Entonces comenzó a reconvenir a las ciudades en las cuales había hecho muchos de sus milagros, porque no se habían arrepentido, diciendo: ¡ay de ti Corazin! ¡Ay de ti Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y ceniza.
¿Alguna vez te has puesto a reflexionar sobre todos los milagros que han pasado en tu vida? Muy probablemente son muchos más de lo que puedas imaginar. Simplemente cuenta los días que has vivido, los días que has tenido comida cuando tenías hambre, las veces que pudiste cubrirte del frío y tener un techo para poder pasar la noche. ¿Creías que estas cosas son algo normal? Definitivamente NO.
Al ser tan seguidos los milagros, les restamos importancia y los pasamos a la categoría de normales.
En el versículo de hoy, Jesús está hablando palabras duras en contra de la generación de ese momento, en específico con las ciudades de Corazín y Betsaida quienes a pesar de haber vivido numerosos milagros, seguían sin querer reconocer a Jesús. Si lo piensas, no estaba muy diferente su situación a la actual.
Jesús vino, como he escrito muchas veces, para reconciliarnos con Dios Padre. Imagino que cuando dice estas palabras, se encontraba totalmente enojado y a la vez desesperado por ver cómo las personas no entendían ni podían percibir los milagros que estaba realizando en esa región. Fue un mal rato para Jesús.
¿Cómo puede ser que dos ciudades ENTERAS presencien los milagros de Cristo y no quieran aceptarlos? El problema está en el corazón.
Cuando no aceptas tu calidad de pecador y necesidad de un Salvador, tu corazón comienza a endurecerse. Cada día comienzas a alejarte más y más del llamamiento de Jesús. Tu vida la empiezas a vivir como quieres y la mayor parte del tiempo más bien la llevas “como PUEDES”. Aprovecho para hacer notar que a la gente le encanta pensar que si rechazamos a Cristo “somos libres” y “vivimos la vida como queremos” la verdad es que las personas viven COMO PUEDEN y no como QUIEREN. Al final del día, te vuelves tan “frío” que no puedes darte cuenta de lo que Jesús está haciendo a tu alrededor. Tu soberbia y egocentrismo toman el primer lugar y tus decisiones se basan en ellos. Cuando te pasa esto Jesús te dice: ¡Ay de ti _____! Si tan solo hubieras doblado tu corazón…
Hoy quiero llevarte a examinar tu corazón. No permitas que en tu vida pase como en las ciudades de Corazín y Betsaida. Analiza tu corazón desde lo más profundo. ¿No estás viviendo como PUEDES? ¿No te gustaría vivir disfrutando cada milagro que Dios haga en tu vida? Lo único que estorba para ello es la dureza de tu corazón. ¿Estás dispuesto a cambiar?
Oración
Señor: cambia mi corazón. Cambia mi vida. Perdona mis pecados y permite que pueda ver los milagros que haces y gozarme de ellos contigo. Quita mi soberbia y egocentrismo y enséñame a vivir conforme a tu voluntad. Te lo pido en el nombre de Jesús,
Amén
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