Vistas de página en total

19 sept 2013

1 Juan 1:8-10


Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no tenemos la verdad.  Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad.  Si afirmamos que no hemos hecho pecado, lo hacemos pasar por mentiroso y su palabra no habita en nosotros.



Muchas personas tienen la idea (errónea) que deben “cambiar” para poder acercarse a Dios.  Piensan que no son bien recibidos tal cual y como están y por ello no tienen comunión con Él.  Además, hay aquellos que simplemente no les gusta el principio de reconocer que han pecado.  En otras palabras, ¿por qué aceptar que estoy mal?  Los entiendo.  No es fácil aceptarlo.  Y por último, tristemente tenemos a aquellos que ya a tienen comunión con Dios y por esta razón creen que todo lo que hacen está “bien” y los demás son los que están mal.  ¿Ya te identificaste?  Para los primeros, les tengo una gran noticia: Dios te ama tal cual eres el día de hoy.  Leíste bien.  Dios te ama tal y como estás y eres.  Él vino a rescatar a los enfermos.  Vino por el desamparado.  Vino por el perdido.  Vino por ti.  Cristo convivió con aquellas personas que eran expulsadas de las ciudades.  Y no solo eso, las tocaba y abrazaba.  Así hoy, el Señor quiere abrazarte y consolarte.  Ven a Él.  Pide perdón.  No importa lo que hayas hecho.  La muerte de Jesús cubre absolutamente todo.  El mensaje de Juan nos dice que Dios es fiel para perdonarnos y limpiarnos cuando confesamos nuestros pecados.  No lo pienses más.  Confiésate ante Dios.  No necesitas a otra persona.  Tú solo.  Dile a Dios que estás arrepentido. 
El segundo grupo de personas resulta más triste su historia.  A nosotros nos corresponde orar por ellos.  Si tú te encuentras en esa categoría, debes saber que las reglas no las ponemos nosotros sino Dios.  No se trata que estés o no de acuerdo.  Dios es soberano y está por encima de ti y de mí.  Nuestra naturaleza es caída.  El pecado habita en nosotros y no podemos hacer nada más que reconocerlo y acudir a Cristo para ser perdonados.  Sé que difícil aceptarlo.  Sé que tienes muchas dudas.  Te recomiendo que abras tu entendimiento.  Baja tu guardia y escucha de la palabra de Dios para que sea Él quien hable a tu corazón.
Por último, están aquellos que no han comprendido el mensaje.  Juan nos dice: si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos.  El hecho de aceptar a Cristo no quiere decir que nos hemos convertido en una especie de ser “perfecto”.  ¡Seguimos teniendo la misma naturaleza pecaminosa!  ¿Entonces por qué la biblia habla de nacer de nuevo?  Se refiere al nacimiento espiritual y no carnal.
Cada uno de nosotros somos pecadores.  No somos perfectos y nunca lo seremos.  Lo que sí puedes ser es una persona que busca constantemente ser transformado por Dios y dejar atrás todo aquello que no le agrada.  Puedes ser una persona que anuncia el evangelio de Cristo como lo hizo Juan en esta carta.  Puedes decirle a la gente que Dios quiere perdonar a todos aquellos que confesamos nuestros pecados.  Puedes anunciar que no necesitamos ser “buenos” para recibir este perdón.  Puedes trabajar día a día para que el Espíritu tome control de cada área de tu vida y tu carne se vuelva menos importante.  Recuerda, no somos perfectos.  Debemos ser humildes y reconocer nuestra necesidad de Dios.  Así como lo hizo Juan, ¡anuncia el mensaje!

Oración
Padre: yo quiero recibir tu perdón.  Confieso que soy pecador.  Confieso que no soy digno de presentarme ante Ti.  Hoy aprendí que me amas y me perdonas y te pido que así sea en mi vida.  Reconozco mi necesidad de Ti.  Reconozco que Tú eres Dios y tu hijo murió por mí.  Limpia mi vida y permite que nazca de nuevo y seas Tú quien guíe mis pasos.  Te lo pido en el nombre de Cristo Jesús.  Amén 

17 sept 2013

1 Juan 1:5-7


Éste es el mensaje que hemos oído de Él y que les anunciamos: Dios es luz y en Él no hay ninguna oscuridad.  Si afirmamos que tenemos comunión con Él, pero vivimos en la oscuridad, mentimos y no ponemos en práctica la verdad.  Pero si vivimos en la luz, así como Él está en la luz, tenemos comunión unos con otros y la sangre de su Hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado.



Si alguna vez copiaste en un examen (sí, yo llegué a copiar en un examen y no estoy orgulloso de ello) podrás recordar que no lo hiciste mientras el maestro volteaba a verte sino cuando se distraía.  De igual forma, si realizaste alguna travesura (sí, también hice travesuras) trataste de correr lo más rápido posible para que no te descubrieran.  Poco a poco, conforme creciste te diste cuenta que la gente solamente crea una imagen de uno con respecto a lo que ven.  Lo que quiere decir es que, si te ven portándote bien, pensarán que eres una buena persona sin importar que la realidad sea distinta.  Así puedes pasar varios días, meses e incluso años.  Aparentando una cosa.  Viviendo otra.  Tal vez tu matrimonio no está bien.  Tal vez tus finanzas están por los suelos.  Tal vez no quieres seguir viviendo.  Tal vez la soledad y la tristeza te aplastan demasiado fuerte.  Sin embargo, cuando sales a la calle, tratas de disimular y aparentar que todo está bien.  Finalmente, si la gente te ve bien, pensarán que todo es así.  Si bien, como personas podemos ser engañados, Dios no puede ser burlado.  Él conoce lo que sucede en tu vida sin importar que quieras ocultarle algo.  Con Él no podemos vivir una doble vida.  No podemos aparentar.  No podemos engañarle como engañamos a los demás.  Si nuestro matrimonio está mal, Él lo sabe.  También sabe cuando sentimos coraje, odio o amargura.  Él no se distrae.  Es todopoderoso, ¡cómo engañarle!  Resulta imposible.  Por esta razón, Juan nos dice: si decimos que tenemos comunión con Él, entonces debemos actuar conforme a Él.  De lo contrario, simplemente estamos mintiendo en lo que decimos.
Este mensaje tardé mucho en entenderlo y sobre todo en llevarlo por práctica en mi vida.  Poco a poco tuve que ir reconociendo que estaba mal en creer en un Dios al cual no le obedecía como Él me lo pedía.  Decía una cosa y hacía otra.  Pensaba que podía engañar a Dios.  Pensaba que podía tener una buena imagen como lo había hecho desde niño y “salirme con la mía”.  Así lo hice por varios años.  Pero un día no pude seguir con la hipocresía.  Tuve que reconocer que mi vida debía tener congruencia.  Tuve que aceptar que no podía seguir igual y necesitaba cambiar.  Tuve que reconocer las palabras que nos escribe Juan: decía tener comunión con la luz pero en realidad vivía en la oscuridad.  No tenía que darle cuentas a nadie.  Era entre Dios y yo.  Sin embargo, mi decisión también involucraba a las personas que estaban a mi alrededor pues mis acciones cambiarían.
Es tiempo de cuestionar lo que dices con lo que haces.  Deja de posponer esta decisión.  ¿Quién te garantiza levantarte el día de mañana?  Si dices conocer a Dios, que sean tus acciones las que hablen de ello.  ¡Piénsalo y no dejes que pase más tiempo!

Oración
Señor y Padre Santo: hoy comprendo que yo soy el único que estaba siendo engañado.  No puedo burlarte ni esconderme.  Tú conoces lo que hay en mi corazón.  Tú conoces toda mi vida.  Perdona mis pecados.  Perdona mi hipocresía.  Hoy quiero que mi vida cambie y sea congruente entre tus principios y mis acciones.  Guíame Señor para dejar de llevar una doble vida y pueda vivir conforme a tu voluntad.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén 

1 Juan 1:2-4


Esta vida (la de Cristo) se manifestó.  Nosotros la hemos visto y damos testimonio de ella, y les anunciamos a ustedes la vida eterna que estaba con el Padre y que se nos ha manifestado.  Les anunciamos lo que hemos visto y oído, para que también ustedes tengan comunión con nosotros.  Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.  Les escribimos estas cosas para que nuestra alegría sea completa.



La biblia fue escrita por hombres.  Resulta difícil creer que este libro sea la palabra misma de Dios.  Más aun si consideramos que no existía la imprenta.  Aquellos que dudan sobre este libro tienen razón en hacerlo.  Pero dudar no debe terminar ahí.  No debe utilizarse como una excusa para no reconocer nuestra necesidad de Dios.  No podemos pensar que nuestra duda hace que Dios deje de ser Dios o que su palabra no esté impresa en la biblia.  ¿Lo puedes entender?  Nuestra incapacidad de comprender a Dios no hace que Dios deje de ser quien es.  Tristemente muchas personas se quedan ahí.  Engañadas por sus propios pensamientos y conclusiones.  Por esta razón es importante anunciar el evangelio.  Para romper esos mitos.  Para que la gente abra los ojos y entienda que Dios va más allá de ti y de mí.  Para que al abrir su mente y su corazón puedan ver al Dios viviente que da la vida en abundancia.  Recuerda esto: nuestro deber es anunciar a Dios, el sacrificio de su Hijo y sobre todo, la esperanza que brinda su resurrección.  No anunciamos lo que podemos entender.  No anunciamos lo que nosotros consideramos que debe o no debe ser.  Anunciamos lo que Dios manifestó en la biblia que es su palabra.  Así que, deja de dudar.  No te limites.  Deja que Dios haga su parte y tú has la tuya.  ¡comparte a Cristo!  No te preocupes si te van a creer o no.  No te preocupes porque la gente cuestione o niegue tu fe.  Recuerda y reconoce que si hoy tú la puedes comprender es por la gracia y misericordia que Dios tuvo de ti.  ¿Acaso crees que eres más inteligente y por eso reconociste al Señor?  ¿Crees que eres más santo?  ¡No!  La verdad es que por gracia hemos sido rescatados y nuestra labor es extender esa misma gracia a los demás.  Por esta razón Juan dice: les escribimos para que nuestra alegría sea completa.  ¡Compartir a Dios es un gozo!  Trabajar para su reino es causa de alegría.  No te confundas ni te dejes convencer por el enemigo.  Anunciar y servir  a Dios será lo que te de vida en abundancia.
Juan nos anuncia lo que vio y oyó.  No lo que le contaron.  No lo que pensaba.  No lo que creía.  Lo que directamente vio como testimonio del Cristo.  Esto nos anuncia y esto es lo que nos corresponde anunciar.  Como personas.  Como iglesia.  Nuestro deber es anunciar a Jesús.  Dar testimonio de su existencia.  Dar testimonio de su deseo de reconciliarse con cada uno de nosotros.  ¡Hagámoslo!  No para nosotros.  No para sentirnos bien.  No para que piensen que somos buenos.  No.  Para servir al Dios Creador y llevar sus bendiciones y gracia a todas las personas.

Oración
Padre: perdona que he dudado sobre la veracidad de tu palabra.  Hoy entiendo que no puedo limitarte en aquello que puedo y no puedo comprender.  Tú eres Dios.  Tú eres el creador.  Yo no puedo encerrarte en mi capacidad de entenderte.  Perdóname.  Perdona mis pecados y permite que pueda abrir mis ojos hacia Ti y seguirte en todo lo que haga.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén.

16 sept 2013

1 Juan 1:1


Lo que ha sido desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado, lo que hemos tocado con las manos, esto les anunciamos respecto al Verbo que es vida.



Para no crear especulaciones sobre quién es el Verbo, debemos ir al evangelio de Juan, capítulo 1.  Dice: en el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios.  Él estaba con Dios en el principio.  Por medio de Él todas las cosas fueron creadas.  El Verbo es Jesucristo.  Es Dios.  Es parte de la trinidad.  A través de Él todo fue hecho.  Claramente hace una distinción entre el Verbo y Dios Padre.  Además, confirma su estatus de Dios.  Entonces, ¿qué nos está diciendo Juan en el principio de su carta?  Nos quiere recordar que Jesús no es un “gran” hombre.  Tampoco un maravilloso profeta.  Él es Dios.  A través de Él todo fue creado.  Él siempre ha existido y siempre existirá.  Deliberadamente utiliza el término Verbo en lugar de Jesús.  No quiere dejar duda alguna sobre la divinidad de Cristo.
Mucha gente allá afuera no tiene una comunión con Dios.  No le conocen.  Han oído algunas cosas.  Creen algunas otras.  Pero no tienen un buen conocimiento de quién es el Verbo y qué vino a hacer a este mundo.  ¿Sabes por qué pasa esto?  Porque tú y yo nos quedamos callados.  Pablo, en su carta a los Romanos capítulo10 dice: ¿cómo pues invocarán a aquel en el cual no han creído?  ¿ y cómo creerán en aquel de quien no han oído?  ¿y cómo oirán sin haber quien les predique?  ¿y cómo predicarán si no fueren enviados?  ¿Te das cuenta de la perfecta armonía en lo que escribe Pablo y Juan?  Es obra de Dios quien es perfecto.  Juan nos está anunciando lo que él vio con sus propios ojos, lo que oyó con sus propios oídos y lo que tocó con sus propias manos.  En otras palabras, está anunciando lo que él vivió con Jesús el Verbo.  Así también hoy, yo te estoy compartiendo a Cristo.  Te estoy compartiendo lo que he visto y oído.  Estoy siguiendo el mandamiento de Jesús al decirnos que vayamos a cada rincón de la tierra,  anunciemos su nombre y que hagamos discípulos.
La responsabilidad de compartir a Cristo es de cada uno de nosotros.  No es responsabilidad del pastor de la iglesia.  No es responsabilidad de “alguien más”.  Es tu responsabilidad y la mía.  Juan entendió el mensaje de Jesús y lo puso por obra al igual que los otros apóstoles.  Así, conforme han pasado los años, hemos tenido muchos ejemplos de personas que decidieron seguir este mandamiento y trajeron bendición.  Hoy es tu momento.  Deja de tener miedo o de esconder tu fe.  No te preocupes tampoco por lo que pueda decir la gente pues es más importante lo que diga Dios de ti ¿no crees?  De la misma forma que Juan nos anuncia lo que vivió, tú debes ser un testimonio de lo que Cristo hace en tu vida.  Ahora, tal vez no has permitido que Dios te transforme y por ello no hay nada que exponer.  Te animo a que reconozcas hoy a Cristo y le entregues tu vida.  Será la mejor decisión que hayas tomado.

Oración
Padre: tu palabra es perfecta y estudiarla me llena de gozo.  Gracias por la vida de Juan, de Pablo y de cada persona que se ha entregado a Ti y nos ha dejado testimonio de Ti.  Señor, hoy quiero dejar la pasividad y convertirme en testimonio de Ti.  Quiero dejar la oscuridad, el miedo y la preocupación y buscar siempre tu luz.  Te pido perdón por mis pecados.  Te pido que Cristo venga a vivir a mi corazón.  Te pido transformes mi vida.  Y sobre todo, te pido que mi vida sea para glorificarte.  En el nombre de Jesús.  Amén

2 sept 2013

2 Pedro 3:17-18


Así que ustedes, queridos hermanos, puesto que ya saben esto de antemano, manténganse alerta, no sea que, arrastrados por el error de esos libertinos, pierdan la estabilidad y caigan.  Más  bien, crezcan en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.  ¡A Él sea la gloria ahora y para siempre!  Amén.



Hay momentos en la vida en los que simplemente no sabes qué hacer.  ¿Te ha pasado?  Como que no hay claridad.  Las decisiones se vuelven complicadas.  O simplemente no entiendes lo que está pasando.  Las respuestas de aquellos a quienes pedimos ayuda o consejo son bien intencionadas pero muchas veces nos dejan igual.  Queremos algo más.  Queremos que se solucione nuestra situación.  Queremos que se quite la incertidumbre.  Queremos que nuestro presente sea distinto.  ¿Sabes?  No eres el único que se siente así.  Todos pasamos por esa misma situación.  Todos tenemos momentos en los que no sabemos cómo dar el siguiente paso.  Los mismos discípulos se vieron envueltos en escenarios así en repetidas ocasiones.  Lo importante en esto no es el conseguir una respuesta que resuelva toda nuestra incertidumbre.  ¡No!  Lo importante es aprender a crecer y fortalecerse en Dios cuando las cosas están así.  No se trata de ver la luz al final del túnel.  No se trata de encontrar la solución a todos tus problemas.  No se trata de comprender el por qué de todo lo que te sucede.  El punto es vivir en constante crecimiento y comunión con Dios Padre.  Pedro nos dice: más bien, crezcan en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador.  ¿Por qué no dice, pidan a Dios que les resuelva su problema?  O que pidamos a Dios para que nunca haya alguien que nos arrastre hacia el pecado.  Recuerda que venimos aprendiendo de toda esa gente que está apartada del Señor y quiere jalarnos hacia sus andanzas.  La recomendación de Pedro es muy precisa: ya tienen conocimiento de lo que atravesarán.  Manténganse alerta.  Sobre todo, crezcan en la gracia y el conocimiento de Dios.  No es un simple consejo bien intencionado.  ¡Es un estilo de vida!  ¡Es una decisión continua!  ¡Grábalo en tu mente y en tu corazón!  Vienen pruebas e inmediatamente recuerdas estas palabras: debo crecer en la gracia y el conocimiento de Dios.  ¡Increíble!  No te vas a preocupar por lo que está pasando sino por mantenerte firme en el Señor.  Ahora, sé que no es tan fácil.  Estamos totalmente acostumbrados a reaccionar de forma opuesta.  Pero ahora tienes conocimiento.  Cuando aprendemos algo, no podemos seguir como antes.  Ahora sabes lo que Dios quiere de ti.  Por esta razón escribí que es un estilo de vida y una decisión que se realiza constantemente.  Nunca se acabarán las pruebas.  No porque Dios sea malo sino porque quiere transformarnos para que seamos más como Jesús y menos como nosotros.  ¿No te parece increíble?  Pedro nos dice que vendrán personas que querrán apartarnos del Señor.  Vendrán situaciones que nos hagan dudar de su presencia y existencia.  Dudaremos de su amor.  Dudaremos de sus promesas.  Hoy, tienes conocimiento previo.  Cuando te encuentres en ese momento.  Solo.  Confundido.  Triste o deprimido.  Recuerda: debo crecer en la gracia y conocimiento de Dios y Él se encargará de todo lo demás.  ¡Esa es nuestra meta!

Oración
Señor: no dejo de sorprenderme cuando estudio tu palabra.  Es maravilloso el amor que tienes por mí.  Gracias.  Gracias por advertirme de lo que habrá de venir y mostrarme que debo enfocarme siempre en tu gracia y conocer más de Ti.  No permitas que me distraiga ni que me confundan apartándome de Ti mi Dios.  Perdona mis pecados y guía mi vida.  Te pido que pueda entender estas palabras y aplicarlas a mi vida.  En el nombre de Jesucristo.  Amén.