¿Por qué, Señor, te
mantienes distante? ¿Por qué te escondes
en momentos de angustia?
Si de algo podemos estar
seguros, es que, a lo largo de nuestra vida atravesaremos muchas pruebas. No se trata de cuántas sino de cuándo. No son un castigo de Dios. No son momentos en los que Dios se ha
olvidado de nosotros. Las pruebas son
los momentos en los que Dios pone a prueba nuestra fe. Es en situaciones cruciales cuando sale a
flote lo que hay en nuestro corazón y precisamente lo que el Señor quiere
trabajar en nosotros. Sin embargo, las
pruebas no son fáciles. No son tiempos
de paz y quietud. Todo lo
contrario. Por esta razón, el salmista
le dice a Jehová que lo siente distante y escondido. Pareciera que el Señor no está cerca. Pareciera que se ha olvidado de
nosotros. La realidad es que no es
así. La realidad es que está junto a
nosotros esperando que reaccionemos correctamente. Imagina a un niño que está aprendiendo a
caminar. El padre puede estar atrás y
éste no le ve mientras camina. Sin
embargo el padre no ha dejado de estar ahí ni un solo instante con la mirada
fija en su hijo. ¿Ahora lo entiendes
mejor? Por eso, Santiago nos dice que
debemos tener alegría y gozo durante las pruebas. Porque tenemos la certeza de que nuestro
Padre está con nosotros y, si la atravesamos con éxito habrá bendición. Una prueba sigue siendo prueba cuando nos
mantenemos pegados a Cristo y seguimos su voluntad por encima de la
nuestra. Por el contrario, una prueba se
convierte en tentación cuando terminas haciendo tu voluntad y terminas
pecando. Dios no es injusto. Él nos advierte abiertamente que vendrán
pruebas. Incluso nos da pasajes como
este que nos podemos identificar sobre tiempos en los que nos sentiremos
desamparados, angustiados y sin rumbo. A
pesar de esto, no podemos utilizarlo como pretexto para pecar o para no
permanecer fieles a Él. Jesús nos dijo que
nosotros somos las ramas y Él el árbol. Si
queremos tener vida, es necesario permanecer en Él. En conclusión, no te desanimes cuando sientas
que el mundo está de cabeza y que el Señor está distante o escondido durante tu
aflicción. Él está ahí. Es tu responsabilidad entender que tu fe está
siendo probada y meditar en qué está trabajando Dios contigo.
Oración
Padre: te doy gracias
porque no me dejas ni un instante. Te pido
que, a pesar de lo que atraviese, no me aparte de Ti. Quiero aprender a tener gozo en las pruebas y
crecer espiritualmente haciendo tu voluntad y no la mía. Abre mis ojos, Señor, para que entienda qué
quieres trabajar en mí. En Cristo
Jesús. Amén
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