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13 ago 2014

Hebreos 11:17-19

Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: Tú descendencia se establecerá por medio de Isaac.  Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos.




Génesis capítulo 22 narra la historia completa.  Es desgarradora y conmovedora al mismo tiempo.  Dios llama a Abraham y él responde: heme aquí.  ¡Me encantan estas palabras!  ¡Increíble prontitud para estar con el Señor!  Abraham estaba constantemente listo para lo que Dios mandara.  Así debes estar tú.  A veces perdemos el tiempo cuando hay bonanza en lugar de estar preparándonos espiritualmente para el momento en que haya que atravesar una prueba.  Dios le pide a Abraham que vaya a unos montes y que ofrezca ahí a su hijo Isaac en sacrificio.  Aquí mucha gente para de leer y bloquea sus mentes.  ¿Cómo es posible que Dios pida eso?  ¡Qué Dios tan sanguinario!  ¿Dónde quedó el amor?  ¿Sabes?  Recientemente escuché una definición bíblica de amor extraordinaria: proteger y proveer.  Hoy entiendo que Abraham tenía clara esta definición y por ello pudo caminar con esa fe.  Siempre tuvo en su mente la confianza de que Dios le protegería y proveería.  Piénsalo.  ¿Cómo habría dejado todo y andado a donde Jehová le mostraría?  ¿Cómo habría creído que tendría descendencia sin importar su edad?  ¿Cómo podría haber llevado a su hijo para ofrecerlo en sacrificio de otra manera?  No encuentro otra explicación más que el tener claro que Dios provee.  De hecho, el mismo pasaje nos dice que Abraham pensó que Dios resucitaría de los muertos a su hijo para cumplir con la promesa de la descendencia a través de Isaac.  Te recomiendo que leas la historia completa pensando en todos los sentimientos que tuvo Abraham y su hijo al cuestionar dónde estaría el becerro que sacrificarían.
Por otro lado, me parece que Abraham también entendió que nada nos pertenece.  Nuestra vida, nuestra familia, nuestra salud, etc.  Realmente no tenemos dominio de nada de ellas.  La misma biblia nos dice que somos administradores de aquello que nos da Dios pero nos encanta pensar que somos los dueños.  Casi siempre que tenemos una prueba espiritual, todo se reduce a nuestras ganas de aferrarnos a lo que le pertenece al Señor.  Piénsalo.   El ejemplo de Abraham, que es lo que nos corresponde hacer hoy en día, es muy claro: todo le pertenece a Dios incluyendo mi único hijo.  ¡Qué testimonio!  No, no es exagerado ni inalcanzable.  Abraham era humano como tú y yo así que no debemos sentirnos distintos a él.  ¡Al contrario!  Debemos aspirar a ser como él. 
Definitivamente no es fácil leer esta historia.  Penetra muy profundo y toca áreas de nuestra vida que no queremos entregar.  Seamos honestos, a quién le gustaría escuchar lo que Abraham escuchó de Dios.  ¡A nadie!  Sin embargo Abraham tomó a su hijo y obedeció.  Hoy, es padre de una gran descendencia que es imposible de contar.  Él no estaba pensando que estaría su nombre escrito para que miles de años pudiéramos leer sobre él.  No.  Él simplemente sabía que tenía que obedecer y lo hizo.  ¡Hagamos lo mismo hoy!

Oración

Señor: heme aquí.  Toma mi vida y dime por dónde quieres que vaya.  Te pido pueda desprenderme de todo y comprender que realmente todo te pertenece.  Ayúdame a cambiar mi entendimiento y poder vivir agradecido reconociendo que Tú eres quien da y quita conforme a tu voluntad.  Ayúdame a vivir como Abraham y caminar siempre con esa fe tan increíble.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén

11 ago 2014

Hebreos 11-12-16

Así que de este solo hombre (Abraham), ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar.  Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra.  Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria.  Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella.  Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial.  Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó ciudad.



Cuando uno quiere comenzar a disciplinarse en hacer ejercicio cuesta mucho trabajo.  Simplemente dar el primer paso y salir es difícil.  Personalmente me encanta correr.  Los primeros diez minutos son los peores.  Es como si mi cuerpo me reclamara lo que estoy haciendo y tratara de evitar el que continúe.  Pasando ese tiempo, me empiezo a sentir mejor.  A los quince minutos mi cuerpo se empieza a sentir suave y fuerte.  A los veinte estoy listo para seguir por lo menos cuarenta minutos más.  Al terminar, estoy lleno de gozo y alegría por el cansancio que tengo.  ¿Por qué escribo esto y qué relación tiene con el pasaje de hoy?  Pienso que la vida espiritual es muy similar a este proceso del ejercicio.  Al principio cuesta trabajo.  Nos sentimos “pesados”.  Nuestra mente no comprende bien hacia dónde vamos.  Dudamos y muchas veces queremos detenernos o regresar.  Pero cuando logras continuar, cuando tienes fe y confías, tus pasos van tomando fuerza y todo comienza a fluir.  Cuando pasa el tiempo, volteas atrás y te llenas de gozo por haber comenzado y terminado esa etapa de crecimiento espiritual.  En el pasaje nos hablan de aquellos que vivieron sin tierra.  Los descendientes de Abraham que vivieron errantes y como extranjeros en todo momento.  Sin embargo, en su mente, la meta era clara: el cielo.  Tal vez habían días en los que querían dejar de ser extranjeros y regresar a la tierra de antes.  Sin embargo no lo hicieron.  ¿Por qué?  Porque sabían hacia dónde se dirigían.  Sabían que el final era mucho mejor que el trayecto.  ¡Qué aprendizaje tan increíble!  Al no tener nada a qué aferrarse pudieron aferrarse a la promesa celestial.  Mientras tanto, nosotros nos aferramos a esta vida como si no existiera nada después.  Perdemos algo material y nos duele hasta lo más profundo.  Nos angustiamos por generar más ingresos o si no hay trabajo nos preocupamos aún más.  Sin embargo, debemos entender que nada de eso es importante.  Dios claramente se preocupa por protegernos y proveernos.  El problema es que a veces necesita quitar aquello que nos está estorbando en nuestra comunión con Él.  ¿Lo puedes entender?  La descendencia de Abraham no tenía una nación.  Eran extranjeros.  Eran peregrinos.  ¿No crees que a veces se cansaban y se hartaban de su situación?  Así como tú y yo nos quejamos y queremos que las cosas cambien, ellos también debieron tener momentos así.  Sin embargo, ellos tuvieron la mirada firme y siguieron “corriendo” a pesar de querer parar.  “Corrieron” de tal forma que Dios les bendijo preparando una patria para ellos que sería la tierra prometida.  Con pasajes como este, entiendo por qué es mejor no tener que tener.  Entiendo por qué son bienaventurados los que tienen hambre y sed.  ¡Porque su única esperanza es Dios!  No su dinero.  No su casa.  No sus conexiones.  No su sabiduría.  Dios.  ¿Acaso tenemos que perderlo todo para poder entenderlo?  ¿Necesitamos ser peregrinos y extranjeros para poder depender al cien por ciento del Señor?  Espero que no seamos tan necios y soberbios.  No somos de este mundo.  No busquemos las cosas de este mundo.  No nos aferremos a lo que la gente del mundo se aferra.  ¡Al contrario!  Somos de Dios.  Busquemos las cosas de Dios.  Aferrémonos a su palabra, a sus promesas y a sus bendiciones.  Ya sea errantes y extranjeros o sedentarios en nuestro país, entreguemos nuestra vida y sirvamos a Jehová.

Oración

Padre: quita todo aquello que estorbe mi comunión contigo.  Dame sabiduría y fe para entender que hay mucho que debo dejar atrás y, sobre todo, que debo aprender a aferrarme a Ti y a nadie ni nada más.  No permitas que mi mirada cambie y deje de estar puesta en tus cosas.  Perdona mis pecados y toma mi vida.  Te lo pido en Cristo Jesús.  Amén

8 ago 2014

Hebreos 11:11
Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. 

Me encanta cuando la biblia nos da mucho detalle sobre la vida de alguien.  Podemos conocer sus defectos y errores e identificarnos más con ellos.  En el caso de Abraham, sabemos que antes de que llegara Isaac, tuvo a Ismael con la sierva de Sara, Agar.  ¿Qué pasó?  Que Abraham no es perfecto y cayó.  Su esposa Sara tampoco ayudó a mantenerse firme a la promesa que el Señor había hecho.  Con esto podemos aprender dos principios sumamente importantes: lo que Dios promete, lo cumple.  Y dos: debemos mantenernos firmes esperando esas promesas sin importar lo imposibles que parezcan.  Sara era estéril y Abraham era de setenta y cinco años cuando reciben la promesa de tener descendencia.  En otras palabras, una promesa imposible de cumplir en términos humanos.  Pero para Dios, nada es imposible y cumplió.  Ahora, ¿qué nos corresponde hacer como creyentes?  Definitivamente el mensaje de hoy no nos lleva a pensar que Dios nos va a curar de enfermedades terminales ni que vamos a experimentar milagros inesperados.  No.  Aunque solamente Dios, en su soberanía decide qué hacer y qué no, el mensaje no es acerca del milagro de tener un hijo pasada la edad fértil sino de nuestra comunión con Él y nuestra responsabilidad de mantenernos firmes sin importar lo que tengamos en frente.  No sé qué situaciones estés atravesando o atravesarás, pero cuando las cosas parezcan no tener sentido y que no veas ninguna luz al final del túnel, debes recordar pasajes como el de hoy en los que nos enseñan que Dios está ahí con nosotros.  Cuidándonos.  Con planes para llenarnos de bendición.  No desmayes.  No cedas a la tentación de tomar otros caminos.  Clama a Dios y espera en Él.  Tal vez hoy parece imposible pero Dios se encargará de mostrarte que no hay imposibles para Él.  Ahora, ¿qué significa ser bendecido?  Si hacemos memoria al Sermón del monte, nos dice que aquellos que sufren persecución, los que tienen hambre, los que lloran, los misericordiosos, los pacificadores, entre otros son los bienaventurados.  Busquemos el reino de Dios y Él se encargará de todo lo demás.  Así se encargó de Abraham, de Moisés, de Lot, de David, de Daniel, de Noé, de Josué y así puedes poner tu nombre en esta lista.  Leíste bien.  Pon tu nombre en la lista de todos aquellos que han sido bendecidos grandemente por Dios.  Él quiere hacer milagros en tu vida al igual que lo hizo con todos los que están en la biblia.  Nuestro deber es permanecer fieles a Él y dejar que su camino sea nuestro camino.  Nuestro deber es tener fe y vivir por medio de ella. 
A pesar de que Abraham cometió un error al tener un hijo con Agar, Dios no le castigó retractándose de su promesa de darle descendencia con Sara.  Tal vez has cometido muchos errores y algunos sigan aplastándote cada día.  Pide perdón y reconcíliate con el Dios que puede perdonarlo todo.  No sigas así.  Él quiere mostrarte su camino y hacer cosas increíbles en tu vida sin importar que hayas cometido errores.  Abre tu corazón y confiesa tus pecados para empezar así una nueva vida.

Oración

Señor: perdóname.  He pecado contra Ti.  Cada día sufro las consecuencias de haberte dado la espalda por tanto tiempo y tomado tan malas decisiones.  Hoy entiendo que hay esperanza para mí a pesar de mis errores.  Yo quiero vivir con fe y bajo tu palabra.  Quiero vivir con tus bendiciones y siguiendo tus mandamientos.  Perdóname y renuévame.  No permitas que me aparte de Ti cuando las pruebas parezcan no tener remedio y graba este pasaje en mi corazón para que siempre recuerde que para Ti nada es imposible.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén

6 ago 2014

Hebreos 11:8-10

Por la fe Abraham cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba.  Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. 



Génesis 12 narra esta historia de Abraham.  El versículo 1 dice: Jehová dijo a Abram: vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.  No le pidió algo fácil.  Mucha gente ni siquiera se cambia de trabajo por miedo al cambio, mucho menos de ciudad o país.  Dice una canción que la costumbre es más fuerte que el amor y yo le agregaría que las ganas de mejorar o siquiera de tener fe para hacer las cosas de manera distinta.  Es increíble lo arraigados que podemos estar a las cosas materiales e incluso interpersonales como la familia o amistades.  No quiere decir que esté mal tener buena comunión con tus seres queridos.  El problema llega cuando no dejamos que Dios haga de nosotros conforme a su voluntad.  Ponemos trabas y pretextos.  He escuchado testimonios de pastores que dejaron atrás grandes iglesias y amistades por seguir el camino que Dios les mostró en otro lado.  ¡Por supuesto que fue difícil!  Conforme pasó el tiempo vieron la mano de Dios haciendo cosas increíbles y confirmando que habían hecho lo correcto.  Me gusta pensar que todo lo que tenemos Dios lo pone en nuestras manos.  Nosotros debemos dejar esas manos abiertas para que Él decida poner o quitar conforme a su voluntad.  Por el contrario, cuando las cerramos, nos cuesta más trabajo dejar que Él haga cualquier cambio.  Ojo, de todas formas lo va a hacer. 
Dios no quiere que todos cambiemos de ciudad o país.  Lo que sí debes saber es que es necesario hacer cambios en tu vida.  Dejar atrás lo que tanto estorba en tu comunión con Dios.  En ocasiones, hay personas que queremos mucho pero simplemente nos alejan de Dios.  Tal vez debes dejar de ir a ciertos lugares.  Así como Dios llamó a Abram y le pidió que dejara todo, hoy Dios te llama y te pide exactamente lo mismo.  Deja todo y sígueme.  Abram salió de su tierra y no reclamó ni cuestionó al Señor.  Simplemente obedeció.  ¡Por eso es nuestro ejemplo de fe el día de hoy!  Cuando Dios habla, nosotros debemos escuchar e inmediatamente después, obedecer.  Eso es fe.  Eso es ser un verdadero hijo de Dios.  Alguien que escucha y no hace nada, no puede sentirse parte con Dios.  Tal vez te has estado engañando pensando que es posible llevar una doble vida.  No se puede.  Dios quiere todo tu ser.  Quiere que le entregues tu corazón.  Tus pensamientos.  Tus deseos.  Tus miedos.  Todo.  No tengas miedo ni dejes que el mundo a tu alrededor frene ese llamado que Dios te hace.  Sabes perfectamente cuando Dios te habla.  Esas palabras tocan tu corazón.  Remueven lo que pensabas nunca podría ser removido.  Abren todo lo que quieres esconder.  Simplemente sacuden todo tu piso.  No le des la espalda a esas palabras.  Ten fe y deja que Él se encargue de dirigir tu vida.  Así como Abram, toma tus cosas y deja de vivir conforme a tu voluntad y comienza a vivir conforme a Cristo.

Oración

Padre: quiero vivir con mi fe puesta en Ti.  Quiero escucharte y obedecerte como lo hizo Abram.  Quiero dejar de dudar y cuestionar.  Te entrego mi vida.  Te entrego todo para que pueda vivir conforme a tu voluntad.  Guíame y no permitas que me aparte de Ti.  En el nombre de Cristo Jesús.  Amén