Personalmente llevo tiempo trabajando para pensar menos en mí y más en los demás. Definitivamente no es una tarea fácil. No pienses que soy una persona que nunca ha hecho nada por nadie. En general pienso que he tenido momentos en los que doy a los demás. Pero cuando leo este pasaje me doy cuenta que el parámetro de Dios es mucho, pero mucho más alto y a él quiero aspirar. Me explico mejor.
Pedro había sido llamado para ir a Jope. De cierta manera se había instalado y estaba trabajando para el Señor. Probablemente tenía una rutina y comenzaba a disfrutar de la ciudad. Un día, sin saber lo que acontecería, unos hombres le dicen que si puede por favor ir a la casa de un desconocido llamado Cornelio que por cierto tiene excelentes credenciales (varón justo, temeroso de Dios y con buen testimonio). Pedro sin pensarlo dos veces le pide a los hombres que entren y les da hospedaje. Al día siguiente, después de despertarse, sale con ellos y se dirigen a su encuentro con Cornelio.
¿Cuántas veces haces una pausa en tu rutina para dedicarle tiempo a alguien más? ¿Pocas? ¿Ninguna? No es fácil. El darnos a los demás cuesta trabajo y significa dejar de pensar primero en nosotros. Recuerda la historia del buen samaritano. Tuvo que frenar su trayectoria. Ayudar al hombre, ponerlo en un lugar donde pudiera pasar la noche y además le costó dinero. Pero si las bendiciones que nos da el Señor no son para compartirlas entonces ¿para qué son? Me sorprende que Pedro no dudó ni un instante en servir y hospedar a estas personas además de estar listo para salir al día siguiente a su encuentro. ¡Cuántas cosas pasan por mi cabeza cuando veo una necesidad! Dudamos. Meditamos. Pensamos en los posibles escenarios, en lo que tendríamos que dejar de hacer, en lo que nos costaría, etcétera. Creo que debemos deshacernos de todos esos pensamientos y simplemente entender que nuestra responsabilidad es servir. Jesús lavó los pies de sus discípulos. ¡Hagamos lo mismo! Despojémonos de nuestro orgullo, de nuestro egoísmo y egocentrismo para transformarnos en personas de servicio. Entreguemos nuestra vida al Señor y compartamos de nuestras bendiciones a los demás. Así como Santiago dice que seamos prontos para oír, yo propongo que seamos prontos para ayudar y entregarnos a los demás.
Oración
Señor: me doy cuenta que pides más de mí. Hoy quiero entregarte toda mi vida sin restricciones. Quiero aprender a compartir lo que me has dado y servir a los demás. Ayúdame a tener un corazón que vea las necesidades y que esté listo para ayudar. Quita el egoísmo de mí. Permite que piense menos en mí y más en Ti mi Señor. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén
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