También el Espíritu Santo nos da testimonio de ello. Primero dice: Éste es el pacto que haré
con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en su
corazón, y las escribiré en su mente.
Después añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y maldades. Y cuando éstos han sido perdonados, ya no
hace falta otro sacrificio por el pecado.
1ª de Corintios 3:16 dice: ¿no sabéis que sois templo de Dios, y que el
Espíritu de Dios mora en vosotros? Es
sumamente impresionante poder ligar las promesas con hechos. Lo que encontramos en Jeremías 33 lo
confirmamos en Hebreos 10. Dios prometió
que su espíritu moraría en nosotros y así es hoy en día. Cuando el pasaje de hoy nos dice que pondrá
sus leyes en nuestro corazón y en nuestra mente, se refiere a que recibiremos
el Espíritu Santo y morará en nosotros.
Él es quién nos recuerda las leyes. Él es quién nos recuerda que es mejor caminar
por la senda que Jesús ha trazado. Él es
quién nos ayuda a huir del pecado en lugar de dar rienda suelta a nuestros
deseos. El que mora en nosotros. Él nos da entendimiento y al mismo tiempo nos
“sella” como justos. Por eso dice: nunca
más me acordaré de sus pecados y maldades.
Los que reciben al Espíritu, son de Cristo y por consecuencia, han sido
santificados. Romanos 8 nos dice que
ahora vivimos por el Espíritu y no por la carne. ¿Puedes ver cómo se relaciona la palabra de
Dios? Todo está perfectamente
estructurado para que el que puede entender, entienda. Y este entendimiento no llega sino a través
del Espíritu Santo que lo revela todo.
Dios nos prometió que enviaría a su Espíritu a morar en nosotros y lo
cumplió. Prometió que enviaría a su Hijo
para rescatar a los que se habían perdido y lo cumplió. Prometió que nos llamaría a juicio y que
reinaremos con Él y sus enemigos serán puestos a sus pies. Esto todavía no se ha cumplido pero debemos
estar confiados que se cumplirá. No podemos
dejar que los problemas de hoy nublen nuestra visión de mañana. El Espíritu que hoy mora en cada uno de los
que hemos aceptado a Cristo como nuestro Salvador, nos debe guiar
constantemente para seguir el mandamiento principal que es llevar el evangelio
a cada rincón de la tierra, hacer
discípulos y bautizarlos en el nombre del Señor.
No sé dónde estás parado ni qué tipo de comunión tengas con Dios. Lo que te puedo decir es que Él cumple sus
promesas y nunca ha dejado de hacerlo. Él
nos dice que aquellos que reciben a su Hijo, reciben también el Espíritu Santo
y sus leyes son grabadas en nuestra mente y corazón. Pero mejor aún, se nos promete que no es
necesario realizar ningún sacrificio por nuestros pecados pues la sangre de
Jesús nos ha limpiado para siempre. Dios
quiere perdonarte. Dios quiere que
reconozcas tu necesidad de Él y que caigas a sus pies y le pidas perdón. No seas soberbio. No te sirve de nada guardar tu orgullo. ¡Al contrario! Reconcíliate con Él. Acércate a Él. Pide perdón y vuelve al camino correcto.
Padre: Perdóname. No quiero
seguir alejado de Ti. Te pido que tu
Espíritu venga a morar a mi vida y que tus mandamientos queden guardados en mi
corazón y mi mente. No permitas que
vuelva atrás sino que camine por Tus pasos.
Te lo pido en el nombre de Jesús.
Amén
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