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6 abr 2011

Hechos 9:3-4

Y yendo por el camino (Saulo), aconteció que llegando cerca de Damasco, súbitamente le cercó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues?

He presenciado varias formas en las que Dios “tumba” a un individuo al suelo. Saulo estaba persiguiendo con enorme furia a la gente que quería seguir a Cristo y en su camino se da una situación fuera de su control. Una luz, un resplandor lo suficientemente fuerte para hacerlo caer en tierra y no moverse. Saulo iba con gran autoridad pues el consejo había autorizado que realizara cualquier aprehensión que considera necesaria. De cierta manera le habían dado carta “blanca” para tomar cualquier decisión para llevar a cabo su plan.
¿Cómo relacionarlo con nuestra vida?
Nosotros vamos en camino a nuestra rutina diaria. Estamos acostumbrados a levantarnos y realizar nuestros planes. Incluso nos damos el lujo de decir que en tal o cual día haremos esto o aquello. Todo se desarrolla como el día anterior. Como de costumbre. Como lo habías planeado. Así iba Saulo camino a Damasco. Confiado en que realizaría lo que tenía en mente. De repente, en un instante, sin que lo pudiera ver venir, una luz lo tumba y frena su camino. Nosotros podemos llamarle una enfermedad, la pérdida de un ser querido, la cancelación de un negocio que considerábamos ya como un hecho, recibir la noticia de nuestra pareja que quiere divorciarse, la pérdida de nuestro trabajo y así tú puedes pensar en cada evento que en tu vida ha creado un freno abrupto y que no viste venir ni pudiste prevenir. Simplemente te encontraste “tumbado” sin saber cómo seguir adelante. ¿Te ha pasado? ¡Seguro que sí! Y no creo que en una sola ocasión sino varias.
A Saulo le preguntó una voz ¿por qué me persigues? A ti y a mí esa voz nos dice ¿Por qué no me haces caso? ¿Por qué sigues dándome la espalda? ¿Por qué sigues sin confiar en mí? ¿Por qué te has alejado tanto? ¿Por qué te has olvidado de mí? Lo interesante y sobre todo importante es ser honesto y contestar estas interrogantes. Debemos meditar en qué momento nos dejamos seducir por lo que hay a nuestro alrededor y olvidamos al Creador. ¿Cuándo trabajamos para mantener a nuestra familia? Bien, dice Dios, ¿desde cuándo tú la mantienes? La verdad es que no tenemos una respuesta correcta. Honestamente hemos sido egoístas y nos gustó recibir las bendiciones de Dios sin comprometernos de vuelta. Pero ahora que las cosas cambian, nos recuerdan quién es quién y sobre todo quién es el que realmente manda. Dentro de toda esta dificultad que atravesamos cuando Dios decide que es tiempo de “tumbarnos” su amor siempre sobreabunda a nuestra preocupación. Dios no se ha hecho a un lado ni te ha olvidado. Simplemente está recordándote cómo deben estar tus prioridades y corazón en el lugar correcto.

Oración
Padre: perdóname. Sé que te he fallado. Sé que merezco no solo esto sino muchas cosas peores. Perdona mi soberbia, perdona mis pecados. Hoy quiero reajustar mi vida. Quiero vivir en línea contigo. Ayúdame a entender mi situación y no permitas que me aparte de Ti. Te lo pido en Cristo Jesús
Amén

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