Tres días más tarde, Pablo convocó a los dirigentes de los judíos. Cuando estuvieron reunidos, les dijo: a mí hermanos, a pesar de no haber hecho nada contra mi pueblo ni contra las costumbres de nuestros antepasados, me arrestaron en Jerusalén y me entregaron a los romanos. Éstos me interrogaron y quisieron soltarme por no ser yo culpable de ningún delito que merecía la muerte. Cuando los judíos se opusieron me vi obligado a apelar al emperador, pero no porque tuviera alguna acusación que presentar contra mí nación. Por este motivo he pedido verlos y hablar con ustedes. Precisamente por la esperanza de Israel estoy encadenado.
Mientras leía nuevamente estos versículos, pensaba en lo que Dios quiere decirnos a través de ellos y no podía llegar a nada nuevo. Nuevamente veo a Pablo explicando su situación y queriendo predicar el evangelio. Expresa su situación injusta y cómo llegó ahí. Pero finalmente, no esconde nada y explica que es por la esperanza de Israel, Cristo, la razón por la que se encuentra encadenado. Después de darle vueltas y comparar este pasaje con mi vida, pude entender algo importantísimo. ¡Las pruebas no se acaban en un día ni en dos! La renovación que Dios hace en nosotros no es instantánea. Pablo necesitaba ir a Roma y volver a explicar su situación pues Dios lo estaba perfeccionando. ¿En verdad era necesario? ¡Por supuesto! Por eso Dios le permitió llegar con vida. Ahora, en lo que nos corresponde a nosotros, debemos ser sabios y abrir los ojos y escuchar en lugar de ser necios. Puede ser que tengas el mismo problema o la misma situación desde hace ya mucho tiempo. De hecho puede ser una injusticia y aún así, nada se arregla (tal vez nunca se pueda arreglar). Cada cierto tiempo, debes estar explicando tu situación y te frustra el ver que nada ha cambiado. ¿Sabes cuál es el problema? Que el propósito del Señor es que cambies tú. Lo que debe cambiar conforme pasan los días es tu comunión con Dios. Tu fe debe ser fortalecida. Tus oraciones más profundas. Tu lectura más seguida y sobre todo, tu perspectiva debe ser transformada. Tus valores y principios deben ser reacomodados. Tal vez debes darte cuenta que tu trabajo está tomando el papel de proveedor en tu familia. Tal vez tu enojo está quitando el amor al prójimo. Tal vez tu amargura está impidiendo que tengas paz. Tal vez tu soledad te impida ver cuánto te ama Dios. Siempre pido que cada uno piense en sus propias pruebas pues existen cantidad de situaciones que no puedo escribir o siquiera imaginar. Piensa en las tuyas. Medita en tu vida. ¿Sigues arrastrando la misma situación después de mucho tiempo? Si tu respuesta es afirmativa, tienes dos opciones: quejarte y rechazar tu situación o entender que, así como Dios trabajó con Pablo quiere trabajar contigo y depende de ti el dejarte ser transformado. Sí, nuevamente vemos a Pablo explicando su injusticia. Parece sin sentido pero la realidad es que así será en nuestra vida. Los problemas no se irán de un día para otro. Las pruebas podrán durar años y nos encontraremos en situaciones que no entendamos y consideremos injustas. ¿Cuál es nuestro deber? Servir al Señor sin importar las circunstancias. ¡Esto es lo que hace un verdadero hijo de Dios! Servir y dar gloria a Jehová en las buenas y en las malas. ¿Qué vas a hacer tú?
Oración
Señor: quiero servirte y darte la honra que te mereces en todo momento. Purifica mi corazón y permite que pueda verte y escucharte. Quita de mi vida todo aquello que te estorba para transformarme y fortalece mi fe para que no deje de caminar hacia Ti. Señor, te entrego mis cargas. Te entrego mis corajes y amarguras. Te pido que pueda amar a mi prójimo sin importar que me lastimen o quieran hacerme daño. Yo quiero seguirte por encima de todo. Heme aquí mi Señor. En Cristo Jesús. Amén
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