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16 ene 2013

Filipenses 2:1-2


Así que, si Cristo les ha dado el poder de animar, si el amor los impulsa a consolar a otros, si todos participan del mismo Espíritu, si tienen un corazón compasivo, llénenme de alegría viviendo todos en armonía, unidos por un mismo amor, por un mismo espíritu y por un mismo propósito.  



Cada día que pasa me convenzo más sobre la finalidad de nuestras pruebas o situaciones difíciles.  Aprender a servir.  Si has perdido a un ser querido, Dios te quiere llenar de su amor y consuelo para que vayas y consueles a otros.  Si tienes problemas de salud, Dios te quiere utilizar con aquellos que te rodean para que vean tu forma de vivir gozosa y agradecida entendiendo que lo importante no es el cuerpo sino el espíritu.  Si has perdido tu trabajo, Dios quiere recordarte que no solo de pan vive el hombre sino de cada palabra que sale de la boca de Jehová (Deut 8:3).  No es fácil.  Crecimos sin darnos cuenta de cuánto dependemos de lo material y cuánto nos aferramos a las cosas.  Piénsalo.  Qué pasaría si el día de hoy todo cambiara en tu vida.  ¿Estás dispuesto a entregar tu casa?  ¿Tu salud?  ¿Tus seres queridos?  ¿Tu dinero?  Debemos aprender que todo, absolutamente todo le pertenece a Jehová.  Nosotros estamos aquí solamente para administrar o cuidar temporalmente lo que, en su soberanía, ha decidido darnos.  Por esta razón, Pablo nos recuerda lo que es realmente importante: el animar en Cristo, el consolar a otros en amor, en tener compasión y en tratar de llevar este mismo sentir como iglesia en el Señor.  Así debería ser siempre pero la realidad es otra.  Por eso debemos estar en comunión constante con nuestro Dios.  Para no separarnos ni un solo momento y dejarnos transformar conforme a su voluntad.
Ahora, ¿por qué resulta difícil vivir conforme a estos principios si son excelentes valores?  Piénsalo.  Si el animar, amar, consolar y ayudar son excelentes prácticas, ¿Por qué no son llevadas a cabo todos los días?  La respuesta es muy sencilla y la veremos con mayor detalle mañana: egoísmo.  Tú eres tu peor enemigo.  Tú eres la principal barrera para que el Señor trabaje en tu vida.  Tu egoísmo es quien no te deja abrir tu corazón.  ¿Por qué no compartes de Cristo en tu oficina?  Cualquier pretexto que pongas proviene de tu egoísmo.  ¿Egoísmo a qué?  A no querer dar de tu tiempo y esfuerzo para que otras personas puedan recibir la enorme bendición del evangelio.  ¿Estás cansado y te sientes mal por tu enfermedad y por eso solamente piensas en ti?  Se llama egoísmo.  El Señor fue apaleado injustamente para darte la vida eterna y perdón de pecados.  Te llena cada día de su amor y paz.  Y tú le das la espalda porque tienes una enfermedad.  Tienes problemas de dinero y por esta razón no puedes ayudar a otros.  Recuerda que tu tiempo en este mundo es limitado.  Todo lo material se queda aquí mientras que tú irás a la presencia de Dios.  ¿Qué sentido tiene aferrarse tanto a lo material?  Si Dios está probando tu corazón, mejor pide porque puedas aprender a utilizar tu situación para ayudar a otros a confiar en Jehová y no en su cuenta bancaria.  
Lo que Pablo escribe no es para aquellos que “están bien”.  Es para cada uno de nosotros que está luchando con algo.  Quiere que entendamos el enfoque del cristianismo: servir al Señor y a nuestro prójimo sin importar las circunstancias.  Insisto, el que amemos, animemos, consolemos, ayudemos y seamos compasivos, no está destinado para aquellos que “no tienen problemas”.  ¡Por supuesto que no!  Son instrucciones para ti y para mí.  Sin pretextos.  ¡Deja de escudarte en tus excusas!  El Señor está probando tu corazón y quiere saber si cuenta contigo.  ¿Estás dispuesto a trabajar para Él o prefieres seguir con tu egoísmo concentrado solamente en lo que te sucede?  
Definitivamente el mundo sería mejor si cada uno de nosotros se dedicara a cumplir con los principios de estos versículos.  Espero que estas palabras se queden en tu corazón y busques la manera de incorporar el amor, el consuelo, el ánimo y la compasión en tu vida.  No esperes a que las cosas “estén mejor”.  Nunca llegará ese momento.  Es ahora.  Debes actuar y transformar tu vida entregándola al Señor.

Oración
Padre: tu palabra es maravillosa y te doy gracias por hablarme tan claramente.  Hoy entiendo que he sido egoísta y que he utilizado muchos pretextos para posponer mi entrega a Ti y dejarte que transformes mi vida.  Hoy entiendo que debo ser un canal para que tus bendiciones lleguen a los demás y te pido que mi testimonio esté lleno de amor, consuelo, perdón y compasión hacia mi prójimo independientemente de lo que esté atravesando.  Quiero servirte mi Señor.  Quiero darte la gloria y el reconocimiento siempre a Ti.  En Cristo Jesús.  Amén 

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