Sé que ya he escrito sobre este versículo anteriormente pero en las últimas semanas ha estado presente en mi mente.
No es fácil estar tranquilo cuando el mundo gira en nuestra contra. No es fácil enfrentar enfermedades, separaciones, fallecimientos o necesidad. Pero no termina la lista ahí. Dios trabaja con aquello que estorba nuestra comunión con Él. En general, siempre he pensado que los “grandes” acontecimientos son los que definían este trabajo, pero como siempre, Dios me ha mostrado que no puedo encasillarlo y pensar que su trabajo es de la misma manera siempre.
Hoy quiero llevarte a meditar y analizar tu vida. Considera tu situación y lo que hay a tu alrededor. Tal vez no tienes problemas económicos ni de enfermedades, pero por ahí se esconde una barrera(s) entre Dios y tú: el perdón, o qué me dices del orgullo, ¿La paciencia? ¿El amor? ¿El gozo y la felicidad? ¿El rencor? ¿El odio? ¿Tu compromiso con Dios? ¿Tu responsabilidad para con Él? ¿Tu rol como pareja? ¿Como padre? ¡Recuerda que Dios quiere nuestra entrega total! No podemos seguir pensando que podemos creer en Jesús por unos días y se acabó. Cristo no es una religión en la que debes cumplir con cierto número de horas y acciones a la semana. La vida en Cristo es una comunión entre tú y Él. Es una vida de servicio y entrega.
Las pruebas no son castigos. Son procesos para ser transformados. Esto toma tiempo y esfuerzo. ¿Cuánto tiempo? El tiempo que te tardes en entender que debes entregar esa área en específico a Dios. “Pero ya lo hice y sigo teniendo las pruebas” podrás decir. La respuesta es sencilla: Dios va mucho más profundo de lo que nosotros podemos pensar. A veces le entregamos un pedazo de nuestra vida, pensamos que ya hemos hecho algo muy grande y Dios tiene que mostrarnos que Sus planes son distintos y ahí no termina la transformación. ¿Te das cuenta?
Ahora. Debes sentirte dichoso, gozoso y alegre cuando entiendas que estás atravesando una prueba. Estos estados de ánimo NO están sujetos a las circunstancias sino a tu entrega y oración a Dios. ¿Estás cansado y derrotado? Pide a Dios por esa paz y gozo que nos dice su palabra que debemos tener. No lo hagas en la mañana solamente. Ora constantemente durante el día y aumenta el tiempo que pasas en oración.
Dios quiere que estemos gozosos y nos sintamos con gran dicha mientras Él nos transforma. Hoy te digo que no es fácil. Dejar que Dios nos corrija significa entregar tus miedos, tus enojos y corajes; aprender a perdonar, a amar, a tener fe, a confiar y sobre todo a morir a nosotros mismos y vivir en Él.
Oración
Señor: es difícil para mí pero hoy entiendo que Tú buscas mi perfección. Te entrego mi vida, mis miedos, mis afanes y todo aquello que estorbe en mi comunión contigo. Te pido que traigas paz, gozo y alegría a mi vida sin importar las circunstancias. Te pido que no olvide que debo estar en constante comunión contigo para poder seguir el camino correcto. En Cristo Jesús te lo pido.
Amén
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