En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido
que resistir hasta derramar su sangre.
Algunas veces he pensado cuánto podría soportar si
mi fe se pusiera a prueba. No sé si
pudiera lograr lo que los discípulos que entregaron todo hasta morir. Honestamente me encantaría porque
significaría que logré entender y entregar todo por lo que realmente vale:
Cristo.
El Señor me ha bendecido demasiado.
No vengo de una familia descompuesta.
Tuve a mis padres que me cuidaron y corrigieron. Me apoyaron.
Me amaron. Tampoco he sido adicto
a nada y no he sufrido ninguna enfermedad o pérdida de algún ser querido muy
cercano. Por el contrario, me han
compartido historias que hablan justamente de todo lo que yo no atravesé. Sin embargo, esto no quiere decir que Dios no
ha probado mi corazón o que no está trabajando en mi fe y mi carácter. He pasado momentos muy difíciles en otras
áreas que no necesariamente involucran lo físico o material. ¿Para qué escribo todo esto y qué tiene que
ver con el versículo de hoy? En
distintos tiempos vemos que los seguidores de Jehová han atravesado
persecución. Un foso de leones no hizo
que Daniel se retractara de su fe. Ser
vendido por sus hermanos no hizo que José cuestionara la existencia de
Dios. Ver a su compañero en la fe ser
asesinado por lapidación no hizo que los discípulos dejaran de hablar de
Cristo. Dios utiliza distintas formas
para moldear nuestro carácter y probar nuestros corazones. El día de hoy, Dios está trabajando en
ti. Quiere que abras los ojos y veas
dónde están realmente tus tesoros. Dónde
está tu fe. Dónde está tu paz. El versículo nos habla sobre la lucha que
tenemos contra el pecado. Dicho de otra
manera, nuestra lucha para crecer espiritualmente. Recuerda que tu carne es pecado. Tu naturaleza. Tu instinto.
Tu yo. Tienen una base en el
pecado. Conforme vas creciendo en
Cristo, tu naturaleza caída comienza a luchar.
¿Qué estás dispuesto a entregar por seguir a Jehová? En la biblia vemos extraordinarios ejemplos
de personas que entregaron su vida entera.
Derramaron su sangre con tal de no volver atrás. Hoy tenemos que recuperar esos valores. No para ir y morir o hacer alguna
tontería. ¡Por supuesto que no! Valores de entrega. Principios puestos en el orden correcto. ¡Cuántas quejas escuchamos por lo que pasa en
la vida de uno o de otro! ¡Cuántos
cuestionamientos de dónde está Dios y por qué permite esto o aquello! Dios está aquí. Nunca se ha ido ni se ha alejado un
centímetro. Pregunto: ¿Cuánto estás
dispuesto a sufrir por tu fe? Sabes,
Pablo sufrió mucho y aprendió que todo lo que antes consideraba como valioso,
realmente no tenía valor porque ahora vivía para Cristo. Y así vemos muchos ejemplos que nos muestran
que el sufrimiento lleva al crecimiento.
La lucha contra el pecado es la lucha contra uno mismo. Mientras más orgullosos, más necios y más
duro nuestro corazón, más difícil la batalla.
Piénsalo. ¿Qué batalla estás
librando el día de hoy? ¿Cuánto estás
dispuesto a entregar por tu fe en Jehová?
Oración
Padre: me he quejado, te he cuestionado, me he rebelado y mi orgullo
simplemente ha estado estorbando todo este tiempo. Ya no quiero luchar contra ti y seguir lo que
mi cuerpo quiere. Hoy entiendo que
sufrir por ti trae bendición. Hoy
entiendo que dejar mis deseos y buscar los tuyos es lo mejor que puedo
hacer. Hoy entiendo lo equivocado que
estaba al pensar que hay bendiciones fuera de Ti y tu voluntad. Aquí estoy mi Dios. Mis rodillas dobladas. Mi corazón humillado. Toma mi vida.
Guíame y no permitas que siga cometiendo tantos errores y apartándome de
Ti. En Cristo Jesús te lo pido. Amén
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