Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse.
En el contexto de la historia de Daniel, lo que estaba haciendo era algo fuera de lo común en esa época y actualmente seguiría siéndolo. Es como si te llevaran a otro país, el presidente te invite a vivir a su casa presidencial, te alimente de lo mismo que él recibe y tú le digas que no. ¿No te parece ilógico? Si no tenemos nuestras prioridades en el orden correcto, es muy sencillo caer en el engaño y pensar que es ilógico tomar las decisiones adecuadas y agradables a Dios. Me gustaría llevarte a meditar un poco más profundo lo que Daniel estaba rechazando: lujo, comodidad, abundancia, placer, renombre o reconocimiento. En cambio, su decisión fue: NO CONTAMINARSE. Cada uno de nosotros tiene distintas debilidades. Algunos son propensos a pecados relacionados con la sexualidad, otros con el perdón, otros con el dinero, otros con las idolatrías y así sucesivamente. Ahora imagina que en tu debilidad te están ofreciendo lo mejor de lo mejor. ¿Qué te piden a cambio? Solamente que seas parte del grupo que te lo ofrece. En un caso práctico, piensa en alguna oportunidad para pecar y “nadie se da cuenta” o es lo que “todos hacen” o “no tiene nada de malo”. La verdad es que sí hay alguien que se da cuenta, sí hay aquellos que NO lo hacen y por supuesto que es MALO.
El pecar es más fácil que el NO pecar. Si dejas que el momento lo decida y tus sentimientos o emociones, lo más probable es que peques. De este versículo podemos sacar un principio importantísimo: para no pecar es necesario PROPONER con antelación en nuestro corazón el NO hacerlo. Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse.
Si te esperas a que llegue el momento, ya es demasiado tarde.
Hay un segundo principio al final de este versículo: aunque tomes la decisión correcta, no significa que no habrá repercusiones en tu contra. Cuando Daniel decide no comer lo que el rey le mandaba, entra en conflicto directo con el eunuco que estaba encargado de cuidarlo y ver por él por órdenes del rey. Sabía que podrían obligarlo a comer o si seguía su rebeldía, probablemente lo podrían matar. Por esta razón, Daniel PIDE al rey de los eunucos el que no fuera obligado a comer esos alimentos.
El último principio que encontramos es la determinación. En el momento en que una persona decide seguir a Cristo, debe estar convencida de lo que está haciendo y preparada para recibir muchos ataques, críticas, adversidades y sobre todo momentos en los que se pondrán a prueba sus principios.
En conclusión, con la actitud de Daniel podemos aprender que la vida en Cristo lleva preparación, determinación y fuerza para llevar a cabo sus mandamientos. Pero no deben de desanimarte estos principios, TODOS son llevados a cabo por Dios. Él nos prepara, nos da la fe y determinación y nos da la fuerza y luz para seguir caminando.
Oración
Señor: perdona mis pecados y límpiame. Te agradezco el amor que me das y la preocupación que tienes de mí. Gracias por dejar este ejemplo de Daniel y te pido que pueda guardar los principios que me enseñaste el día de hoy para utilizarlos en mi vida diaria. Te pido que me des sabiduría para evitar situaciones comprometedoras que puedan llevarme a pecar, te pido por fuerza y fe cuando las cosas resulten en mi contra y por último te confieso que mi corazón está dispuesto a entregarte mi vida y mi ser pues te amo sobre todas las cosas. Escucha mi oración Señor en el nombre de Jesús.
Amén
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