Vistas de página en total

1 mar 2010

Colosenses 1:24

Ahora me alegro en medio de mis sufrimientos por ustedes, y voy completando en mí mismo lo que falta de las aflicciones de Cristo, a favor de su cuerpo, que es la iglesia.




El día de ayer estuve viendo algunas competencias del último día de las olimpiadas de invierno. Prácticamente a todos se les veía una cara de alivio después de tanto trabajo. Algunos, después de terminar los 50km esquiando, simplemente se tiraron al suelo al cruzar la meta. Pienso en sus años previos a ese momento. Llenos de pruebas, dificultades, lesiones, momentos en los que disfrutaron calificar a las pruebas regionales, luego las nacionales para poder representar a su país. ¡Qué esfuerzo tan impresionante! Desde pequeños estuvieron entrenando, con un sueño, con un deseo: llegar a las olimpiadas y ganar una medalla siendo el mejor. Al lograrlo, todo ese dolor muscular, todo ese nerviosismo, todo ese “sufrimiento” que tuvieron que atravesar, todo lo que tuvieron que dejar por estar entrenando, toma sentido en un instante cuando ven los frutos de lo que han hecho y se dan cuenta que han sido el primer lugar.
Pablo estaba percatándose de lo mismo. Estaba meditando en la vida de Cristo, en sus milagros, pero sobre todo en su sacrificio. ¿Cómo puede ser posible que alguien se sacrifique por otra persona? Conforme fue trabajando para el evangelio, siendo un gran siervo de Dios, comenzó a experimentar ese proceso de “entrenamiento” para poder llegar a una meta y comprender lo que Cristo hizo por nosotros. Su entrega fue tan grande, que no solamente terminó su carrera sino que estoy seguro que ha ganado sus medallas. A pesar de estar en medio de sufrimientos, pudo darse cuenta de que sin importar las circunstancias, sin importar que las cosas no se acomodaran como él quisiera ni pasaran en los tiempos que él pensaba, ni la gente reaccionara o se entregara a Cristo como él quería, todo terminaba en gozo por poder experimentar los resultados, el llegar a la “meta” de ver y escuchar sobre personas (como los colosenses) que estaban entregando su vida a Dios.
El “entrenamiento” de Pablo duró toda su vida incluyendo el tiempo en que persiguió a la iglesia. Cuando llegó a la “meta”, pudo comprender que el entregarse a los demás como lo hizo Jesús causa gozo y alegría que se disfrutan por encima de los sufrimientos. En otras palabras, ser parte del trabajo que Dios hace es increíble. Nada puede quitarte el gozo de ver los resultados o de simplemente aceptar el honor de poder trabajar para el Señor de todas las cosas. Tal vez nos involucramos tanto en nuestro día a día, que permitimos que nos llenen la cabeza con problemas y pendientes que tenemos y entonces hacemos a un lado a Dios, pues no se encuentra en la lista de “urgentes” y pensamos que puede esperar.

Oración
Padre Santo: ayúdame a entender tu voluntad en mi vida. Guíame para poder vivir sirviéndote en todo lo que haga. Enséñame a vivir con alegría y gozo siendo un siervo tuyo y que las circunstancias no influyan en mi sentir. Muéstrame cómo compartir y llevar el evangelio a más personas. No permitas que me aleje de ti.
Te lo pido en Cristo Jesús.
Amén

No hay comentarios: