Mientras Galión era gobernador de Acaya, los judíos a una atacaron a Pablo y lo condujeron al tribunal. Este hombre, denunciaron ellos, anda persuadiendo a la gente a adorar a Dios de una manera que va en contra de nuestra ley. Pablo ya iba a hablar cuando Galión les dijo: si ustedes los judíos estuvieran entablando una demanda sobre algún delito o algún crimen grave, sería razonable que los escuchara. Pero como se trata de cuestiones de palabras, de nombres y de su propia ley, arréglense entre ustedes. No quiero ser juez de tales cosas. Así que mandó que los expulsaran del tribunal. Entonces se abalanzaron todos sobre Sóstenes, el jefe de la sinagoga y lo golpearon delante del tribunal. Pero Galión no le dio importancia al asunto.
¿Qué tan dispuestos estamos a sufrir por nuestra comunión con Dios? ¿Qué nivel de entrega tienes? ¿Te gusta conocer de Dios pero no meterte en problemas por ello? No pienses que te hago estas preguntas porque yo estoy dispuesto a todo. Al contrario, realmente me pregunto qué haría si me encontrara en una situación como la que vemos hoy. Sóstenes, sin deberla ni temerla recibe una golpiza. Y para agravar más la situación, ¡se encontraba frente a la autoridad que podía impedir lo que estaba pasando y decide no hacer nada! Imagina lo impotente que te sentirías. Si no hay nadie que pueda defenderme ¿qué puedo hacer? Es sumamente difícil tomar una postura firme sin entender el miedo que surge de situaciones como esta. Lo que sí podemos hacer es prepararnos para situaciones así. Si la biblia nos da estos ejemplos, es porque algunos de nosotros podemos vernos en situaciones similares. Hay países hoy en día que persiguen ferozmente a los seguidores de Cristo. Tenemos personas siendo forzadas a convertirse a otra religión y a rechazar a Jesús. Pareciera imposible tener estas situaciones en esta época pero tristemente es así. Por otro lado, es probable que nunca te suceda algo similar. Esto no quiere decir que no debas poner atención al nivel de entrega que tienes para con el Señor. Me parece importante cuestionarse constantemente hasta dónde estaríamos dispuestos a ir por nuestro Dios. ¿Dejaríamos nuestro trabajo nada más o también nuestra salud? ¿Podríamos realmente morir a nosotros y dejar que Dios reine plenamente? Piensa en esto: Sóstenes no fue el mismo después de lo que vivió. Realmente tuvo que aprender a depender del Señor al cien por ciento. Entendió en ese momento que en un solo instante, su vida podía terminar. Esto es algo que nosotros olvidamos constantemente. Necesitamos accidentes, enfermedades y fallecimientos para recordarnos que, como dice Santiago, somos como neblina que en un momento se desvanece. Así de efímera es nuestra vida.
Hoy quiero animarte a que leas nuevamente el pasaje y medites sobre tu vida y tu comunión con Dios. ¿Cuántas cosas no entregas a Dios? ¿Qué te detiene de entregarle el trono de tu vida? ¿Qué necesitas que pase para cambiar?
Oración
Señor: te pido perdones mis pecados y mi falta de entrega. Hoy aprendí que debo depender por completo de Ti y que mi vida te pertenece. Ayúdame a vivir para Ti y dedicar cada día a tu servicio. Ayúdame a atravesar los vientos en contra y no permitas que me separe de Ti. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén
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