellos que predican el evangelio de los milagros y la prosperidad y
puros finales felices, están equivocados pues también, dentro de la soberanía
de Dios, puede decidir distinto a lo que nosotros quisiéramos y eso no significa
que hicimos algo mal. Abel hizo lo
correcto y fue asesinado por su propio hermano.
En su momento, podríamos haber pensado que Dios es cruel y que no le
importan los sentimientos. Hoy. Miles de años después, vemos que Abel es
exaltado y utilizado como ejemplo a seguir por ese testimonio que dio al ofrendar
con la fe alineada correctamente. La fe
no puede estar ligada a un resultado que sea satisfactorio para ti. La fe debe estar ligada a la voluntad del
Señor. Abel tuvo fe y obedeció. Caín prefirió su camino y tuvo fe en sus
propios pensamientos. Ojo. Cada uno de nosotros tiene un Caín dentro que
constantemente nos está llevando por el camino contrario. No debemos juzgar o pensar que nosotros nunca
seríamos como Caín. Debemos abrir
nuestro corazón y pedir que el Señor lo examine pues estoy seguro que tenemos
muchas actitudes similares queriendo hacer nuestra voluntad por encima de la
del Señor.
Oración
Padre: gracias por tu palabra. Gracias
porque puedo tener comunión contigo y aprender de Ti. Yo te pido que examines mi corazón. Te pido que pongas sabiduría en mí para poder
trabajar en aquellas cosas que van contra Ti.
Te pido que mi fe esté alineada con tu voluntad y aprenda a vivir
así. En Cristo Jesús. Amén.
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