Mateo 16:24
Luego dijo Jesús a sus discípulos: Si alguien quiere ser mi discípulo, tiene que negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirme.
Si algo he aprendido en estos últimos años de querer comprometerme y obedecer a Dios, es que cada día debo aprender a negarme a mi mismo. ¡Tarea nada fácil! Obviamente mi yo y mi súper ego tratan con todas sus fuerzas de que esto no suceda. Recientemente escribí sobre la demanda que recibimos por mi perro y mis sentimientos con respecto a la persona que nos está haciendo esto. Pasajes como el de hoy me ayudan a luchar contra mi mismo y a entender que Dios sabe más que yo. Me animan a seguir y recapacitar que si Dios me pide algo, es porque vendrá bendición al obedecerle. Mi carne me pide a gritos que haga algo para defenderme de esta demanda. Por lo menos tratar de hacerle la vida imposible a esta mujer. ¡Señalarla! ¡No debe meterse conmigo! ¡Que aprenda que yo no me quedo con los brazos cruzados! ¡Lo que sea pero que se sienta mal por lo que hizo! Ese es mi orgullo hablando y siendo motivado por mi carne. Pero Dios me dice lo contrario. Me pide que ame a mi prójimo incluyendo a los que me hacen daño. Me pide que perdone. Me pide que aprenda a negarme a mi mismo para que Él pueda hacer el trabajo. Ahora, esto no significa que uno se siente y no haga absolutamente nada en ninguna situación. Es una línea delgada y difícil de entender por lo que debemos ser cuidadosos. Por ejemplo, en mi caso, fui a asesorarme con un abogado y mi seguro me está ayudando. Son los pasos básicos que debemos tomar. De ahí a que yo busque y desee un mal a la persona que nos demanda y quiera vengarme por lo que hizo está fuera de lugar. ¿Lo puedes ver? Para poder decidir correctamente, debes preguntarte ¿Agrada a Dios? ¿Qué resultado puede tener? Evalúa los distintos escenarios y date cuenta si realmente es algo que dará gloria a Dios o simplemente estás tratando de desahogar tu furia. Personalmente sé que muchas personas están orando por mí y porque pueda tener paz en este conflicto. Gracias y por favor no dejen de hacerlo. Poco a poco el Señor me ha llenado de su paz y he podido cruzarme con ella sin sentir esa furia que sentía. De hecho, ahora quiero escribirle una carta en la que le diga que no tengo coraje ni nada contra ella y que la perdono. Todo porque quiero obedecer a Cristo y que le deseo que ella también pueda conocerlo. He estado orando constantemente por esto y quiero escribir esa carta cuando salgan solamente palabras honestas y sinceras. Por ello, sigo sin escribirla. Pero sé que el día se está acercando y será para dar gloria a Aquél que me llenó de su paz, gracia y misericordia. Espero que hoy pueda animarte a negarte a ti mismo en pos de Jesucristo. Él lo hizo por ti y por mí. Sufrió las peores injusticias y el peor castigo en todo su calvario hasta terminar en la cruz. Siendo Dios, se hizo hombre. Siendo rey, se hizo siervo. Todo para que nosotros podamos entender que la grandeza y la felicidad están en servirle a Él y no en el orgullo, el poder, el dinero ni nada que este mundo nos pueda ofrecer. Yo sé que es difícil negarse a uno mismo. Sé que hay injusticias que no podemos ni queremos tolerar. Pero hoy te pregunto ¿No querrá Dios transformar tu corazón con estas pruebas? El versículo dice claramente que aquellos que queremos ser sus discípulos debemos aprender a negar nuestra voluntad por encima de la Suya. Tal vez hoy es tiempo de comprometerse seriamente con Él, negarnos a nosotros mismos y tomar la cruz para seguir el camino que Él trace para nosotros.
Oración
Señor: gracias. Gracias por darme dirección y por poner mis principios en orden. Hoy entiendo que seguirte involucra negar mi voluntad y dejar que la tuya reine en mí. Así quiero que sea. Heme aquí para servirte y glorificarte. Ayúdame a entender y abrazar tu palabra para que cada día sea mi guía en cómo conducirme. Te pido no dejes de trabajar con mi orgullo y puedas llenarme de paz en momentos difíciles y que no entiendo. Gracias por tu amor y por haberte hecho hombre para ofrecernos esa misericordia y gracia tan increíbles. Gracias en el nombre de mi Señor Jesús. Amén
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