La esperanza. A veces es lo primero que se pierde cuando lo que vemos choca y destruye lo que pensamos que debía ser. El contexto nos dice que dos de los discípulos salieron caminando en dirección a Emaús. Su semblante era triste, sin ningún tipo de esperanza ni felicidad, discutiendo en qué se habían equivocado y desilusionados con lo que había pasado. Jesús (resucitado) se acerca a ellos y sin permitir que sepan que es Él les pregunta: ¿qué ha pasado? Y ellos responden explicando cómo su esperanza del redentor de Israel se había desplomado: lo de Jesús de Nazaret, profeta y poderoso en obras y palabras, pero fue entregado y condenado a muerte, ahora ya ha sido crucificado.
La esperanza no es mágica ni intangible, no se basa en momentos instantáneos e incomprensibles. Si piensas que la esperanza es confiar en milagros de una “lámpara maravillosa” con un genio que cumple deseos, estás equivocado. La esperanza surge y crece solamente a través del conocimiento de Jesús y la Palabra de Dios. La esperanza no es vacía, está llena de las promesas que Dios nos da. No son promesas que inventó alguien, son promesas escritas en la Palabra de Dios (La Biblia). ¿Puedes entender esto? Tener esperanza sin la Palabra de Dios es como querer ir a las olimpiadas y ganar la medalla de oro sin haber entrenado lo suficiente. ¿Es posible? ¡Por supuesto que no! De la misma forma, es imposible vivir con la esperanza que Jesús te da si no te preparas y conoces cómo es vivir con esa esperanza y en qué consiste.
Es más, ya hace tres días que sucedió todo esto…
Además de conocer sobre la Palabra de Dios y comprender sus promesas para poder vivir con esperanza, es necesario que todo suceda en el tiempo de Dios y no en el tuyo. Los discípulos habían sido advertidos sobre la crucifixión de Jesús. En la última cena Jesús les advirtió que lo habían traicionado y que sería entregado. En ocasiones anteriores les dijo que Él habría de morir y que no podían seguir ese camino. Incluso les expuso que resucitaría al tercer día. Aún así, con toda esta información de “primera mano”, los discípulos fallaron en mantener la esperanza de la promesa. A veces resulta difícil entender cómo se desenvuelven los hechos, piensas que ya has tocado fondo y que ya no podría venir nada peor. Te gustaría que las cosas fueran diferentes e incluso piensas que ya no hay solución. Caminas triste en dirección a Emaús, tratando de encontrar tus errores, discutiendo sobre lo que hiciste y lo que no. Pensando que todo se ha acabado. ¡Detente! ¡Jesús resucitó al tercer día! No al primero o al segundo, tampoco al quinto, resucitó al tercer día tal y como lo había prometido. A su tiempo. En su momento, no en el nuestro. Así trabaja Dios. Por ello, si quieres vivir con esperanza, te invito a que conozcas cada vez más del Dios Creador, de sus promesas y de cómo tu vida puede estar siempre llena de gozo y felicidad viviendo en la esperanza de seguirlo en todo momento.
Oración
Padre: gracias por enseñarme tus promesas y cómo vivir con esperanza. Te pido perdón por no darte tu lugar y querer que todo se realice a mi paso y a mi tiempo. Quiero aprender a vivir a tu ritmo y tus decisiones, ayúdame a vivir con mi esperanza puesta al cien por ciento en Ti y no permitas que vuelva al camino de antes. Gracias por mostrarme cómo vivir pegado a Ti. En el nombre de Jesús
Amén
No hay comentarios:
Publicar un comentario