Es importante aclarar que no se sorprendieron por las consecuencias de haber recibido al Espíritu Santo. Su sorpresa vino al darse cuenta que personas no judías eran las que lo habían recibido. Recuerda que los judíos tenían muchas restricciones sobre juntarse con otros pueblos y hacían distinción entre ellos y los demás. De pronto, pensando que la salvación vendría exclusivamente para su pueblo, se dan cuenta que Dios tenía planes más allá de lo que podían pensar.
Hoy en día, nos pasa algo similar cuando vemos a personas que jamás pensamos que podían siquiera voltear a Dios y hoy nos acompañan en algún estudio bíblico o las encontramos en la congregación alabando al Señor. Personas que no soportaban que les hablaras de Jesús. Aquellos que se dedicaban a realizar actos ilícitos. Puedo decirte que en el reclusorio vi vidas transformadas de personas que eran consideradas basura y sobre todo sin remedio. Vidas que habían recibido al Espíritu Santo y comenzaban a reconstruir y resarcir todo el daño que habían realizado. Vidas que como tú y yo hoy luchan por seguir al Señor.
Quiero invitarte a que medites en tu forma de separar a aquellas personas que consideras buenas y malas. También a aquellas que por tu propia idea has decidido que no van a escucharte cuando les hables de Jesús. Quiero invitarte a que no nos sorprenda el hecho de que Dios transforme vidas que jamás pudimos imaginar y para ello debemos dejar de bloquear sus planes y servirlo en todo y con todos. Sé que hay personas que al parecer nunca querrán entregar su vida a Jesús. Entiendo que pueden haber sido groseros contigo, pero los planes de Dios son superiores a los nuestros y no queremos estar estorbando en ellos solamente porque pensamos que tal o cual no tienen forma de creer en Dios. Recuerdo una historia de un preso que antes de aceptar a Cristo llegó a lastimar físicamente a alguien que se le acercó para hablarle de Jesús. ¿Te das cuenta?
No quiero que nos sorprendamos de ver almas perdidas que ahora han sido encontradas porque eso sería limitar el poder de nuestro Dios. Por el contrario, lo que sí quiero promover es el gozo que produce ser parte de Sus planes y ver Sus resultados. Gocémonos y alabémosle, pero no nos sorprendamos por limitar lo que puede y no puede hacer. Tu responsabilidad es ir y compartir a Cristo anunciando su evangelio, su búsqueda por reconciliarnos con Dios y su próxima venida. El Señor se encarga de trabajar en los corazones y de transformarlos. Hagamos nuestro trabajo y ¡dejemos a Jehová hacer el suyo!
Oración
Padre y Señor mío: te quiero pedir perdón por mis pecados y también por mi forma de limitar tu poder y tus planes. Hoy entiendo que no debo hacer distinciones y que trabajas en personas que jamás hubiera imaginado. Te pido que pueda cambiar el asombro de tu Poder por el gozo de recordar siempre de lo que eres capaz. Guíame en tu palabra y renuévame. Me entrego a Ti en el nombre de Jesús. Amén
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