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8 ago 2012

Hechos 28:29-30


Durante dos años completos permaneció Pablo en la casa que tenía alquilada, y recibía a todos los que iban a verlo.  Y predicaba el reino de Dios y enseñaba acerca del Señor Jesucristo sin impedimento y sin temor alguno.



Después de más de un año de estar escribiendo sobre el libro de los hechos hemos llegado a los dos últimos versículos.  Aprendiendo sobre cómo los primeros seguidores de Jesús vivían y cómo se fue formando la iglesia post Cristo.  Finalmente llegamos a la última etapa (que la Biblia nos revela) en la vida de Pablo.  Se encuentra en Roma.  No fue asesinado como las probabilidades lo marcaban.  Durante estos dos años que se encuentra en prisión, escribe las cartas a los gálatas, la segunda carta a Timoteo, a los efesios, a los filipenses, a los colosenses y a Filemón.
Por un lado podríamos pensar en todo lo que pudo haber hecho Pablo puesto en libertad durante esos años que estuvo preso.  Imagina cuántas iglesias hubiera plantado.  Cuántas ciudades hubiera visitado.  Cuántas predicaciones hubiera dado.  Si bien, hubiera sido sumamente increíble verlo haciendo todas estas cosas, debemos entender que el plan de Dios es aún mejor.  Lo repito: el plan de Dios es mejor.  Pareciera que no llegan al mismo resultado.  Pareciera que si Pablo hubiera sido puesto en libertad hubiera logrado más, pero la realidad es que el plan de Dios tuvo y tiene un mayor impacto.  ¿Por qué?  Porque Dios no solamente estaba pensando en los contemporáneos de Pablo.  Estaba pensando en todos nosotros que leeríamos y aprenderíamos de las epístolas que escribió y todo lo que vivió.  Mucho más allá de lo que cualquiera de nosotros hubiera imaginado.  Ahí estaba Pablo.  En arresto domiciliario.  Pero el Señor se encargó de darle muchos beneficios.  Podía recibir a cualquier cantidad de gente que fuera a visitarlo.  Nos dice el pasaje que se dedicaba a predicar y enseñar a Cristo sin temor ni impedimento en su casa.  Dentro de algo que parece una desgracia, Dios se encarga de llevar bendiciones para aquellos que quieren vivir sirviendo.
¿Qué estás haciendo con tu vida?  Pablo, estando encarcelado se dedicó a predicar y a enseñar a Jesús.  ¿Tú qué haces?  Piénsalo.  Los días, meses y años pasan sumamente rápido.  No puedes dejar que las cosas sigan igual.  Debes decidir.  Escuché la historia de una persona que, estando cuadraplégico, utiliza videoconferencias para dar estudios y predicar a Cristo sin necesidad de trasladarse de un lado a otro.  ¿Te das cuenta que no hay limitaciones?  Nosotros somos quienes ponemos los pretextos.  Nosotros somos los que decimos: no se puede por esto o aquello.  La realidad es que Dios puede hacer cosas increíbles en tu vida.  Cosas que nunca imaginaste, que ojos no han visto ni oídos escuchado.  ¿Quieres sorprenderte por Dios?  ¡Necesitas entregarle tu vida!  Sube al siguiente escalón del compromiso y entrega cada detalle de tu corazón.  Pon tu vida al servicio del Señor sin importar dónde ni cómo te encuentres.  Eso vemos que hizo Pablo y eso tenemos que hacer nosotros.  Deja atrás los pretextos.  Deja de esconderte con las limitaciones que has creado.  Es tiempo de decidir.  Es tiempo de que cambies tu vida y veas lo que Dios puede hacer contigo así como lo ha hecho conmigo y con cada uno de los que deciden entregarle su corazón.  ¿Estás dispuesto?

Oración
Padre: toma mi vida.  Toma mi corazón.  Renuévame.  Perdóname.  Utilízame.  No quiero que siga pasando el tiempo y me de cuenta que sigo igual que antes y que no te he dejado trabajar.  Señor, doblo mi rodilla.  Doblo mi corazón.  Reconozco que eres Dios, Salvador y Amor.  Quiero seguirte.  Quiero obedecerte.  Heme aquí.  En Cristo Jesús.  Amén 

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