Pero viendo sus amos que había salido la esperanza de
su ganancia prendieron a Pablo y a Silas, y los trajeron al foro ante las
autoridades; y presentándolos a los magistrados dijeron: estos hombres, siendo
judíos, alborotan nuestra ciudad, y enseñan costumbres que no nos es lícito
recibir ni hacer, pues somos romanos. Y
se agolpó el pueblo contra ellos; y los magistrados, rasgándoles las ropas,
ordenaron azotarles con varas.
Las acusaciones que estaban recibiendo eran totalmente
falsas. En ningún momento alborotaron la
ciudad ni enseñaban lo ilícito. Roma en
ese entonces perseguía fervientemente cualquier tipo de movimiento que pudiera
estar en contra del imperio. Los amos de
la adivina lo sabían y lo utilizan a su favor para vengarse de lo que Pablo
había hecho.
¿Por qué Dios permite esto? Mi primera respuesta sería: y ¿por qué
no? Tampoco debemos confundirnos y
pensar que es Dios quien está mandando este castigo a los discípulos. Este proviene meramente de la naturaleza
caída de los acusadores de Pablo quienes entre mentiras y trucos logran que los
azoten y rasguen sus ropas públicamente.
Aprovecho para aclarar una pregunta muy común ¿por qué Dios permite las
guerras, la hambruna y la desigualdad?
No es Dios sino el hombre alejado de Él quien crea todas estas
cosas. ¿Cómo estoy tan seguro? Simplemente porque el Señor nos pide que
amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos. ¿Qué persona podría permitir que su vecino se
muera de hambre si lo ama como a sí mismo?
Entonces, no debemos confundir la maldad humana con un castigo divino.
Por otro lado, estoy convencido que todo lo que nos
sucede tiene un propósito muy específico y el Señor lo permite para traer bendición
a nuestra vida. Sí, leíste bien. Eventos que el día de hoy carezcan de sentido
y bendición, el día de mañana podrás darte cuenta que sí tenían propósito y que
ahora tu vida espiritual ha subido un escalón más. Ojo, no estoy hablando de bendiciones
materiales ni físicas sino espirituales.
El Señor utiliza las circunstancias para forjar nuestro carácter y
“pulirnos” en nuestro andar espiritual.
Esto que atravesaban los discípulos simplemente era un entrenamiento
para lo que vendría después. Así también
el Señor nos prepara hoy para lo que viene mañana. De ti y de mí depende el aprender a
fortalecernos en Él y entregar nuestras preocupaciones o el seguir buscando
nuestro propio camino sin saber qué rumbo tomar con certeza. ¿Qué vas a hacer?
Los discípulos fueron azotados y humillados. A veces Dios tiene que hacer lo mismo con
nosotros para que dejemos de distraernos con tantas cosas que interrumpen
nuestra comunión con Él. Es cuando
sacuden nuestro piso que nos damos cuenta que algo no está bien. ¡Para qué esperar! Mejor corrijamos hoy nuestra comunión con
Dios y busquemos tener un corazón sencillo, agradecido y dispuesto a entregarse
para servir.
Oración
Padre: me cuesta trabajo entender lo que me sucede y
ver o sufrir injusticias. Hoy entiendo
que estás trabajando con mi carácter y forjando mi crecimiento espiritual por
lo que te pido pueda fortalecerme en ti y vivir en tu paz. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén
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