En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas. Los que son de Cristo Jesús han crucificado la naturaleza pecaminosa, con sus pasiones y deseos. Si el Espíritu nos da vida, andemos guiados por el Espíritu. No dejemos que la vanidad nos lleve a irritarnos y a envidiarnos unos a otros.
No debes obedecer los mandamientos de Dios nada mas porque sí. Leíste bien. No está bien que hagas algo sin realmente entenderlo y saber que tiene sentido hacerlo. Seguir a Jesús no es para los borregos que no se cuestionan. Al contrario, debes meditar muy bien lo que vas a hacer si quieres entregar tu vida al Señor. Él demandará de ti que dejes absolutamente todo por Su camino. ¿La recompensa? Lee los versículos de hoy: paz, alegría, bondad, fidelidad, paciencia, etc. En otras palabras, una vida plena y en abundancia. ¡Ese es el resultado de seguir y entregar tu vida a Cristo! Es muy importante que tu relación con Dios tenga sentido. Es muy importante que sepas hacia dónde estás caminando y qué vas a lograr al obedecer y entregar tu vida al Señor. ¿Por qué resulta importante? Porque vendrán momentos de prueba donde tus principios se verán atacados. ¿Qué tiene de malo hacer esto o aquello?¿Qué tiene de malo estar borracho si todos están festejando por este gran acontecimiento? ¿Qué tiene de malo ir aquí o allá? ¿Cómo me pides perdonar después de lo que hizo? Si no tienes bien claros tus principios y entiendes que cada decisión afecta el lugar en el que terminas, fácilmente caerás. No sabrás ni cómo pasó. De repente te darás cuenta en cuántas cosas te has metido que no deberías estar. Si eres honesto, ya te ha pasado. A todos nos ha pasado. Por esta razón quiero hacer énfasis en la importancia de entender el fruto del Espíritu. No son una serie de buenos deseos. Tampoco son ideales inalcanzables. Son el producto de tu entrega y obediencia al Señor. Cuando decides vivir y ser guiado por el Espíritu, tu vida rinde estos frutos. Por el contrario, cuando tu carne guía por encima de lo espiritual, sabemos que todos sus frutos no serán de bendición y te apartarán del Señor.
Por otro lado, con este pasaje, se nos han acabado las excusas. “es que ya lo intenté y no puedo” “es que es muy difícil”, “es que no sabes lo que es para mí”, “es que no entiendes la presión que tengo”. Si lees detenidamente el pasaje dice: los que son de Cristo han crucificado la naturaleza pecaminosa. En la versión Reina Valera dice: han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. ¿Lo puedes entender? Tus pasiones y deseos fueron crucificados cuando Cristo murió por ti. Ya no eres esclavo ni estás sujeto a ellos. Tu carne, aquello que te separa de Dios, ha sido crucificada para que no vivas más por ella sino que puedas vivir conforme al Espíritu. ¿Te das cuenta que no puedes poner más pretextos? Si realmente has aceptado a Jesús y le has entregado tu corazón, es momento de reflexionar y darte cuenta sobre qué frutos estás dando, hacia dónde estás caminando y qué frutos quieres promover en tu vida.
Allá afuera no se promueven estos principios. Incluso serás señalado por querer vivir una vida íntegra. Insisto, si no tienes claro el por qué sigues a Cristo y el resultado de obedecerlo y entregarle tu vida, al primer momento en que tu fe sea probada saldrás reprobado. Tómate tu tiempo. Has una oración y date cuenta dónde estás parado.
Oración
Señor: hoy entiendo que solamente ves por mi bienestar y quieres alejarme de aquello que me destruye y causa daño. Te pido que pueda entenderlo y ser sabio para elegir siempre tu camino en lugar del mío. Ayúdame a entender que mi carne y sus deseos han sido crucificados y no reinan más sobre mí. Quiero vivir el fruto de seguirte. Quiero vivir tu paz, tu alegría, tu paz, tu amabilidad y tu domino propio. Quiero darle sentido a mi vida y saber que estoy caminando hacia Ti. Perdona mis pecados Padre y corrige mis pasos. Te lo pido en el nombre de Cristo Jesús. Amén .
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