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22 oct 2014

Hebreos 12:9-10

Después de todo, aunque nuestros padres humanos nos disciplinaban, los respetábamos.  ¿No hemos de someternos, con mayor razón, al Padre de los espíritus, para que vivamos?  En efecto, nuestros padres nos disciplinaban por un breve tiempo, como mejor les parecía; pero Dios lo hace para nuestro bien, a fin de que participemos de su santidad.



No necesitas tener hijos para saber que un adulto puede tomar mejores decisiones que un niño.  Simplemente por la experiencia del adulto, podrá guiar al niño mejor que si estuviera solo.  Bien.  Aprovecho para motivar a los padres a que la disciplina sea parte de su día a día.  ¡Los hijos lo necesitan!  Necesitan ser guiados y restringidos.  ¡Ellos no pueden absorber el mundo solos!  Es demasiado para ellos.  Por eso, padres, aprendan a limitar, censurar y filtrar lo que llega a sus hijos.  Nosotros debemos ser la copia de Dios con ellos.  Si Dios nos disciplina porque nos ama y busca lo mejor para nosotros, hagamos lo mismo con nuestros hijos.  Ahora, conforme crecemos, nuestro orgullo comienza a crecer y pensamos que podemos hacer las cosas a nuestra manera.  Incluso desde adolescentes comenzamos a desarrollar esta idea.  Ya no necesitamos tanto de nuestros padres e incluso los retamos pensando que sabemos más que ellos.  ¿Sabes?  Hoy me doy cuenta que somos como adolescentes espirituales.  Nos rebelamos contra Dios.  Lo cuestionamos.  Nos quejamos.  Damos “patadas de ahogado” cuando algo no nos gusta.  ¿Acaso sabemos más que Dios?  ¿Podemos tomar mejores decisiones que Él?  Seguro que no.  Sin embargo, nuestra carne, nuestra naturaleza caída nos lleva a pensar que así es.  ¿Disciplina?  Yo estoy bien.  Dios nos exhorta a pensar constantemente en lo que es bueno, en meditar en su palabra y no separarnos de Él.  ¿Con qué fin?  Con la finalidad de poder mejorar nuestra comunión con Él y estar conectados a lo que Él diga y corrija.  Nuestros padres humanos buscaban lo mejor para nosotros.  Siempre lo harán y siempre lo haremos como padres con nuestros hijos.  Sin embargo, somos humanos.  Vamos a equivocarnos.  Pero Dios no se equivoca.  Él es perfecto.  Él no se arrepiente porque no tiene necesidad.  Él sabe qué necesitas y qué no.  Sabe perfectamente de que “pie cojeas”. 
Ahora, ¿cómo identificamos la disciplina de Dios?  Muy simple.  Todo aquello que te lleva a humillarte y a exaltar al Señor.  Todo lo que te haga entender que tus tesoros están en la tierra y no en el cielo.  Todo lo que te haga entender que debes ser transformado.  Principalmente, todo aquello que golpee tu orgullo y te haga entender que Dios es Dios y tú eres solamente tú.  Te lo repito.  Todo lo que te haga entender que Dios es Dios y tú eres solamente tú.  Has una pausa en tu vida.  Medita sobre tus actitudes y acciones.  ¿Estás luchando contra la disciplina de Dios?  Piénsalo.  Definitivamente no quieres que pase mucho tiempo y que estés del lado equivocado.

Oración

Padre: hoy te pido perdón por mis pecados.  Hoy quiero aprender a recibir tu disciplina con gozo.  Quiero escuchar tus correcciones y dejarte transformar mi vida conforme a tu voluntad.  Hoy entiendo que me amas y buscas lo mejor para mí.  Gracias porque no merezco tu misericordia.  En Cristo Jesús.  Amén

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