Al pasar por las ciudades, entregaban los acuerdos
tomados por los apóstoles y los ancianos de Jerusalén, para que los pusieran en
práctica. Y así las iglesias se
fortalecían en la fe y crecían en número día tras día.
Una iglesia o una persona que cree en Cristo no se
fortalece por la gran experiencia del pastor ni tampoco por los excelentes
sermones o servicios que pudieran dar. Pareciera
que estos son los factores que más se buscan pero debes saber que esto no es lo
que hace crecer tu vida espiritual.
Recuerda que Dios hace las cosas distintas a como nosotros las haríamos. Si vuelves a leer con detenimiento los dos
versículos, te darás cuenta del por qué las iglesias, o sea, las personas que
creen en Jesús, se fortalecían en su fe y crecían en número todos los
días.
¿Ya lo encontraste?
La biblia nos dice que gracias a que ponían por
práctica la palabra de Dios, se fortalecían y crecía el número de
creyentes. Parece muy sencillo. Suena sumamente fácil pero en la práctica
parece que todo cambia. ¿Por qué? Porque requiere compromiso, entrega y
cambios.
Si bien, no necesariamente tenemos que hacerle como
Pedro que dejó su trabajo en ese instante para seguir a Jesús, definitivamente
que tenemos que hacer grandes ajustes a nuestra vida y es aquí cuando la gente
se “echa para atrás”. Nos gusta escuchar
del amor de Dios, de su misericordia, sus milagros y su gracia. Tratamos de evitar el tema de Satanás y lo
relacionado con nuestros pecados. Y por
último, hacemos una selección de lo que pensamos que debemos hacer y lo que no
es tan necesario. ¿Sabes cuántos
creyentes hay en esta situación?
¡Muchos! Tal vez tú seas uno de
ellos. Te gusta escuchar de Cristo y
sabes que trae cosas buenas a tu vida, pero el comprometerte a transformar tu
vida te cuesta trabajo y prefieres quedarte así. ¿Te identificas?
Sé que es difícil.
Yo mismo me encontré en ese “limbo” espiritual. Creía en Dios y sabía que era bueno para mi
vida pero me resultaba imposible dejar que ahora Él decidiera. Pensaba en lo que la gente diría y cómo
podría ser señalado. Pensaba en aquello
que era obvio que tenía que cambiar y lo difícil que resultaría. Hoy, te puedo decir que fue más fácil de lo
que pensé. ¿Sabes por qué? Porque dejé que Dios se encargara de esas
batallas y créeme, Él venció. Entendí
que mi vida debía ser congruente entre lo que digo que creo, (Cristo Jesús), y
lo que hago, (obedecerlo).
La iglesia crece y se fortalece cuando obedecemos a
Dios. Cuando dejamos que Él sea quien
dirija y que sus planes se lleven a cabo.
Cuando entendemos que su camino es mejor que el nuestro y que busca
nuestro bienestar.
¿En dónde estás?
¿Qué vas a hacer? ¿Finalmente vas
a dejar que Dios reine?
Oración
Señor: quiero que mi vida sea congruente. Quiero creer en Ti y vivir conforme a tu
voluntad. Tú sabes que me es difícil y
por ello te pido que seas Tú quien me fortalezca y guíe para ser transformado. Perdona mis pecados. Perdona mi falta de compromiso. Quiero que seas mi prioridad y reines en mi vida.
En el nombre de Cristo Jesús te lo pido.
Amén
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