Pablo, apóstol no por investidura ni mediación humanas, sino por Jesucristo y por Dios Padre, que lo levantó de entre los muertos; y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia.
Como tú y como yo, Pablo tenía algunos que estaban en su contra. Todos tenemos cierta clase de enemigos o personas que quieren hacernos algún daño. En menor o mayor medida, nos cruzamos con estas personas y buscan frenar nuestro crecimiento. Donde más atentos debemos estar es en la cuestión espiritual. Si pones atención a las palabras que utiliza el apóstol, te puedes dar cuenta que está enfatizando claramente su postura de apóstol y la elección hecha no por hombres sino por Dios mismo. Como veremos en versículos más adelante, Pablo estaba siendo atacado. Criticaban lo que hablaba diciendo que no provenía de ningún dios sino de humano. En respuesta a estas acusaciones y para redireccionar a la iglesia en Galacia, Pablo escribe a ellos y primeramente pone en claro su posición como apóstol por investidura de Jesús y Dios Padre. Por último, nos recuerda qué hizo Dios Padre con su hijo Jesús: lo levantó de los muertos.
¿De qué nos sirven estos pasajes? ¿Cómo podemos aplicarlos a nuestra vida?
En estos pasajes yo veo dos principios importantes. El primero: somos hijos de Dios, linaje escogido y apartados para Él. Segundo: el Dios en el que creemos, venció a la muerte y tiene poder sobre todas las cosas.
Allá afuera, nos quieren convencer sobre cómo debemos comportarnos, qué autos debes comprar, qué tipo de casa, qué tipo de ropa, qué vacaciones tomar e incluso qué aerolínea y hotel debes utilizar. Supuestamente, al utilizar o conseguir todo aquello que nos promueven, seremos tan felices como las personas en los comerciales. ¿Los has visto? Siempre tienen una sonrisa en su cara. Se ven seguras de si mismas. Tienen amigos. Y al parecer no tienen problemas. Su vida ha llegado a la cúspide y si tú no has llegado a ella es porque no has comprado ese producto. ¿Qué esperas para comprarlo? La verdad es que el mundo allá afuera es tu enemigo. No busca a Dios. No quiere darle gloria. No busca servirle. No busca agradarle. Busca lo suyo. Busca su placer y su beneficio. ¿Exagero? Lee la primera plana de cualquier periódico y dime si logras encontrar a alguien sirviendo al Señor. Pero tú y yo somos distintos. Tú y yo hemos decidido seguir a Jesús. Hemos sido aceptados como hijos de Dios y ahora tenemos todos los derechos y obligaciones que esto conlleva. Ya no somos más de este mundo. En otras palabras, no te acomodes tanto porque ya no perteneces a él. Somos embajadores. Estamos temporalmente aquí, representando a nuestro hogar eterno. Aquí justamente entra el segundo principio. No podemos poner más nuestros ojos en lo que vemos sino en lo que no vemos. En nuestro Señor Jesús. Nuestra mente debe estar enfocada en servirle y obedecerle. No en alinear nuestros deseos con los de Él sino en poner sus deseos y sus principios por encima de los nuestros confiando en que Él se encargará de bendecirnos y escoger lo mejor para nosotros. Ora por tus enemigos. Ora por no desviarte de la palabra. Ora para que Dios te muestre su amor y puedas ver cómo te protege y bendice.
Oración
Dios Padre: te pido que perdones mis pecados. Te doy gracias por abrir mis ojos y permitirme entender mi lugar en este mundo. Gracias por enseñarme que soy embajador y que no pertenezco a él sino a tu lado sirviéndote y dándote la gloria. Permite que mi vida sea de testimonio y que más personas puedan ver que mi felicidad y paz no están basadas en lo que tengo o no tengo sino en tu hijo Jesús y mi relación contigo. Gracias Padre. En Cristo Jesús. Amén.
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