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23 nov 2009

Daniel 6:5

Entonces dijeron aquellos hombres: no hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios.




Lo que estaba pasando en el contexto del versículo, era que Daniel se encontraba rodeado de personas que lo envidiaban y querían encontrar algo para acusarlo y que cayera de la gracia del rey, además de que le quitaran su puesto obviamente. Me llaman la atención dos temas que quiero tratar hoy: la envidia y celos que la gente puede tener y, lo obedientes y firmes que tú y yo debemos ser.

He estado meditando mucho en el cristianismo y la sociedad. El día de ayer vi un documental sobre una vertiente que busca involucrar o relacionar a la religión con el estado. Yo me pregunto ¿cuándo intentó Jesús meterse en los asuntos del César? ¿Cuándo intentó Daniel imponer su amor a Dios al rey o a los demás? Cristo no se comparte imponiendo sino siendo ejemplo de una vida diferente. ¿Lo puedes entender? Te lo repito: Cristo no se comparte imponiendo sino siendo ejemplo de una vida diferente. ¿Ahora sí? Si realmente siguiéramos a Jesús fielmente, nuestras vidas tendrían un impacto tan fuerte en los medios que nos rodean, que no nos estaríamos preocupando por leyes con o sin moral. Simplemente tendríamos a personas en una sociedad comprometidas con agradar a Dios en SUS casas, trabajos y amigos.

Por el otro lado, es increíble que las envidias y los celos daten de hace tanto tiempo o mejor dicho, que los tengamos tan aferrados a nuestra naturaleza. Aquellos que buscaban ocasión contra Daniel lo hacían por envidias. ¿Cuántas envidias no has atravesado en tu trabajo? Pero no terminan ahí, también hay envidias en tu cuadra, en tu familia y con tus amigos. Tristemente la envidia es como un parásito que contamina y se propaga fácilmente. Este mal existe y es evidente. Quieras o no, tienes una gran probabilidad de atravesar circunstancias que, aunque tú no hayas hecho nada, las personas te tendrán coraje y envidia. Así es y no se puede hacer nada al respecto para evitarlo. Lo que sí se puede hacer es lo que hizo Daniel: seguir firme en obedecer a Dios a pesar de las consecuencias. Por otro lado, Jehová se encargó de tener cuidado de Daniel y permitir que siempre saliera adelante aún teniendo gente en su contra.

Para terminar quiero animarte a meditar en tu forma de vivir tu comunión con Jesús. Quiero motivarte a ser una persona ejemplar, una persona feliz y en paz pues sabe que su Dios lo ama y que su vida tiene un propósito. Quiero animarte a que seas como Daniel, el cual, fue firme en obediencia pero sobre todo grande en testimonio. Dejemos a un lado las críticas a aquellos que están perdidos, mejor seamos testimonio a ellos amándolos y compartiendo lo que Dios puede hacer en sus vidas. Dejemos a un lado la “religión” y promovamos la verdadera comunión con Cristo aprendiendo de su palabra y obedeciéndolo siempre. Y por último, no permitas que las envidias y los celos frenen o desanimen tu relación con Jehová.


Oración

Padre: perdona mis pecados. Cuando leo tu palabra me doy cuenta de tu Santidad tan grande y me doy cuenta que necesito ser perdonado. Te pido perdón si no he sido obediente y no he dado el testimonio que quieres que de. También te pido que me des fuerzas para seguirte independientemente que me encuentre con críticas, envidias y celos. Guíame siempre en tu camino, en el nombre de Jesús te lo pido.

Amén

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