Hace unos días viendo la televisión, me quedé sorprendido por un programa que estaba entrevistando a mujeres adolecentes sobre distintos temas actuales. Algunas de las preguntas eran sobre el consumo de alcohol o drogas, relaciones sexuales entre otras. Además, realizaron una pequeña encuesta en la que los resultados fueron sorprendentes. Estas jóvenes (entre otras) respondieron que sí a las siguientes preguntas: ¿has tenido relaciones sexuales sin protección? ¿Utilizas el alcohol para sentirte más bonita? ¿Prefieres tomar alcohol antes de tener relaciones sexuales? ¿Tener relaciones te vuelve más popular?
¿Qué tiene que ver este programa con el versículo de hoy?
Que este programa me enseñó que no estamos buscando en el lugar correcto y al contrario, definitivamente estamos perdidos. Lo más triste fue ver a cada una de estas jóvenes llorar al ser presentadas sus madres y escuchar su decepción. Al principio parecían estar muy orgullosas de sus actos. Unos minutos más tarde salió lo que realmente estaba en su interior: tristeza, soledad y decepción.
Por alguna razón nos gusta seguir creyendo que lo que el mundo nos puede ofrecer será tan gratificante que llenará los huecos y necesidades en nuestras vidas. Observamos y anhelamos las vidas de los demás. Vemos a celebridades viviendo vidas envidiables y pensamos que probablemente son felices. La realidad es que no lo son. La realidad es que si tú y yo no buscamos las cosas de arriba, las cosas que nos enseñó Cristo, no podremos ser felices, no podremos llenar nuestros vacíos.
Actualmente, estamos siendo atacados por todos lados para llevar un estilo de vida que dista mucho del que Jesús nos dejó. La mujer ahora debe trabajar profesionalmente pues alguien ha decidido que ser mamá ya no es un trabajo de tiempo completo y mucho menos digno. Como matrimonios, el divorcio es una práctica normal y para muchos necesaria. En la educación de los hijos, el amor y temor a Dios no es una prioridad, incluso con aquellos padres creyentes, dejan que sus hijos “decidan”. En cuanto a los hijos, al parecer mientras más jóvenes se emborrachen, prueben drogas y tengan relaciones sexuales, más exitosos son. ¿Esta es nuestra dirección? ¿Hacia este tipo de cosas está nuestra mirada? Seguramente podría poner ejemplos mucho peores pero no tiene sentido. Lo que más me interesa es hacerte recapacitar sobre lo que estamos permitiendo en nuestras vidas, en nuestras familias, con nuestros seres que más amamos. Cada vez que pensamos que el distraer nuestra mirada de Cristo por algo que el mundo ofrece, estamos provocando una “fractura” que muchas veces el repararla es muy “caro”. ¡Dejemos de “fracturar” nuestra vida y permanezcamos con la mirada puesta en Cristo que se encuentra a la diestra de Dios Padre!
Oración
Señor y Padre: hoy me doy cuenta que mi mirada muchas veces se encuentra muy distante de Ti y no quiero seguir así. Dame discernimiento para entender que lo que el mundo me ofrece no trae nada bueno y que el mantenerme pegado a Ti siempre trae bendición y vida plena. Guíame Señor. En Cristo Jesús te lo pido
Amén
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