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16 feb 2009

Mateo 15:25-28

La mujer se acercó y arrodillándose delante de Él le suplicó: ¡Señor, ayúdame! Él respondió:-- no está bien quitarles el pan a los hijos y echárselo a los perros. -- Sí señor; pero hasta los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos.-- ¡Mujer, qué grande es tu fe! Contestó Jesús. Que se cumpla lo que quieres. Y desde ese mismo momento quedó sana su hija.


Uno puede ir por la vida soportando muchas cosas y siguiendo adelante a pesar de las circunstancias, pero cuando llega un accidente o enfermedad simplemente ya no puedes seguir y todo se paraliza. No es necesario ser papá/mamá para poder entender el sufrimiento de esta mujer que llega arrodillada y totalmente exhausta pidiendo ayuda a Jesús. Estoy seguro que muchos se han sentido así y yo hoy me siento así. Mi sobrino de un año de edad se encuentra en este momento en terapia intensiva. Honestamente, pocas veces he sentido tanto dolor interno. Aprovecho para pedirte que ores por él y su familia. Se llama Diego Arista.
Este pasaje es sumamente interesante para analizarlo a detalle. Lo primero que sobresale es la actitud de esta mujer cananea, la cual, reconoce su situación y puede comprender que ella nada puede hacer. Después, Jesús le contesta, que ella, no es digna de recibir ningún tipo de misericordia. Y ella contesta con un corazón sumamente dolido, abatido y sin esperanza pero con una fe del tamaño del mundo diciendo: sí, lo sé, pero lo único que te pido es una “migaja” de lo mucho que puedes dar y sé que con eso será más que suficiente.
En las enfermedades, nada se puede hacer. Así de fácil, así de duro y así de difícil de soportar. Los doctores están limitados a la voluntad de Dios y por más intentos que hagan, nunca podrán estar por encima.
¿Qué quiere Dios que entendamos con este pasaje? ¿Qué te pide el Señor que cambies y aprendas cuando llegan este tipo de enfermedades o tragedias a tu vida? ¿Tiene sentido lo que estás pasando?
Con estas preguntas, damos lugar a varios principios para la vida en Cristo. Primero. No somos dueños de la vida propia ni de la de nuestros familiares. Segundo. Todo lo que tienes es un regalo de Dios quien en su misericordia te da conforme a su voluntad. Tercero. No merecemos absolutamente nada. Cuarto. El propósito de este tipo de eventos es que volteemos a Él, que doblemos las rodillas, doblemos el corazón y reconozcamos que Jesús es quien manda. En pocas palabras: humillación
La mujer cananea entendió que no merecía acercarse siquiera a Jesús y que podían decirle que se alejara. Aún así, en su desesperación y angustia, se humilló y pidió por misericordia al Único que se la podía dar. Hagamos hoy lo mismo.

Oración
Señor: te pido por tu misericordia. Tú sabes cuánta gente está sufriendo ahora por enfermedades, accidentes o situaciones sumamente difíciles. Te pido por ellos, te pido que puedan humillarse y entender que Tú das y Tú quitas. Ayúdame a estar siempre agradecido con lo que me das e incluso con aquello que decidas quitarme. Quiero tener el corazón como la mujer cananea quien reconoció lo grande que eres humillándose, y quiero tener su fe, confiando que con una simple “migaja” Tú puedes cambiar las cosas. Te lo pido en el nombre de Jesús
Amén

3 comentarios:

Unknown dijo...

Que paso con su sobrino de 1 año ?

Un Tiempo con Dios dijo...

Hola. Gracias a Dios está sano y salvo! Además sirvió para que la familia se acercara y reconociera a Dios como Señor y Salvador.
A Él sea la gloria.

Anónimo dijo...

Lo único que importa es que este sano