En efecto, “el que quiera amar la vida y pasar días felices, guarde su lengua del mal y sus labios de proferir engaños. Apártese del mal y haga el bien; busque la paz y sígala. Porque el Señor mira con buenos ojos a los justos y sus oídos están atentos a sus oraciones, pero mira con indignación a los que hacen el mal.
Muchas veces estamos atravesando tantas cosas en un mismo instante que olvidamos hacia dónde vamos. Perdemos dirección y solamente queremos salir y tener algo de “luz”. Terminamos viviendo día a día. No sabemos qué hacer y nos sentimos desesperados. Sabes, no eres el único que atraviesa momentos difíciles. No eres el único que se siente solo. Tampoco eres la “peor” persona en el mundo. Dios te ama y mandó a su Hijo para que pudiéramos reconciliarnos con Él y sobretodo para tener comunión con Él. Como creyentes, no debemos dejarnos arrastrar por lo que nos sucede. Debemos tener una meta fija en todo momento: seguir a Cristo. Para ello, Él nos dejó su palabra. Los versículos de hoy nos dan la pauta para ello. Nos dicen: qué hacer, qué decir y cómo hacerlo.
Guarda tu lengua del mal y de proferir engaños. Santiago en su capítulo 3 nos advierte de este órgano tan pequeño pero que puede causar tanto daño. Exalta a aquél que puede controlar su lengua pues al controlarla controla todo el cuerpo. ¿Cuántas veces has dicho lo que no debías? ¿Cuántas veces te has arrepentido por hablar de más? ¿Cuántas veces has herido por no controlar tus palabras? ¿Quieres saber lo que hay en tu corazón? Pon atención a lo que dices y te abrirá los ojos. ¿Cómo reaccionas cuando oyes críticas y juicios? Guarda tu lengua y tus labios. ¡Guárdala! Así como se guarda la ropa de invierno en verano y viceversa, guarda tu lengua y aprende a utilizarla en el momento correcto.
Apártate del mal y has el bien. Es voluntario. No podemos tener como pretexto el que no sabíamos lo que estábamos haciendo. Siempre tenemos elección. Lo que pasa es que muchas veces estamos “tan adentro” que pensamos que no había opción. Debemos aprender a estar alerta y con un alto discernimiento para entender, en dónde estamos, qué vemos, con quién estamos y qué conversaciones tenemos. Créeme. No estoy exagerando. Si realmente queremos mantenernos apartados del pecado, debemos ir un paso adelante de las tentaciones. Piensa en esto: si alguien quiere dejar de tomar, ¿Tiene sentido que vaya a bares o fiestas? Cada acción tiene una reacción. Si no piensas antes de actuar, simplemente te vas a encontrar del lado en el que no querías estar. Por el contrario, si eres diligente y cuestionas lo que haces y quieres hacer, tu probabilidad de navegar correctamente es mucho mayor.
Busca la paz y síguela. ¿Quién si no Dios puede dar paz? Obviamente no se refiere a una paz efímera y misteriosa. Se refiere a la paz que Dios da. Solamente la podemos obtener estando pegados y sujetos a Él. El seguirla involucra fortalecer tu comunión con Dios. Esta es nuestra meta. Mantenernos en el Señor. Esta es la dirección que siempre debes tener. En conclusión, si quieres tener días felices, debes: cuidar lo que dices, controlar lo que haces y mantenerte en la dirección correcta. Solamente así podrás encontrar bendición y paz en tu vida.
Oración
Señor: gracias por tu palabra y por darme instrucciones para tener una vida plena. Hoy entiendo lo importante de cuidar mi lengua y de controlar lo que salga de ella. Comprendo también la importancia de mis actos y cómo tengo yo la decisión de prevenir estar en donde no debo y por consecuencia hacer lo que no debo. Te pido me fortalezcas para poder caminar en tu dirección. Quiero buscarte de día y de noche y recibir tu paz. En Cristo Jesús. Amén
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