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7 may 2009

Mateo 27:38-39

Con él (Jesús) crucificaron a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Los que pasaban meneaban la cabeza y blasfemaban contra él.


Nació en un pesebre, alrededor de animales y sin ningún tipo de comodidad. En la ciudad donde nadie esperaba que saliera algo bueno de ahí. Buscado desde su nacimiento para ser asesinado. Amado y odiado, controvertido y justo. Estableció los parámetros más altos que se hayan exigido para ser su discípulo: niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Vivió como nadie hubiera esperado que viviera el Hijo de Dios, alrededor de gente considerada “no limpia”, incluso su equipo integraba gente repudiada por los judíos como los recaudadores de impuestos. Se dejaba tocar por leprosos y mujeres menstruando. Se acercaba a los endemoniados, paralíticos, ciegos, cojos entre otros. Revolucionó la manera de entender las escrituras y demostró lo mal que se estaban aplicando.
Finalmente murió de la forma más baja y cruel que existía en ese momento: crucificado. Dos bandidos a su lado. Ni siquiera lo crucificaron solo. Estuvo acompañado en su muerte de la gente más despreciable.
¡Qué personaje! ¡Qué vida! El mundo dejó de ser el mismo a partir de la vida de este hombre. Se dividió la historia en Antes y Después de la vida de Jesús.
A pesar de su gran ejemplo y maravillosa vida, la gente que pasaba frente a Él mientras lo crucificaban “meneaban su cabeza y blasfemaban contra Él”…
Hoy en día veo que el mundo menea su cabeza y blasfema contra Jesús en cualquier ocasión posible. La gente ve con desdén a aquellos que entregan su vida a Dios. Piensan que se están perdiendo de “la gran vida”.
No es fácil seguir a Jesús y tener gente viéndote y meneando su cabeza, no es fácil entregarte y sentir que los de alrededor piensan que estás mal. ¿Te has sentido criticado por tus principios y creencias? ¡Seguro que sí! El mundo no soporta gente que se quiera entregar por completo a Cristo. Recientemente escuché en las noticias que una candidata en un concurso de belleza fue cuestionada sobre el matrimonio en parejas del mismo sexo. Su respuesta fue sumamente humilde y respetuosa pero no débil sino firme: sin ofender a nadie, yo creo que el matrimonio lo instituyó Dios para un hombre y una mujer. Y esto ¿qué tiene de malo? Pensarás. Pues esta pobre chica ha sido acabada por los medios. Criticada duramente y señalada como pocas veces he visto. Probablemente odiada. Lo único que hizo fue hacer público sus principios. Le costó mucho. A Jesús le costó la vida. A nosotros nos pide lo mismo: entregar la nuestra a Él. No te desanimes si la gente a tu alrededor menea la cabeza y blasfema contra ti. ¡Estás en el camino correcto! Jesús nos dejó el ejemplo perfecto para seguir adelante. Difícil pero perfecto. ¡Sigamos la batalla!

Oración
Señor: te agradezco por lo que Jesús hizo por mí. Te pido que me des fuerzas y fe para seguir en mi viaje contigo y no desanimarme al sentir señalamientos y críticas. Ayúdame a ser más como Jesús y menos como el mundo. Te pido que pueda entender el ejemplo de Cristo y aplicar a mi vida. Oro en el nombre de Jesús
Amén

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