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20 jul 2012

Hechos 27:38-40


Una vez satisfechos, aligeraron el barco echando el trigo al mar.  Cuando amaneció, no reconocieron la tierra, pero vieron una bahía que tenía playa, donde decidieron encallar el barco a como diera lugar.  Cortaron las anclas y las dejaron caer en el mar, desatando a la vez las amarras de los timones.  Luego izaron a favor del viento la vela de proa y se dirigieron a la playa.


Sumamente simbólico lo que vemos en este pasaje.  Pablo nos dice en Filipenses capítulo 3 que su forma de pensar y ver las cosas fue transformada en Cristo de tal forma que todo aquello que antes valoraba ahora lo consideraba insignificante.  Si analizas la vida de Jesús detalladamente, constantemente nos insiste en recordar que ha venido por nosotros los enfermos, que ha venido a servir y no a ser servido, que ha venido a rescatar a los perdidos; a reconciliarnos con el Señor pagando por nuestros pecados y a dejarnos un excelentísimo ejemplo de cómo vivir.  No angustiados por lo que habremos de comer o beber.  No siendo egoístas ni mentirosos.  Amando a nuestro prójimo nos quiere ver.  Orando por nuestros enemigos y pidiendo para que puedan revertir su camino.  Transformando nuestro corazón día a día y renovándonos para ser similares a Jesús.  Si dedicáramos cada día de nuestra vida en obedecer y entregarnos al Señor al cien por ciento, podríamos llegar a la misma conclusión de Pablo.  Entenderíamos cuántas cosas que valoramos hoy, en una perspectiva espiritual realmente carecen de valor.  ¿Recuerdas que escribí que me robaron el celular?  ¿Qué lugar tiene un celular en la vida eterna?  Pero nos encanta preocuparnos y angustiarnos por lo que habremos de comer o vestir mientras que Jesús mismo nos dice que Él se encargará de cubrir esas necesidades.  Por esta razón es tan simbólico lo que leemos en el pasaje de hoy.  Primero echaron trigo al mar.  Se deshicieron de una carga.  Luego cortaron las anclas dejándolas caer al mar.  ¡Pum!  Otra cargar menos.  Desatan las amarras y dejan libres los timones.  Otra carga menos.  Finalmente izaron la vela a favor del viento para comenzar con su nuevo rumbo.  ¡Increíble!  ¿Ya sabes hacia dónde voy?  Tú y yo estamos arrastrando cantidad de cargas que nos tienen varados sin dejarnos mover.  Estamos con el timón totalmente amarrado.  La vela no la podemos levantar y las anclas no nos dejan ni voltear.  Ahora viene lo interesante.  Debes darte cuenta de cuáles son tus anclas.  Debes ser sincero y abrir tu corazón para entender qué está amarrando tu timón.  Debes reconocer tus pecados y entender que te tienen atrapado.  Es necesario que tu vida pasada, que tu forma de vivir que no está en línea con Dios la eches al mar y comiences a navegar en la dirección que muestra Jesús.  ¡No puedes seguir arrastrando todo!  De hecho date cuenta que no estás yendo a ningún lugar.  Es momento de crecer y confiar en Jehová y su palabra.  Es momento de dejar atrás tu cuerpo carnal y desarrollar tu espíritu.  Es momento que abras los ojos y entiendas cuántas cosas que consideras valiosas en realidad no valen nada.  Sigue el ejemplo de Jesús.  Sirve.  Ama.  Ora.  Predica su palabra con tu ejemplo.  No te quedes parado.  Decide hoy.
Oración
Padre y Señor: perdona mis pecados.  Límpiame.  No quiero seguir atado y cargando todo esto que no me deja dar un paso más.  Quiero dejar esta vida atrás.  Quiero ser diferente y seguir tu camino.  Quiero vivir tus promesas y obedecerte.  Renuévame.  Transfórmame.  Dame un corazón conforme a tu voluntad.  En Cristo Jesús.  Amén.

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