Así que era necesario que las copias de las realidades celestiales
fueran purificadas con esos sacrificios, pero que las realidades mismas lo
fueran con sacrificios superiores a aquéllos.
En efecto, Cristo no entró en un santuario hecho por manos humanas,
simple copia del verdadero santuario, sino en el cielo mismo, para presentarse
ahora ante Dios a favor nuestro.
Debemos entender la dualidad en la que vivimos: la carne y el
espíritu. Constantemente se nos recuerda
en Hebreos esta realidad y la importancia que tiene el separarlas. Hay un santuario en el cielo y había una
copia en la tierra. Los sacerdotes
entraban al santuario e intercedían por los hombres aquí en la tierra mientras
que ahora tenemos a Cristo haciendo lo mismo en el cielo. Nos habla el versículo que las
características del santuario en la tierra tienen una diferencia esencial: la
realidad celestial es superior a la terrenal.
El santuario al que Cristo entra no fue hecho por hombres y tampoco
necesita ofrecer sacrificios. Él entró
al cielo y directamente a la presencia del Padre para interceder por
nosotros. En pocas palabras, se nos dice
que lo que hay en el cielo es mejor, superior, a lo que hay en la tierra. ¿Sabes?
Constantemente aprendemos este principio en la biblia. No se trata de vivir fantaseando sobre un
lugar lejano al que iremos al morir.
Tampoco es una forma de vivir como optimistas deseando que nos vaya
mejor en la “siguiente vida”. No. Es una realidad el que el cielo es mejor que
la tierra. Es una realidad que no todos
van a ir al cielo. Es una realidad que
nuestra meta debe ser estar en esa presencia de Dios porque entendemos este
principio perfectamente. Sabemos que el
camino del Señor es mejor que lo que podamos encontrar aquí en la tierra. Ahora, si no lo has entendido, quiere decir
que todavía no has permitido que Dios reine en tu vida. Es probable que sigas luchando entre tu vida
espiritual y tus deseos y costumbres carnales.
Es importante que entiendas que Dios es superior a ti. Su palabra tiene mejores planes que los tuyos
y su soberanía y poder es mucho mayor que tú.
¿Por qué seguir luchando contra Él?
Dios nos dice que perdonemos mientras nosotros pensamos que hay personas
“imperdonables”. Dios nos dice que
amemos a nuestro prójimo mientras que nosotros le ponemos “peros” para
justificar nuestra falta de amor. Se nos
pide que hablemos verdad pero aceptamos las mentiras “blancas”. Todo esto son señales que estamos prefiriendo
vivir conforme al mundo en lugar de entender que conforme a Dios todo es
superior. ¿Lo puedes entender? Tus costumbres te arrastran a seguir
igual. Tus deseos son un estorbo para
poder crecer espiritualmente. Debes armarte
de fe y de la palabra de Dios para poder caminar en dirección opuesta y decidir
firmemente por el camino de Dios. Si algo
hemos aprendido en hebreos es la superioridad de Dios y esto debe impactar la
manera en la que vivimos día a día.
¿Para qué insistir en una lucha que tenemos perdida? Mejor comienza a corregir tus pasos y deja
que el Señor reine. Vive en carne propia
la superioridad del cielo sobre la tierra.
Cristo ya hizo todo. Te
corresponde a ti dar el siguiente paso.
Oración
Padre y Señor mío: te pido perdón por mis pecados. Hoy entiendo mi necedad y orgullo. Quítalos de mí. No quiero seguir así y mucho menos estar
peleando contra Ti. Hoy entiendo que
seguirte y confiar en Ti es lo mejor que puedo hacer. Te pido reines en mi vida y tu voluntad sea
mi voluntad. Gracias por el sacrificio
de Jesús y la oportunidad de reconciliarme contigo. Gracias en el nombre de Jesús. Amén.
4 comentarios:
Ansiamos entrar en aquel lugar que el Señor está preparando para nosotros.
Mientras tanto lo tenemos a El allá intercediendo por nosotros acá. Qué tremenda realidad!!
Bendito el nombre de Jesús el señor
Amén
Gracias por sus comentarios!
Que Dios los bendiga
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