Cuando estamos contentos, cuando todo sale bien, cuando hay abundancia y no se ven problemas a la distancia, es muy fácil decir “qué grande es tu amor Señor”. Pero cuando todo cambia y el viento está en nuestra contra, no sabemos qué va a pasar con nuestra vida, comenzamos a pensar que ese amor de Dios no era tan grande como imaginábamos. Cuestionamos a Dios. Cuestionamos sus planes. Cuestionamos su amor. Cuestionamos sus tiempos. Incluso llegamos a pensar que no está haciendo bien las cosas. ¿Te acuerdas? Tal vez recientemente reclamaste a Dios el por qué de tu situación. Por esta razón, cuando nos encontramos en situaciones difíciles, lo primero que no debemos olvidar es pasar tiempo en la palabra de Dios. Esto nos ayuda a recordar quien es quien. Nos pone en perspectiva. Nos corrige la mirada y nos recuerda que Dios nos ama con amor infinito.
El decir que su amor es tan grande que llega a los cielos no es una exageración. El amor de Cristo no está condicionado. No tiene límites. No se acaba por fallarle 50 70 ó 100 veces. No busca nada a cambio. Es amor puro. Es su esencia. Dios es amor y si Él es amor y creó todo el universo, ahora puedes darle dimensión a ese amor tan especial.
Este es nuestro Dios. El Dios de la biblia. Un Dios que nos ama infinitamente, que nos busca, que tiene planes específicos para tu vida, que quiere tener comunión contigo, que quiere que te reconcilies con Él. A veces no entiendo qué hacemos mal al compartir a Dios para que la discusión termine en juicios o críticas en lugar de hablar de este amor tan increíble que tiene para nosotros. ¿En qué momento desviamos la atención de su gran amor y lo enfocamos en otra cosa? Dejemos a un lado la política. Dejemos a un lado la crítica. Busquemos vivir y compartir el amor de Dios que es tan grande que llega al cielo. El juicio le pertenece a Dios y no a nosotros.
Si tu vida se encuentra con vientos favorables, da gracias a Dios y entiende que su amor está ahí. Si por el contrario, tu vida se encuentra con tormentas, recuerda que de igual manera su amor está presente. Santiago nos recuerda que debemos gozarnos en las pruebas pues éstas producen fe y paciencia. El amor de Dios no debe depender de tu circunstancia. Su amor está siempre ahí. Siempre infinito. Siempre disponible. Siempre listo para recibirte. ¿Estás listo para reconciliarte y recibir ese amor?
Oración
Padre: perdona mis pecados y límpiame. Entiendo que primero debo reconciliarme contigo para poder ser tu hijo y tener comunión contigo. Hoy quiero pedirte por tu amor, por tu cuidado y tu consuelo. Quiero vivir en tu amor y compartirlo sin importar la situación que esté atravesando. Gracias por estar siempre ahí y nunca dejarme. Ayúdame a que pueda compartir de manera adecuada tu amor sin criticar ni perder de vista el tema principal que eres Tú. En Cristo Jesús te lo pido
Amén
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