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28 jun 2012

Hechos 27:4-5


Después de Sidón zarpamos y navegamos al abrigo de Chipre, porque los vientos nos eran contrarios.  Después de atravesar el mar frente a las costas de Cilicia y Panfilia, arribamos a Mira de Licia.  


Si ves en un mapa el trayecto que hicieron, te podrás dar cuenta de que en lugar de ir directo a Mira, rodearon todo Chipre para protegerse de los malos vientos.  La semana pasada viaje por trabajo.  Para regresar a casa, mi vuelo de repente no aparecía en las pantallas.  Algo andaba mal.  Después de un momento de desesperación por no saber lo que estaba pasando, finalmente me informaron que mi vuelo estaría retrasado.  Aproximadamente cuatro horas y media después, salió mi vuelo rumbo a mi destino final.  Si bien, los tiempos de traslado de punto A a punto B se han disminuido increíblemente, siguen surgiendo problemas que no podemos controlar.  La misma tormenta y mal clima que frenaron al centurión que llevaba Pablo nos frenan hoy en día.  ¿Cuántos vuelos se cancelan por mal tiempo?  ¿Cuántas carreteras deben cerrarse por lo mismo?  ¿A qué voy con esto?  A que la vida nunca será fácil.  No fue diseñada para ser fácil y no tener problemas.  ¿Lo entendiste?  Te lo repito.  La vida no fue diseñada para que sea sencilla y sin contratiempos.  ¿Para que fuimos creados entonces?  Para dar gloria a Dios.  Nos gusta disminuir nuestras aflicciones y hemos ingeniado mil y un formas distintas para ello.  La tecnología nos ayuda a contrarrestar los efectos del clima y seguimos buscando la forma de vencer a la “madre naturaleza”.  La verdad es que eso nunca va a pasar.  Primero, porque no existe la madre naturaleza.  Se llama Jehová y es el creador de todo lo que ves.  Él dirige los vientos y controla los mares así como el amanecer y el atardecer.  Segundo, porque siempre será más poderoso que nosotros.  Así de sencillo.  ¿Entonces debemos vivir resignados?  ¡Todo lo contrario!  Si algo podemos aprender del mensaje de Dios es que siempre habrán pruebas, pero al mismo tiempo siempre podremos acudir a los brazos de nuestro Señor para recibir socorro, consuelo y amor.
Es normal atravesar “tormentas” en la vida.  No te creas mártir ni pienses que eres el único que está pasando por una situación difícil.  Cada uno de nosotros experimenta distintas circunstancias que nuestro Dios permite para moldear nuestro corazón y hacerlo más parecido al de Jesús.  Dicho de otra manera, las tormentas son necesarias para sacar lo peor de nosotros.  Para depurarnos.  Para pulirnos y sacarnos brillo pues tenemos mucha “mugre” que estorba en nuestra comunión con el Señor.  
Así como hemos inventado tecnología que nos ayuda a contrarrestar los efectos del clima, hemos también creado instrumentos y formas que nos permiten “seguir caminando” sin la necesidad de voltear a Dios.  Debes tener cuidado.  Mientras más dependes de ellos, más profundo el hoyo en el que te metes.  Ojo, el Señor siempre estará ahí esperando que te des la vuelta y tomes su mano, pero las consecuencias de todo lo que hagas, tú serás quien las pague.
Debemos redireccionar nuestra mirada y forma de pensar.  Juan 16:33 nos dice que en el mundo tendremos aflicción pero debemos confiar porque Cristo lo ha vencido.
Oración
Señor: perdona mis pecados.  Gracias por mostrarme que mi vida la debo enfocar a ti y no en mí.  Gracias por enseñarme que siempre habrá dificultad pero que debo confiar en Ti que has vencido toda adversidad y hasta la muerte misma.  Señor, ayúdame a cambiar.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén

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