Zarpando de Troas, navegamos directamente a
Samotracia, y al día siguiente a Neápolis.
De allí fuimos a Filipos, que es una colonia romana y la ciudad
principal de ese distrito de Macedonia.
En esa ciudad nos quedamos varios días.
El sábado salimos a las afueras de la ciudad, y fuimos por la orilla del
río, donde esperábamos encontrar un lugar de oración. Nos sentamos y nos pusimos a conversar con
las mujeres que se habían reunido.
Tratemos de meternos en la vida de los
discípulos. Pablo anuncia su visión de
ir a Macedonia y comienzan su travesía.
Llegan a una ciudad y de ahí siguen a otra para finalmente llegar a
Filipos. “Bien, ya estamos en Macedonia,
¿ahora qué?”. La visión de Pablo
mostraba a un hombre diciendo que fueran a esa región. ¿Esto significa que ahora debían ponerse a
buscar a un hombre? Ellos deciden
permanecer unos días ahí y dejar que el Señor diera las siguientes
instrucciones. Mientras tanto, se
quedarían ahí haciendo lo que saben hacer, orar y hablar de Cristo. No se cuestionaron si habían hecho lo
correcto viniendo a esta región. Tampoco
se quedaron parados sin saber qué hacer.
Oraban y hablaban de Jesús.
En ocasiones nuestras vidas son sacudidas en formas
que no imaginábamos. También existen
aquellos cambios que buscamos y deseamos.
Independientemente de que sea esperado o inesperado, tu vida y la mía
deben tener un principio fundamental: orar y compartir a Cristo. Cuando te encuentres en una situación en la
que te estás preguntando ¿y ahora qué?
No dejes que el afán y la desesperación tomen control. Tranquilo.
Ten paciencia. Ten fe y deja que
Dios siga trabajando a Su tiempo y en Sus formas. No dejes de orar. No dejes de servir. Si no lo estás haciendo, ¡qué estas
esperando!
Resulta sumamente sencillo distraernos con lo que nos
sucede. Esto no quiere decir que estoy
minimizando cualquier evento que pueda acontecer. Yo entiendo que atravesar la muerte de un ser
querido es sumamente doloroso y difícil.
Así también pienso en muchos otros ejemplos de lo que atravesamos día
con día. Pero detente un momento. Has una pausa y no te dejes controlar por los
sentimientos que te quitan la perspectiva.
Si bien, estás atravesando un momento difícil e incierto y tienes ganas
de tener mayor claridad y calmar tu dolor, el mejor remedio para ello está en
la Biblia. Leyendo. Orando.
Obedeciendo. La mejor forma para
atravesar situaciones en las que no sabes qué hacer es estando pegado a
Dios. Te entrarán momentos de
desesperación y tratarás de encontrar un remedio inmediato. Créeme, tu paz y consuelo solamente los encuentras
en Cristo.
No debemos quitar la mirada del cielo. Todo lo que tenemos a nuestro alrededor nos distrae
de lo que realmente importa: Dios. Busca
momentos de comunión con Él. Expresa tus
sentimientos. Abre tu corazón. Descansa en su consuelo.
Oración
Padre: a veces no entiendo lo que pasa y me desespero o
me enojo. Hoy entiendo que debo mantenerme
firme en oración y comunión contigo. Te pido
que traigas paz y consuelo a mi vida. Te
pido que fortalezcas mi fe para vivir conforme a tu voluntad. Gracias Señor. En Cristo Jesús oro. Amén
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