El día de ayer, como muchos de ustedes sabrán, rescataron a los mineros que se encontraban atrapados. Por meses permanecieron debajo de la tierra sin poder ir a sus casas a descansar o a tener una buena comida familiar. Tuvieron que compartir todo. Comida. Techo. Tiempo. Si les hubiéramos preguntado un día antes del accidente lo que pensaban acerca de este pasaje sobre compartir todo lo que tenemos probablemente lo hubieran visto como algo muy exagerado. Al siguiente día estaban viviendo de esta forma. No tenían nada que les perteneciera. Todo era de todos. Tenían un propósito en común: sobrevivir. Por eso lo lograron. Por eso pudieron pasar tantos días ahí metidos. Por eso pudieron ponerse de acuerdo y racionar la comida aunque quisieran comer más. Un objetivo en común. Esto es lo que tenía la iglesia de Dios en sus principios y debemos de conservar y promover. Un objetivo común.
No estoy proponiendo que todos salgamos y vendamos lo que tenemos para repartirlo sin ningún orden o plan, aunque a mi parecer, si la Biblia nos dice que vivían con alegría y sencillez de corazón de esta manera, estoy seguro que hoy en día también podríamos vivir así. Sin embargo entiendo que el contexto es distinto y por ello lo que quiero decirte hoy no es que te deshagas de tus bienes sino que te desprendas de ellos. Dos palabras similares pero con consecuencias sumamente distintas. El mundo nos enseña a acumular y cerrar nuestro puño con fuerza para no dejar que nada se escape. El Señor nos enseña a dejar la mano abierta para permitirle que ponga y quite conforme a su voluntad. ¿En dónde estás? ¿Cómo está tu mano? ¿Abierta o cerrada? ¿Te molesta cuando Dios hace cambios en tu vida que no esperabas?
Es fácil encontrar a alguien con necesidad. Solamente debes ser sensible a lo que pasa a tu alrededor. Personas que necesitan ser escuchadas, perdonadas, animadas, sanadas, apoyadas económicamente, etc. Me gusta que los versículos de hoy nos digan cómo vivían los seguidores de Jesús y cómo pudieron ayudarse los unos a los otros en algo básico como los bienes materiales. Alguien había tenido una mala cosecha y no tenía cómo comer, la iglesia proveía conforme a su necesidad. ¡Hoy nos cuesta trabajo dar nuestro diezmo y ya ni siquiera toco el tema de ofrendar!
Aprendamos a abrir nuestro puño y desprendernos de las cosas. Dejemos que Dios nos muestre cómo compartir lo que nos ha dado y cómo ser sencillos para recibir apoyo cuando lo necesitamos. Cuidémonos entre hermanos. Apoyémonos. Amémonos. Tengamos un objetivo común: Cristo.
Oración
Señor: definitivamente me cuesta trabajo abrir mi puño que ha estado cerrado con tanta fuerza por tanto tiempo. Hoy quiero entregarte todo lo que Tú me has dado y dejarte que quites y pongas conforme a tu voluntad. Te pido que pueda estar en paz y gozo sabiendo que Tú tienes el control y no yo. En Cristo Jesús.
Amén
5 comentarios:
No es extraño no encontrar comentarios aqui, con tan buen mensaje, pero es que cuando nos tocan "nuestros bienes" no nos gusta, el abrir el puño, no nos gusta, diezmar no nos gusta, en fin nada que se relacione con dar de "nuestro dinero". Cuando entendamos que todo viene de El, que DIOS es el dueño de todo y que nada nos pertenece, hasta ese momento entenderemos que mas bienaventurado es dar que recibir... DIOS los bendiga y pidamosle a El que nos enseñe a abrir nuestro puño.
Muchas gracias por tu comentario.
¡Totalmente cierto!
Amen
La medida que damos, recibimos porque a Dios le agrada que tengamos las manos abiertas y no mezquinar lo que tenemos porque la bendición viene de Dios
Hola y gracias por escribir. Pienso que recibimos mucho más de lo que damos. Pienso que Dios es mucho más misericordioso y amoroso de lo que merecemos. Gracias a Dios por su amor tan grande!
Asi es Dios es tan grande y bueno en darnos
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